16 de abril de 2024

Críticas: La banda Picasso

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Volvemos al París de primeros de siglo para conocer a La banda Picasso.

París, 1911. La policía detiene a un joven Pablo Picasso y a su amigo el poeta Guillaume Apollinaire, sospechosos de haber robado La Gioconda del museo del Louvre. En este punto, retrocedemos unos años en el tiempo para conocer en profundidad la amistad entre estos dos personajes y otros intelectuales de la época, el descubrimiento de una nueva forma de expresión artística como fue el cubismo, y cómo las circunstancias les llevan a ser interrogados por el robo del famoso cuadro.

La banda Picasso es la película número 20 en la filmografía de Fernando Colomo, quien ha estado 8 años trabajando en la realización y el guión de la misma, lo que se nota bastante en el gran trabajo de diseño de producción. La película comienza con unas imágenes en blanco y negro que recrean a la perfección el París de principios del siglo XX. La ambientación, fotografía y el vestuario, con nominación a los premios Goya incluida, hacen que nos sumerjamos irremediablemente en aquella época, trayéndonos a la memoria la película de Woody Allen Midnight in Paris, en la que además coinciden personajes como Pablo Picasso, Gertrude Stain, Leo Stain, Henry Matisse y Alice Toklas. También el equipo internacional del que se ha rodeado al hacer la película, influye en la verosimilitud de la historia al estar rodada en varios idiomas. Es imprescindible por tanto ver esta película en versión original para captar todos los acentos y la personalidad que les confieren a los personajes.

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El hecho de que según el propio Colomo, la historia haya tenido 14 versiones del guión y haya tenido que recortar muchas escenas, provoca que quizá los personajes queden algo desdibujados en la película. Picasso, interpretado por Ignacio Mateos en su primer papel protagonista, se trata con bastante superficialidad hasta más de la mitad de la película, aunque paradójicamente se le presente como protagonista de la misma. Quizá precisamente por esa difuminación del personaje, el trabajo de Mateos se vea algo eclipsado por alguno de los secundarios, pero aun así es una actuación bastante notable, interpretando a un Picasso con una imagen más humana que la que el cine nos tiene acostumbrados a ver.

En mi opinión, el personaje de Guillaume Apollinaire es mucho más rico en matices y con mucho más peso en la historia que Picasso, de hecho la historia de amor que tiene con la escritora Marie Laurencin se cuenta con mucha más intensidad y profundidad que la historia entre Picasso y Fernande Olivier. A ello contribuye el gran trabajo del actor francés Pierre Bénézit, que dota de una presencia y una credibilidad imponente a Apollinaire. Del resto de secundarios destacan la bellísima Raphaëlle Agogué en el papel de la amante de Picasso, un divertido Jordi Vilches dando vida al escultor Manolo Hugué, Alexis Michalik como el Barón y Lionel Abelanski interpretando al escritor Max Jacob.

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La superficialidad de los personajes de la que hablaba antes, junto con la pérdida de ritmo hacia la mitad de la película y un exceso de cortinillas, restan algo de interés cinematográfico a La banda Picasso, pero el tratamiento que Colomo le da a la amistad y a los dilemas morales entre el reconocimiento profesional y la vida personal, y, sobre todo, al mundo del arte, hacen que sea una película agradable y fácil de ver. Gustará sobre todo a los amantes del arte en general y de Picasso en particular.

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