19 de abril de 2024

Críticas: Sister

Sister (Léa Seydoux y Kacey Mottet Klein) - Cinema ad hoc

Cine social en la otra cara de los Alpes suizos.

Cuatro años después de su debut con Home, ¿dulce hogar?, presentada en Cannes y centrada en la transformación de la rutina de una familia aislada, la suiza Ursula Meier regresó a la dirección en 2012 con una sencilla cinta que se aproxima a una pareja de hermanos a la deriva. Estrenada en España con más de un año de retraso por culpa de los problemas que desembocaron en el cierre de Alta Films, empresa que poseía originalmente los derechos, Sister aterriza marcada por las constantes comparaciones con el cine de los hermanos Dardenne que ha recibido en su largo y exitoso periplo previo.

Lo primero que llama la atención es la introducción del marco donde se desarrolla la historia de Simon, un niño que a sus doce años sabe desenvolverse en el mundo con la pericia del que lleva años ganándose la vida al margen de la sociedad. Sus días transcurren en una pequeña población a los pies de una próspera estación de esquí que atrae a turistas de variopintas procedencias. Toda la actividad económica y productiva del lugar, lógicamente, está enfocada a ella. Por eso Simon, en vez de vagar, centra toda su energía en subir diariamente a robar artículos de esquí para revenderlos a los niños del pueblo en busca de un futuro mejor junto a su inestable hermana. Louise es la Sister del título internacional –quizá menos acertado que el original L’enfant d’en haut, pues el punto de vista absoluto mostrado es el del pequeño–, por la que lleva a cabo todos sus chanchullos y cuyo cariño y atención reclama constantemente. Simon parece cómodo en un mundo cuyas reglas ha llegado a aceptar, admirado por los chicos del lugar y logrando embaucar a los turistas gracias a un indudable magnetismo. Pero esto cambia cada vez que vuelve a un devastado núcleo familiar en el que tiene que subsistir junto a una hermana ausente que se entrega a relaciones sin futuro y que malvive gracias a trabajos ocasionales, descuidando su atención.

Sister (2) - Cinema ad hoc

Al contrario que en el cine de los mentados Dardenne, con el que la semejanza es más temática que estilística, la cineasta suiza otorga al protagonista la posibilidad de respirar y fundirse junto al entorno en largos planos generales que evocan la simbiosis existente entre ambos, así como la ausencia de un escape. Los dos protagonistas están marcados por una precariedad que les obliga a colarse en el más aislado margen de un modelo económico rentable, del que participan directamente todos los personajes con los que se relacionan. Meier no muestra una inversión directa de los roles familiares, sino más bien una mutación constante en la que se presentan difusos y nunca llegan a quedar establecidos ni aceptados. Simon ejerce de cabeza de familia y se ve lastrado por la inestabilidad de Louise, pero también impide que los trabajos de ella prosperen por culpa de su afición al hurto. El espectador no tarda en comprender que se encuentra ante un escenario sin salida posible, en el que la necesidad mutua de afectos que tapen sus tremendas carencias se contrapone a la dificultad de salir adelante juntos, asfixiados como se hallan por el pasado.

El jovencísimo Kacey Mottet Klein es el gran descubrimiento de la película. Logra hacer cercano a un Simon enigmático y despierto a la vez, repleto de matices que difícilmente pueden encajar con un niño de esa edad y sumergido en una dinámica criminal de la que no parece consciente, un escape vital que le está haciendo pasar de largo su infancia. Le da la réplica magníficamente una Léa Seydoux en constante alza, que encaja como un guante con la frágil belleza maltratada por la vida de Louise.

Sister (3) - Cinema ad hoc

Sister no pretende aleccionar y, aunque esconde un pequeño bache en la segunda mitad, cumple de sobra con el cometido de mostrar la cara B de una sociedad empeñada en ocultar sus lagunas. Su aportación más valiosa es la localización, que convierte las majestuosas montañas de los Alpes en un pozo de miseria del que únicamente se puede obtener un respiro en la engañosa cabina de un teleférico que llega a revelarse inquietante como nexo entre dos mundos. Supone una muestra de cine social honesto y eficaz; podría aducirse que dentro no hay mucho más que eso, pero tampoco resulta nada fácil lograrlo.

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