24 de abril de 2024

Críticas: Kauwboy

CAH Kauwboy

La candidata holandesa al Oscar llega a nuestros cines.

El dolor que supone la ausencia de una persona, ese duelo que hay que pasar cuando se pierde total o temporalmente a un ser querido está asociado a la conciencia y al reconocimiento de esa pérdida que puede llegar a aceptarse de una manera natural, pero que de entrada supone un shock tan violento en la vida de quien sufre ese abandono que las reacciones ante él pueden ser tan contradictorias como la ira, la culpabilidad, la total negación o incluso la indiferencia más categórica.

Si ya es difícil para un adulto sobreponerse al desamparo que implica la separación de alguien importante en su vida, aun lo es más cuando se trata de menores que todavía no son capaces de entender el alcance emocional que supone, como le sucede al protagonista de la película que nos ocupa.

Jojo, un niño de diez años, trata de sobrellevar la ausencia de su madre ocupando su papel en el cuidado de la casa y de su padre, Ronald, un vigilante de seguridad algo violento. Un día Jojo encuentra una cría de grajo caida del nido y decide llevársela a su casa para cuidarla, creándose así una relación de dependencia mutua entre el niño y el ave.

CAH Kauwboy 2

Para Jojo no está sólo patente la ausencia de su madre, también ausente en su vida se encuentra su padre, más preocupado por recrearse en su propio dolor que en ocuparse de su hijo que, aunque haya asumido el rol de adulto en esa relación, sigue siendo un niño que se enfada porque su padre no le deja tener en casa al grajo o que se pelea con sus compañeros de equipo de waterpolo cuando no le pasan el balón. La relación que Ronald crea con su hijo tras la marcha de su mujer es de absoluto desapego y desinterés por él, tal es así que Jojo sólo le cuenta su día a día a su madre por teléfono a escondidas de su padre y se convierte a su vez en una figura maternal para el polluelo de grajo, ofreciéndole la protección que él mismo no encuentra en su casa.

Kauwboy, que hace referencia al grajo (kauw en el original), es la primera incursión en el largometraje del documentalista Boudewijn Koole que indudablemente sabe cómo rodar la espontaneidad de la naturaleza de manera que parezca totalmente estudiada. Es fascinante ver el comportamiento del grajo como un personaje más adaptándose al guión con una total conjunción con Jojo, tanto en los planos cortos compartiendo la comida o la cama como en los que corren (vuelan) juntos por el campo como dos amigos que se complementan a la perfección.

Pero Koole no sólo es capaz de retratar fielmente la evolución del grajo, también sorprende su habilidad para captar toda la rabia contenida en los protagonistas sin que nos demos apenas cuenta. Koole situa la cámara a la altura de Jojo para mostrarnos la vida tal y como la ve él, raras veces vemos la cara del padre cuando descarga sus frustraciones contra su hijo, sólo vemos las reacciones de éste ante lo que intuimos que está pasando al otro lado de la puerta, evitando así cualquier asomo de morbo o de manipulación emocional hacia el espectador.

Fue el gran Hitchcock quien dijo que un director nunca debía rodar con niños ni con animales (ni con Charles Laughton), y es cierto que la complejidad de conseguir que una escena salga a la perfección utilizando animales difíciles de domesticar, como es en este caso el grajo, y a un pre púber con la hiperactividad a flor de piel, podrían suponer unos grandes handicaps a la hora de llevar a cabo una película como esta. Pero la naturalidad abrumadora con la que Rick Lens, sin duda la gran sorpresa de Kauwboy, interpreta a Jojo y se complementa con el ave, echan por tierra esa teoría ofreciéndonos una maravillosa historia de amistad, indefensión y superación en la que Lens nos hace partícipes de su euforia al exagerar sus logros en el waterpolo y que nos estremezcamos y suframos con su empeño en no aceptar la realidad que le rodea.

CAH Kauwboy 3

A pesar de que en ciertos momentos abusa de idílicas imágenes fijas ralentizando el ritmo, que nos hacen recordar al Malick más petulante de El árbol de la vida, o de que vuelva una y otra vez sobre la misma canción que la madre de Jojo le canta, Kauwboy es una de esas pequeñas maravillas que llegan de vez en cuando a nuestras pantallas y que nos recuerdan que se pueden contar historias mínimas de manera elegante y deliciosa sin necesidad de caer en la pretenciosidad.

Un consejo, no os levantéis en cuanto empiecen los créditos, las imágenes insertadas en ellos son el bellísimo colofón poético a esta historia tan sencilla como tierna.

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