29 de marzo de 2024

CAH+Filmin: Prisma Siglo XXI

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¿Qué es Prisma Siglo XXI?

No se trataba sólo de hacer una lista más. Desde que nació esta web, allá por octubre de 2011, hemos tenido la pretensión de, en la medida de nuestras posibilidades, dar a conocer títulos que, por diversas razones, hubieran permanecido lejos del alcance de lo que generalmente se suele conocer como «espectador medio» entendiendo éste como la persona que, gustándole el cine, no va mucho más allá de lo que el circuito comercial considera como económicamente rentable, fundamentalmente películas de grandes estudios, éxitos europeos «para todos los públicos» y cierto porcentaje de clásicos ya aceptados como tales. Y pensamos ¿por qué no ir más allá? ¿por qué no ofrecer a nuestros lectores algo más que una simple lista donde la interacción entre editor y lector siempre es limitada? ¿por qué no superar el: «yo incluiría ésta» o «yo sacaría la otra»? y por último y aún más importante ¿por qué no darle a esos mismos lectores algo más que unos nombres? ¿por qué no darles la posibilidad de que vean las películas que hemos seleccionado para ellos y que participen en la experiencia de un Festival online? También queríamos hacerlo a través de un formato como el VOD que muchas veces ha sido vituperado en nuestro país por los que entienden que el cine es sólo y únicamente para ser proyectado en las salas, una ejemplo de mentalidad un tanto retrógrada que ha hecho casi tanto daño como la propia piratería, al haberse convertido en una rémora de la modernidad, esgrimida por los que piensan que el espectador es inmutable y refractario a los cambios que la propia sociedad propicia. También debemos señalar que, cuando, hace pocos meses, hicimos una encuesta en nuestra web, la mayor parte de las respuestas coincidieron en afirmar que se suscribirían a una plataforma VOD si existiera más variedad en sus títulos, pensamos en cómo dar muestra de esa variedad y creemos que esto es una buena muestra de dicha variedad. Por último, nos interesaba haceros llegar un montón de títulos que han triunfado en Festivales por todo el mundo, lo cual puede ser una muestra objetiva de su calidad, pero en los que ese triunfo festivalero no ha repercutido en un amplio conocimiento global. Sumando todos estos factores nació Prisma Siglo XXI.

Prisma Siglo XXI quiere resumir a través de 40 películas ese cine lejos del sistema del que os hablábamos, ir un paso más allá de las clásicas listas cerradas, dando la posibilidad de poder ver las cintas que la componen, fomentar (en la medida de nuestras posibilidades) al uso y normalización del VOD como herramienta habitual del espectador cinematográfico y, sobre todo, compartir con vosotros un buen pedazo del mejor cine que se ha hecho en todo el mundo desde el año 2000 hasta hoy mismo, para ello hemos contado con la imprescindible colaboración de Filmin, portal líder del video on demand en nuestro país que pone a vuestro alcance todas las películas que forman parte de Prisma S XXI. Con la suscripción a dicho portal web (sólo 8€ mensuales) tendréis al alcance estas 40 películas, muestras del cine más actual que se hace por todo el mundo y al que podéis acceder desde ya mismo.

En Prisma Siglo XXI queremos que vosotros seáis el jurado de este Festival virtual, eligiendo a vuestras favoritas entre todas las obras que os proponemos desde hoy y hasta el final de marzo. Así, no podréis quejaros de nuestro gusto sino que a través de este formulario podréis seleccionar a vuestros candidatos en cada categoría y, entre todos los que participéis, sortearemos una suscripción mensual a Filmin. Además, entre todos los que publiquéis un tuit con un enlace a este artículo, sortearemos otros cuatro abonos mensuales con los cuales podréis ver todas las películas que lo componen.

Y nada más, aquí tenéis las 40 películas que conforman Prisma Siglo XXI, esperamos que os guste la selección que hemos hecho para vosotros y estáis invitados a participar y a contarnos qué opinión tenéis de cada uno de los títulos que la componen.

ENLACE A PRISMA SIGLO XXI EN FILMIN

ENLACE A FORMULARIO PARA VOTACIÓN EN EL FESTIVAL

Martín Cuesta

5 cámaras rotas (Five broken cameras, Emad Burnat & Guy Davidi – Territorios Palestinos 2011)

5 cámaras rotas

Cuatro niños, cuatro cámaras. La quinta llegará después. Cada una registra un pedazo de la infancia de los hijos de Emad, envuelta en el ciclo de violencia sin fin de Palestina. Ellos marcan el ritmo de este documental filmado por un padre que se niega a olvidar aquellos olivos de Bill’in, su aldea cisjordana, a salvo del avance de los colonos judíos.

La primera cámara comienza a grabar en 2005, cuando nace Gibreel Emad y el ejército israelí devora una franja de la aldea con una valla para construir un asentamiento. Unidos por la defensa de la tierra -su fuente de supervivencia- y armados con esquejes de olivos, los vecinos comienzan a manifestarse cada semana frente a la valla. Una bomba lacrimógena destroza la primera cámara.

Convertido en improvisado cronista de la resistencia, Emad utiliza sus cámaras para protegerse -la tercera le salva la vida- y para disuadir a los soldados de disparar contra los niños que les apedrean. Las cámaras y los amigos sucumben a una violencia creciente, y Emad se cuestiona en alto si juega un papel correcto. La respuesta no tarda en llegar: “Las heridas olvidadas nunca se curan”.

 Elena Jorreto

  • Mejor Dirección World cinema documentary – Festival de Sundance
  • Busan Cinephile award – Festival de Busan

Adam & Paul (Lenny Abrahamson – Irlanda 2004)

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Adam y Paul, dos drogadictos, despiertan una mañana en un descampado de Dublín sin saber cómo han llegado hasta allí. La jornada se presenta como una más: no existe ningún atisbo de recuperación, lo que les mantiene vivos es el deseo de satisfacer sus necesidades y conseguir un pico en la ciudad. Únicamente se tienen a ellos mismos. Ya apenas parecen saber quiénes son ni el lugar residual que ocupan, pero tampoco parece importarles demasiado. Los protagonistas de la ópera prima del irlandés Lenny Abrahamson, como un improbable cruce entre las plumas de Irvine Welsh y Samuel Beckett, vagan sin rumbo esperando sobrevivir un día más mediante la ansiada dosis de la misma heroína que les ha convertido en seres aletargados y rechazados por una sociedad que ha visto caer a muchos de los suyos que fueron como ellos. La falta de oportunidades que les asfixia se cierne sobre la pareja de simpáticos perdedores y el finísimo hilo que aún les une a la vida, atrapados en una espiral que no permite resquicio alguno para el optimismo que por momentos parecen irradiar. Precisamente este inmovilismo, tan beckettiano, es el que provoca que Adam and Paul no se contemple como la angustiosa y patética peripecia que es hasta que el destino baña en tragedia la humanidad de dos de tantos pobres diablos cuyos infiernos posiblemente terminarán pronto, pero con su desaparición en el olvido más absoluto. La interpretación de la pareja es sobresaliente, en especial la de Tom Murphy, fallecido en 2007.

Sergio de Benito

  • Premio al mejor actor (Mark O’Halloran & Tom Murphy) – Festival de Gijón
  • Grand Prix & FIPRESCI – Festival de Sofía

Amer (Hélène Cattet & Bruno Forzani – Bélgica 2009)

Amer

Decía Slavoj Zizek en The pervert’s guide to cinema que “El cine es el arte perverso por excelencia, no te da aquello que deseas sino que te dice cómo desear”, acotando la cita del filósofo esloveno, o tomando el todo por la parte, podríamos hablar del cine de los belgas Hélène Cattet y Bruno Forzani como la sublimación de esa perversidad fílmica puesto que no entregan aquello que deseas mirar sino que te dicen cómo mirar. Y es que esa estilización extrema de los elementos que forman parte de su obra pareciera una invitación a desechar las redundancias y los momentos narrativos remanentes (tan frecuentes en los relatos acomodaticios monopolizadores de nuestra cartelera), un reto compartido por autor y espectador en pos de descubrir la esencia misma de la que se compone un film, la raíz sensitiva de la imagen. Así, los colores, los sonidos, la propia interacción de la cámara con su entorno deviene en juego metacinéfilo donde el propio cine es el único sujeto de obsesión, el auténtico protagonista de la historia, las manos cubiertas por cuero negro o el aguzado filo de una navaja jugueteando entre los labios o el pezón rugoso y excitado. El tiempo medido en segundos se retuerce, se dilata y se contrae porque ya no es tal sino tempo fílmico, esa extraña manera de acontecer donde todo fluctúa en función de los acontecimientos, quizá no tenga que ver nada con la vida o quizá lo tenga todo, en todo caso ¿por qué no entran a comprobarlo?

Martín Cuesta

  • Premio Noves Visions – Festival de Sitges
  • Mejor Dirección – Festival de Cine Fantástico de Málaga

Aquel querido mes de agosto (Aquele Querido Mês de Agosto, Miguel Gomes – Portugal 2008)

Aquel querido mes de agosto

El relato de Miguel Gomes fluye entre aguas misteriosas, destilando humores de confusión que despistan al espectador sin conocimiento previo del asunto ¿estamos viendo un documental que se recrea en el ambiente estival de los pueblos del país vecino con tono costumbrista y evocador, como aquellas noches de verano con música de orquesta por banda sonora y feria en la plaza mayor (el olor del algodón de azúcar mezclándose con el de la pólvora de los petardos) o un ejercicio metacinematográfico, templado a base de planos fijos, donde se reflexiona sobre la misma naturaleza de la obra cinéfila? Creo que la respuesta más adecuada sería decir ambos. Como en el Auryn de La historia interminable, cada elemento cobra sentido y se completa gracias a la acción del otro, la ficción se alimenta de la realidad y la realidad se ve elevada por la ficción. Gomes pasea su mirada por ese Portugal melancólico y tradicional rastreando historias para conformar la suya propia, construyendo un edificio nacido del contacto con los materiales que lo componen, sin tener, aparentemente, un diseño arquitectónico anterior que le sirva de guía. Los ecos de esa dualidad, situada entre los difusos límites de la ficción y la realidad, reverberan en los propios personajes del film, como ese “Moledor” y las múltiples causas de su cojera con un puente y su correspondiente río como únicos elementos comunes. En fin, podríamos seguir nombrando elementos de su estructura pero al final el amor y la música se hacen los dueños de una función que resulta definitivamente encantadora y eso, a fin de cuentas, es lo que importa.

Martín Cuesta

  • Mejor película – BAFICI
  • Mejor Ópera Prima & Lady Harimaguada de plata – Festival de Las Palmas

De jueves a domingo (Dominga Sotomayor – Chile 2012)

De jueves a domingo

Los conflictos emocionales por los que pasa una pareja a lo largo de su relación, siempre han sido pasto para películas que los han reflejado desde el punto de vista de los miembros de la misma, pero la directora chilena Dominga Sotomayor plantea esta cuestión desde los ojos de una niña que va viendo cómo la relación de sus padres se va muriendo poco a poco. Desarrollada como una road movie, De jueves a domingo sucede precisamente en ese lapso de tiempo durante el cual acompañamos a Lucía en el viaje que emprende por carretera junto a su hermano menor y sus padres, sin saber ni siquiera el motivo del mismo o el destino que les espera. La mirada de Lucía tratando de entender palabras inaudibles entre sus padres desde el asiento de atrás donde su hermano sólo quiere jugar, es la que nos ofrece exclusivamente Sotomayor en una película en la que lo que ocurre alrededor queda convenientemente difuminado para que el espectador sólo posea la misma información que ella y sienta su mismo desconcierto hacia las cuestiones adultas que no es capaz de comprender. De jueves a domingo es un retrato en movimiento sin más argumento que el de la propia cotidianeidad de una relación que se derrumba, y al que no hace falta exigírselo para poder disfrutar de él.

Mª Carmen Fúnez Galán 

  • Tiger a la mejor película – Festival de Rotterdam
  • Mención Especial (Premio FEISAL) – BAFICI

Días perros (Hundstage, Ulrich Seidl – Austria 2001)

Días perros

Ver una película de Ulrich Seidl siempre deja un regusto amargo, una acidez en el estómago y una incomodidad que no se cura cuando acaban los créditos. Días perros no es una excepción. Se trata de una película coral, sin más trama que la de observar a un grupo de personajes como un retrato naturalista de la sociedad contemporánea austríaca. Título previo a la aclamada Import/Export, con ellas Seidl ha definido un estilo que ya es una referencia de un nuevo cine europeo, particularmente sobre los griegos Giorgos Lanthimos (Canino) y Athina Rachel Tsangari (Attenberg).

La particular estética de lo feo y lo grotesco conjuga en género y número con una película sobre los mayores horrores de ser humano. En líneas generales, el cine de Seidl lo definen unos personajes marcados por el abuso y la soledad, aunque sus calidades como víctimas y verdugos siempre se trenzan de manera enfermiza. Ante ello, el director parece observar atónito, pocas veces moviendo una cámara que no tiene palabras, al igual que unos personajes en ocasiones igual de inmóviles.

Sufrir una película como Días perros obliga a preguntarse si Seidl observa o denuncia. La confusión no es vana, puesto que el ojo voyeur de su cámara produce unas imágenes tan difíciles de mirar, que la finalidad puede parecer puramente estética. Pero el sentido se encuentra en la gramática, puesto que el director siempre se coloca en sus planos al lado de las víctimas, aunque precisamente por ello es importante entender todos los personajes como cazadores cazados. En sus vidas, la violencia es transversal, supuesta causa de que tanto ellos como las situaciones que crean sean dañinas y oscuras, pero parte de un mundo en el que, de algún modo, pretenden encajar. Y sin embargo, ¿es peor la soledad, o esta compañía?

 Cristina Lliteras

  • Gran Premio del Jurado – Festival de Venecia
  • Mejor Película & Premio especial del jurado a Maria Hofstätter – Festival de Gijón

El empleo del tiempo (L’emploi du temps, Laurent Cantet – Francia 2001)

El empleo del tiempo

El tiempo no ha hecho más que otorgarle relevancia a El empleo del tiempo y es que, desde la perspectiva actual, el film del realizador francés une la tragedia personal y el poder metafórico que deviene de la incapacidad social de afrontar conscientemente el fracaso colectivo. Cantet, un cineasta en el que lo social siempre ha jugado un papel destacado (lejos, eso sí, de los maniqueísmos a veces excesivos de los Costa-Gavras, Loach, etc.) no sólo se recrea en lo meramente individual sino que realiza una radiografía de una Europa occidental ya madura para la crisis que se avecinaba, refugiada en sus propios errores, olvidado el arrojo que alguna vez se tuvo ante la amenaza de la renuncia a los acomodaticios bienes burgueses. No parece casual que sus obras posteriores nos siguieran hablando de la explotación sexual en los países tercermundistas, la difícil integración en los nuevos modelos educativos, etc. Su cine tiene algo de presciente, posee la capacidad de definir nuestras incapacidades y plasmarlas en la pantalla y El empleo del tiempo es uno de los mejores ejemplos de dicha capacidad.

Martín Cuesta

  • Don Quijote Award – Festival de Venecia

En el cuarto de Vanda (No quarto da Vanda, Pedro Costa – Portugal 2000)

En el cuarto de Vanda

El cineasta portugués Pedro Costa despidió el siglo XX con En el cuarto de Vanda, obra de carácter documental devenida en ejercicio de pura antropología visual. Se trata de un retrato naturalista de las Fontainhas, uno de los barrios de Lisboa más azotados por la pobreza y la miseria, en el que seguimos los pasos de Vanda Duarte para adentrarnos en el mismo corazón de las tinieblas: ese lugar donde las viviendas se caen a pedazos, donde no existen unas mínimas condiciones de higiene, donde la drogadicción es tan común como la falta de recursos, donde la salud de todos sus habitantes es tan precaria que ni la tos crónica que sufre la protagonista es motivo de alarma para nadie, excepto para el espectador. Costa procura un acercamiento lo menos intrusivo posible a la realidad documentada, para lo cual invisibiliza, tanto como puede, su propia intervención artística; sólo de este modo se entiende el rechazo claro a las filigranas formales o que la cámara, testigo mudo del horror, ni siquiera se preocupe por mantener dentro del encuadre a todos los figurantes que intervienen en alguno de sus diversos cuadros cotidianos (una conversación, una pelea familiar cualquiera). Recordando al José Luis Guerín de En construcción en su búsqueda de la autenticidad y en su aparente carencia de filtros a la hora de dilatar el tiempo, y rehuyendo el morbo fácil y el sensacionalismo en que caen otros autores al ficcionalizar esta tragedia social, Costa nos integra de una forma intensa y feroz en la dura realidad de las zonas depauperadas que existen en cada ciudad, en cada rincón del mundo, dejando por el camino un testimonio de pureza fílmica y humana imperecedero.

Diego Bejarano

  • France Culture Award – Festival de Cannes
  • Premio Don Quijote, Mención especial del Jurrado & Premio del Jurado Joven – Festival de Locarno

En el hoyo (Juan Carlos Rulfo – México 2006)

En el hoyo

En una ciudad tan poblada como la capital de México, con más de quince millones de habitantes y tres de vehículos, se tuvo que levantar entre 2003 y 2006 un anillo aéreo de carretera con el fin de que los automóviles pudieran circular. Cientos de obreros participaron en la construcción de “el segundo piso”, el puente más largo de la historia. En el hoyo es la historia de algunos de ellos, héroes anónimos que entregaron sus vidas a la puesta en pie de una obra mastodóntica que ninguno podría siquiera utilizar una vez terminada. Dentro de la inmensidad del caótico amasijo de hierros y piedras que da forma a su existencia, sus identidades se solapan y distorsionan, pasando inadvertidas para los ojos de los miles de conductores que contemplan la transformación del paisaje urbano día tras día. El modélico punto de vista que adopta ante sus miserias Juan Carlos Rulfo –hijo del escritor Juan Rulfo– queda confirmado con el descomunal plano secuencia que cierra la historia: siete minutos de la carretera desde el aire toman como fondo la particular sinfonía que forman los omnipresentes ruidos cotidianos fundidos con unas declaraciones sobre lo divino y lo humano que únicamente parecen tener valor para quien las toma sin prejuzgar su estoica dignidad, la de quienes aportan todo su aliento para contribuir al bienestar de otros. Ellos son, como dice la leyenda autóctona, las almas que requiere el diablo para que los puentes no se caigan.

Sergio de Benito

  • Gran Premio del Jurado – Festival de Sundance
  • Mejor película – BAFICI
  • Mejor documental – Festival de Karlovy Vary

Fausto (Faust, Alexandr Sokurov – Rusia 2011)

Fausto

Un único plano secuencia le basta y sobra a Alexander Sokurov para definir la pureza de su película, para retratar el mundo de caos, muerte y absurdo, para delimitar el abismo que separa el cielo del averno terrenal. Con una caída lenta y agónica, conducida por los vientos de la inmortalidad, arranca Fausto, cerrando a su vez la tetralogía sobre el poder del cineasta que habían formado anteriormente Moloch (Hitler), Taurus (Lenin) y El Sol (Hirohito). El  texto de Goethe permite a Sokurov retratar a esos monstruos y seres peligrosos que crea la infelicidad en un mundo de ignorancia, desconocimiento, podredumbre, donde la mortalidad, el absurdo y la lascivia cohabitan. El director de El arca rusa dirige esa primera mirada del mundo terrenal y carnal al miembro sexual masculino de un ser humano, muerto y prácticamente diseccionado; abierto desde sus entrañas para descubrir el vacio de un cuerpo sin alma. Después, es momento de atravesar ese sueño alucinatorio que propone el director donde el diablo deja de ser terrible y poderoso para deformarse y quedar debilitado bajo el poder de los propios hombres y, por extensión, de Sokurov.

El autor no se olvida de la belleza. Las imágenes que nos propone parecen arrancadas de su propia alma, desde el carácter claramente pictórico dibujado en la marca de la perfección y la abstracción del amor al surrealismo y el hedonismo… mientras el letargo del tiempo comienza a evaporarse al mismo tiempo que se paraliza en este relato en constante estado de gracia.

Maldito Bastardo

  • León de Oro a la mejor película & Signis Award & Future Film Festival Digital Award – Festival de Venecia
  • Mejor Dirección Artística – Festival de Gijón

Finisterrae (Sergio Caballero – España 2010)

Finisterrae

Quizá, para variar, pueda aprenderse mucho de Finisterrae a través de las reseñas indignadas de los (muchos) que la definen como tomadura de pelo… y es que la película de Sergio Caballero logró el raro objetivo de poner de acuerdo a ese simpático sector que asume como un insulto personal la vulneración de la estructura decimonónica de una obra narrativa como ésta y a los rusófilos más rancios, iracundos por las chanzas a costa de San Andrei Tarkovski y Fray Alexander Sokurov. Resulta obvio que, aunque sólo fuera por esta épica conjunción crítica (?), el film ya habría conseguido una meta reseñable y es que picotear conciencias, remover cimientos  tan consolidados y, en fin, hacer saltar por los aires ciertos lugares comunes convertidos por el paso del tiempo en refugio habitual de cinéfilos perezosos, no es algo que se consiga todos los días. En cualquier caso, si no se reconocen en esos dos fantasmas ansiosos de recuperar su perdida capacidad para el sentimiento, siempre pueden regocijarse con las poderosas imágenes creadas por el dúo Caballero/Grau y si lo hacen recuerden que reírse de los demás siempre debería traer implicado hacerlo, en primer lugar, de uno mismo. Andrei lo hubiera hecho (creo).

Martín Cuesta

  • Tiger Award a la mejor película – Festival de Rotterdam

Jindabyne (Ray Lawrence – Australia 2006)

Jindabyne

A partir de la voz de Raymond Carver en su cuento So Much Water So Close To Home, Jindabyne ahonda en la fractura social que supone la decisión de un grupo de amigos que encuentra el cuerpo de una joven muerta en un río. Su acuerdo de denunciar el hecho una vez su viaje ha concluido tendrá un efecto en todos los miembros de su comunidad y de su familia, donde aparecerá una dualidad entre el olvido y la necesidad moral de pedir disculpas por su error.

Aunque el asesinato nada tiene que ver con esta pequeña comunidad australiana, el suceso se vuelve una historia sobre sus ciudadanos, que mostrará la brecha, aún no insalvable, entre hombres y mujeres y entre grupos étnicos. Con un asesinato como punto de partida, la película indaga en cómo uno aprende a vivir con la violencia, activa y pasiva, a través de no purgar a tiempo unos fantasmas que se perpetuarán de una generación a otra.

El pueblo de Jindabyne le permitió a Ray Lawrence mostrar en su tercera película la aridez de un terreno bello y misterioso, sobre el que se acerca y se aleja constantemente como si quisiera contarnos algo que los personajes no aciertan a decir. En este sentido, la película consigue una textura que parece llamada a ser el espacio para las reflexiones durante el propio metraje, a lo que contribuyen unas dos horas que pueden resultar densas. En cambio, lo bueno de no aplicar la tijera es un guion plagado de matices, tanto los que preparan el inicio de la trama como los que la presentan la analizan, donde Laura Linney y Gabriel Byrne encabezan un reparto espléndido, medido y silencioso, pero robusto en su aparente superficialidad.

Cristina Lliteras

  • Mejor actriz (Laura Linney) & Mejor música – SEMINCI

Kinatay (Brillante Mendoza – Filipinas 2009)

Kinatay

Planteada como un viaje desde el realismo a los más oscuros pasajes del thriller, Kinatay (Brillante Mendoza, 2009) es un formidable retrato de la sociedad filipina que, en la línea del cineasta, esquiva serlo. Brillante Mendoza aporta desde el comienzo una naturalidad con su cámara -casi documental- capaz de transitar la cotidianidad del día a día para, conforme cae la noche, adentrarse en los abismos insoslayables de un mundo en el que la corrupción parte de la institución y la sociedad está absorbida por el espectáculo televisivo. Es a ese enfrentamiento abstracto al que se somete su joven protagonista, un estudiante de criminología que acepta formar parte de un trabajo sucio para gente importante con el que ganar un dinero que ayudaría a su familia. Lo que ni él ni el espectador saben (ni tampoco comprenden) es que su viaje irá más allá de un viaje en coche de un prostíbulo a una casa abandonada, recorre una anatomía moral, un estado mental, la incapacidad de poder cambiar la realidad, observarla y al mismo tiempo sentir culpabilidad por tener las manos manchadas. Un film incómodo por ejemplar, ya se encargan otros de hacernos pensar que solamente es una noticia más que rellenar.

Antonio M. Arenas – Revista Magnolia

  • Premio al Mejor Director – Festival de Cannes
  • Mejor Dirección & Mejor Banda Sonora Original – Festival de Sitges

La boda de Tuya (Tu ya de hun shi, Wang Quan’an – China 2006)

La boda de Tuya

En la línea del cine rumano en cuanto a la narración de la cotidianidad de lo que cuenta y la crudeza con la que lo hace se nos introduce en la historia de Tuya, una joven pastora de una región de la Mongolia rural profunda que lucha por sobrevivir junto a su marido impedido y sus dos hijos.

Debido a una serie de circunstancias, Tuya no ve otra salida que la de divorciarse de su marido para volver a casarse y poder sacar adelante a su familia. El problema viene cuando Tuya, a pesar de aceptar dejar atrás su vida actual, no cede en cuanto al hecho de abandonar a su marido e impone a sus pretendientes la condición de que éste viva con ellos.

No hay adornos, las cosas son como son y las decisiones deben tomarse en función de un sentido práctico de la vida, dejando de lado otras cuestiones. El director no juzga ni los comportamientos ni motivaciones de los personajes de lo que resulta una cinta muy interesante sostenida por las magníficas interpretaciones de sus actores.

Laura Merlo Solano

  • Oso de Oro a la mejor película & Premio del Jurado Ecuménico – Festival de Berlín
  • Hugo de Plata a la mejor actriz & Premio Especial del Jurado – Festival de Chicago

La comedia de la vida (Du levande, Roy Andersson – Suecia 2007)

La comedia de la vida

Como si la vida misma pudiera ser un solo argumento, Roy Andersson hilvana una serie de historias sin aparente nexo común en su quinto largometraje. Con la repetición de algunos lugares o personajes, esta película muestra situaciones cotidianas sin desarrollo ni trama, por lo que podemos hablar de secuencias introductorias de una historia que jamás se narra. Es por ello que La comedia de la vida bien puede considerarse una cinta que habla de la mirada, un ejercicio de perspectiva y de indagar por un plano casi siempre inmóvil. Más que a una película, el resultado se parece al análisis de pinturas o fotografías, en este caso con sonido y movimiento.

Este catálogo de gente sin pelos en la lengua está plagado de absurdo y de un humor bastante ácido. Tanto si estamos ante una secuencia o ante un simple momento, Andersson se ríe como se reían Tati o Berlanga del ir para volver, del decir para no decir nada. En estos fríos espacios interiores, muchos de los personajes pueden no tener la necesidad de girarse o de mirarse entre sí, y su función puramente individual en ocasiones se aísla rompiendo la cuarta pared. La disposición coral de un reparto muy poblado convierten esta película en una sucesión de sketches, curiosos y bizarros, sin más denominador común que burlarse de lo trágico y lo cómico que puede ser vivir.

Cristina Lliteras

  • Hugo de Plata al Mejor Director – Festival de Chicago

La cuestión humana (La question humaine, Nicolas Klotz – Francia 2007)

La cuestión humana

Pese a los vanos intentos de reprimirlo, el pasado puede aflorar en situaciones y espacios insospechados. En parte porque el presente no es más que una construcción a partir de las bases de ese mismo pasado, a veces tan traumático. Lo audaz de la magnífica propuesta de Nicolas Klotz parte, precisamente, de utilizar lo pretérito no sólo para dar visibilidad a la memoria de un contexto histórico que creíamos superado, sino también como mecanismo para dibujar, -en el marco de una enorme multinacional alemana instalada en Francia- una negra parábola de un presente degradado y engullido por el neoliberalismo más salvaje.

Aquí, en el mismo corazón del sistema capitalista, un pasado tan oscuro como los trajes de los directivos que deambulan por los fríos y asépticos despachos de ese monstruo de acero y cemento; emerge para hacer tambalear el metódico y apático mundo de Simon Kessler, el intermediario que dice no mancharse las manos a la hora de seleccionar aquellos que han pasado a ser prescindibles para los intereses de la empresa, mientras mata las noches entre oníricas y pesadillescas raves y una constante huida del compromiso. Reestructuración dirán ellos. Bajo la neutralidad de la palabra y del lenguaje técnico y desalmado, el individuo es solo mercancía. El mismo lenguaje que inundaba los informes de aquellos campos de la muerte de las SS. El de esos números impresos en una pared revelados mediante un travelling lateral cuyo significativo contraplano es, ni más ni menos, una chimenea escupiendo humo blanco a un cielo azul.

Daniel Jiménez

  • Mejor actor & Mejor dirección artística – Festival de Gijón
  • Mejor película (Cisne de oro) – Festival de Copenhague

La pequeña Venecia (Io sono Li, Andrea Segre – Italia 2011)

La pequeña Venecia

La primera película de ficción de Andrea Segre nacía como una mirada fresca a la inmigración, representada por la llegada de una china a un pequeño pueblo de pescadores cerca de Venecia. De un modo inteligente y sutil, la película mezcla los estereotipos de la inmigración con el mestizaje cultural, ofreciendo unos poéticos planos de agua y niebla que difuminan fronteras y evitan la tierra.

Junto con las dificultades de ser la recién llegada, Shun Li (Tao Zhao) suma la añoranza que siente por su hijo de ocho años, quien se reunirá con ella cuando acabe de pagar una misteriosa deuda que la película presenta como un símbolo. Sus chapurreos en italiano y su falta de habilidades sociales tendrán un interesante espejo en uno de los jubilados que acuden al bar donde trabaja la joven, Bepi (Rade Serbedzija), a quien sus amigos llaman ‘El Poeta’ sencillamente porque hace rimas. Mucho antes de tener su apodo registrado y de hablar un italiano perfecto, Bepi era Shun Li, es decir, un inmigrado proveniente de Yugoslavia, su país y un lugar que murió antes que él.

Ni Shun Li ni Bepi son personajes sencillos, ambos cargan con un bagaje personal que los acerca, más allá de tiempo y espacio. La pequeña Venecia sigue los pasos de esta relación, estableciendo de nuevo una lucha entre tópicos que incluir y tópicos de los que huir, algo sazonado con unos personajes secundarios ricos, que a la vez ceden la primera fila a sus dos protagonistas. Estos, por su parte, llevan el peso de la película con sosiego y lentitud, creando un universo de sensaciones no contadas.

Cristina Lliteras

  • FEDIC Award, Premio Laterna Magica & Premio Lina Mangiacapre – Festival de Venecia
  • Satyajit Ray Award – Festival de Londres

La vida útil (Federico Veiroj – Uruguay 2010)

La vida útil

Si algo temía con La vida útil era que fuera un sentido homenaje al cine. Es todo un pequeño subgénero el de los autores que muestran su pasión por el (sigh) Séptimo Arte, creando un cine que habla sobre cine con el propósito de aullar su pasión por éste. Es difícil bordear con éxito la ñoñería cuando uno pretende ensalzar mediante un arte ese arte mismo.

Mis temores venían por haber leído la sinopsis, en la que se nos explica que nuestro protagonista, Jorge, trabaja en una cinemateca. El miedo se disuelve al ver cómo es esto presentado: una pasión lánguida y al borde de la catatonia. Una cinemateca vetusta, donde también los cinéfagos están cubiertos de polvo y carentes de cualquier tipo de gloria. Mediante una sucia fotografía en blanco y negro se nos muestra una vida lenta en plano fijo, en la que el espectador ha de deducir qué pequeña cosa está sucediendo en cada momento.

“La formación del espectador…”

Nuestra protagonista realiza esfuerzos en pos de que la carcoma no derribe su santuario pero incluso cuando hace algo parece que no esté haciendo nada, actuando por una inercia producto de un movimiento que ya ni recuerda. Todo se nos muestra con uso maestro de la ausencia de recursos: hasta el sonido se siente polvoriento y los planos tristes. Y, a pesar de todo, esta película, es una comedia. Porque, de repente, entra la música y, de repente, la cámara se mueve y los encuadres cambian ¿O qué podría esperar que sucediera cualquier buen cinéfilo?.

La vida útil recuerda a esas pobres especies animales que se creen a punto de extinguirse porque sólo se conocen unos pocos ejemplares y todos los que hemos visto eran machos. No creo que se pueda comparar a muchas otras.

Snuff

  • Premio Feisal & Mejor actor – BAFICI

Las acacias (Pablo Giorgelli – Argentina 2011)

Las acacias

De lejos, Las acacias podría parecer una historia mínima argentina más: guión sencillo, actores naturales y mucho diálogo para una historia sentimental, bienintencionada y trillada. Es más, una visión poco atenta, que se acerque con prejuicio, quizá vea confirmado el temor; pero el caso es que la película comienza con un plano mucho más misterioso de lo habitual en ese cine que algunos temen, un plano cuyo significado literal solo entendemos más tarde y cuyo significado simbólico nunca se explicita, lo que debería alertar de que la película no será el temido cliché.

Y después todo se desarrolla con poca cháchara, al menos por una de las partes, y con muchos silencios, muchos sobreentendidos, y mucho más a base de sutilezas y ambigüedades que de moralejas y refranes. Sin llegar a la radicalidad de, digamos, una Lucrecia Martel, y desde luego con un tono más cercano al humanismo que a la mala baba marteliana, estamos más en los territorios del laconismo y la observación puramente visual que en los de la prolijidad verbosa de un Campanella.

Uno puede quedarse, si quiere, con que Las acacias es sólo una amable historia de mutuo conocimiento y casi-amor, pero también se puede prestar atención a todo lo que la película no verbaliza pero sí muestra, y descubrir un amargo y nada complaciente (aunque nunca gratuitamente derrotista) discurso sobre las raíces y su carencia, sobre los muchos peajes que la emigración y el viaje constante obligan a pagar, sobre soledades errantes y sobre árboles que resisten las condiciones más penosas a base de hacerse correosos, duros y feos. Una lección de cómo el aspecto más sencillo y amable puede esconder una película compleja, profunda y con más misterios de los que aparenta.

McTeague

  • Cámara de Oro, Young Critics Award & ACID Award – Festival de Cannes
  • Premio Horizontes – Festival de San Sebastián
  • Mejor Ópera prima – Festival de Londres

Le quattro volte (Michelangelo Frammartino – Italia 2010)

Le quattro volte

La segunda película de Michelangelo Frammartino es un verdadero ejercicio de contemplación que roza lo no narrativo, especialmente con una forma abstracta que nos lleva a digerir sensaciones y atmósferas antes que entender el argumento que subyace. Éste, como indica el título de la cinta, explica los cuatro giros que experimenta un ente durante una vida, siguiendo las enseñanzas de Pitágoras.

Sin embargo, ni el nombre del pensador griego ni ningún apoyo verbal aparecen durante toda la película, vacía de diálogos y llena de los sonidos de una historia que quiere observar la naturaleza y sus procesos. Sus generosos planos generales acompasan una visión poética y bucólica de un pequeño pueblo en Calabria, donde un pastor moribundo, una cabra recién nacida y un árbol comparten protagonismo.

Es imprescindible enfrentarse a Le quattro volte con paciencia y optimismo. Pocas veces una película elige contar a través de la mera observación y explicar una vez llega el final, momento en el que entonces cada pieza se coloca en su lugar. Lo cierto es que el camino puede ser más tortuoso que misterioso, y que el sentido puede no satisfacer a todos los espectadores. Será necesario tener paciencia y afrontar este título con una mirada serena, lo que sin duda confiere posibilidades infinitas a una historia universal que cala por su sensibilidad y su belleza.

Cristina Lliteras

  • Label Europa Cinemas – Festival de Cannes

Lejano (Uzak, Nuri Bilge Ceylan – Turquía 2002)

Lejano

La vida nos demuestra cada día que la felicidad es un sentimiento tan apreciado como lejano. La tristeza, en cambio, campa a sus anchas a nuestro alrededor. En las grandes ciudades como Estambul, dos hombres conviven en silencio bajo la nieve. Son Mahmut y Yusuf, protagonistas de Lejano y parientes que encarnan dos generaciones turcas: Mahmut, el fotógrafo hecho a sí mismo y con un matrimonio frustrado; Yusuf, el joven que busca en la gran ciudad un trabajo inexistente. Acostumbrado a la soledad de su apartamento, Mahmut no ve con buenos ojos la llegada del chico del pueblo, cuyo desorden pone a prueba sus nervios. A falta de palabras, que apenas manchan el guion, las miradas traducen el interior de los personajes. Miradas que hablan de pena, soledad y frustración por el fracaso. Para uno, ese fracaso significa la pérdida de un amor. Para el otro, las horas muertas en el puerto en busca de un barco que le dé faena.

El éxito es tan lejano como la felicidad, de ahí que el director Nuri Bilge Ceylan imprima un ritmo pausado al film. Los paseos, los cigarrillos… todo se consume despacio. Sin embargo, el cineasta sólo tuvo que esperar a 2003 para recoger el Gran Premio del Jurado de Cannes y el Premio FIPRESCI en San Sebastián.

Elena Jorreto

  • Gran Premio del Jurado & Mejor actor – Festival de Cannes
  • Premio Especial del Jurado (Hugo de Plata) – Festival de Chicago
  • FIPRESCI – Festival de San Sebastián

Los condenados (Isaki Lacuesta – España 2009)

Los condenados

Desenterrar para volver a enterrar. ¿Redundancia histórica o consuelo eterno? Ésa es la cuestión que se plantean los condenados al duelo de los suyos: guerrilleros que descansan bajo la tierra, asesinados por rebelarse contra la dictadura. En el caso que nos ocupa, el de Ezequiel, un grupo de voluntarios excava la selva argentina en su búsqueda.

Los dirige Martín, un antiguo compañero de guerrilla que, después de 30 años, regresa desde España al valle donde luchó junto a su amigo asesinado. Él será, junto a Raúl -el otro superviviente del grupo en la lucha armada- el responsable de las excavaciones. Este intento de sanar la pérdida se revela como un proceso complejo en el que Martín recibirá los viejos reproches de la familia de Ezequiel por haber abandonado la revolución.

Quizás no eligieron el momento adecuado, quizás se adelantaron… Las dudas teóricas de los viejos combatientes recargan el aire de su cabaña andina, mientras todos tratan de convencer a Silvia de que apruebe la exhumación de su padre. Pero el vacío de las fosas abiertas y la inquietud creciente de Martín acaban condenando al grupo al desasosiego.

Elena Jorreto

  • FIPRESCI – Festival de San Sebastián

Louise-Michel (Benoît Delépine & Gustave de Kervern – Francia 2008)

Louise-Michel

Desde el sketch inicial Gustave de Kervern y Benoît Delépine provocan que se encienda la ‘llama’ en el espectador. Francia es el país de las comedias (negras) sociales más exitosas en taquilla pero también de cintas como Arcadia de Constantin Costa-Gavras, donde ya en 2005 se divisaban las carencias de nuestro sistema capitalista abocado al máximo beneficio sin importarle los costes humanos. Olvídense por un momento del Tati más surrealista y del Jean-Pierre Jeunet más excesivo porque Louise-Michel quedará en la memoria cinéfila como la comedia independiente más retorcida, negra y sarcástica parida por el reciente cine galo. Si alguien espera un tono similar al ofrecido en Cómo acabar con tu jefe de Seth Gordon puede preparar su finiquito. Lo políticamente incorrecto queda como credencial de la cinta, como si los directores hubieran embrutecido a los hermanos Coen o volteado al Kaurismäki más minimalista por la vertiente freak con sintonía de Daniel Johnston. Importa la comedia de situación, donde desde el plano fijo se dibuja el sketch o el negrísimo humor en el que se baña una ácida crítica social.

No estamos ante un retrato contemporáneo de la célebre anarquista francesa aunque sí existe un reflejo revolucionario en enfrentarse a esos tiburones que provocaron la crisis financiera y disponemos de cierto retrato perfilado sobre la ambigüedad sexual. Louise-Michel es posiblemente la comedia más atípica e inhóspita que nos ha brindando el cine francés, donde el absurdo prevalece en ese mundo irracional e ilógico donde vivimos… aunque siempre con un halo de esperanza ante la abismal tristeza.

Maldito Bastardo

  • Premio especial del Jurado – Festival de Sundance
  • Mejor guión – Festival de San Sebastián

Lourdes (Jessica Hausner – Austria 2009)

Lourdes

Lourdes es una película tan oblicua como su plano inicial, un comedor de un albergue para peregrinos del santuario de la virgen de Lourdes filmado desde alguna esquina de su techo. Ese santuario se podría prestar a una sátira feroz, berlanguiana, sobre el consumismo y la explotación de lo religioso y, sin embargo, muchos de los que esperaban eso se sintieron tan estafados como el enfermo que se va de Lourdes sin su curación.

Y no es que no haya sátira: la hay, aunque es sutil y se cuida de llegar a conclusiones, pero Jessica Hausner quiere ir más allá, e interrogarse sobre por qué existe un lugar como ése, sobre qué es lo que buscamos ahí. Desde el momento en que un sacerdote pregunta a la protagonista si cree que las personas que pueden caminar son automáticamente más felices, la palabra “felicidad” aparecerá más veces, incluyendo el conmovedor final de la película, a los inesperados acordes de la canción Felicitá de Romina y Al Bano. Y de eso trata en realidad Lourdes, no de la Iglesia y sus posibles estafas, sino de los modos extraños en que los humanos buscamos la felicidad, creyendo siempre que está a un paso, detrás justo de esa puerta que no podemos cruzar, rezando incluso a vírgenes de neón para que nos ayuden a cruzarla.

La mirada oblicua que Hausner muestra desde el principio le permite esquivar las dianas más facilonas y llegar a la trastienda de toda la parafernalia eclesiástica para revelar el deseo humano que la sostiene. Y lo mejor es que, pareciendo a primera vista que vamos a encontrar bien esa sátira feroz o bien el contundente cinismo distanciado que uno podría esperar en una discípula de Michael Haneke, acabamos encontrando un humanismo nada blando que, sin renunciar a una agudísima ironía ni a la distancia crítica, se cuida mucho de juzgar y trata en cambio de mostrar, comprender e iluminar.

McTeague

  • FIPRESCI, Brian Award, SIGNIS Award & Sergio Trassati Award – Festival de Venecia

Love exposure (Ai no mukidashi, Sion Sono – Japón 2008)

Love exposure

Tan épica como el Bolero de Ravel que baña gran parte de la cinta, Love Exposure puede ser la historia de amor más grande jamás contada. Desde el planteamiento a su misma concepción, pasando por todos los estratos y dejándonos cuatro horas de gran cine. Una mezcolanza de géneros e influencias que casan a la perfección, que emociona, que angustia, que divierte y que entretiene. Todo tiene cabida y es por ello que hay que afrontar Love Exposure esperando todo. No hagan planes porque cuando comiencen a verla es probable que, antes de que se den cuenta, se les hayan acabado las horas del día.

Pero si la heterogeneidad de una película tan extrema es una de sus marcas de identidad, la otra es que se trata de un producto genuinamente japonés, que juega con los clichés de la cultura popular que exportan a todo el mundo.  Casi todo lo que puedan imaginar sobre el país del sol naciente tiene su espacio en la obra, destacando la hilarante combinación explosiva de kung-fu y hentai. Sion Sono, el realizador de tan ambiciosa película, pone el centro de su obra en el milagro más improbable de todos los tiempos y sustenta el peso al completo en tres ideas: la fe, el amor y la esperanza. Pero cuando todo desaparezca, lo único que permanece es el amor. Un amor tan grande y tan único como el que transmite Sono al mundo con esta personalísima epopeya romántica.

José Manuel Rebollo

  • FIPRESCI & Caligari Film Award – Festival de Berlín

Martes, después de Navidad (Marti, Dupa Craciun, Radu Muntean – Rumanía 2010)

Martes, después de navidad

El Nuevo Cine Rumano sobresalía por construir una mirada a los problemas de su país desde las consecuencias de la dictadura de Ceaucescu. Un pasado que surge como telón de fondo en el seguimiento exhaustivo –casi a tiempo real- de los dramáticos o incluso absurdos sucesos de sus personajes. Películas como 4 meses, 3 semanas, 2 días (Cristian Mungiu, 2007) o La muerte del Sr. Lazarescu (Cristi Puiu, 2005) nos permiten entablar un tardío reflejo de la sociedad rumana, por ello, aunque compartan rasgos estilísticos, más allá de situar Martes, después de Navidad (Radu Muntean, 2010) entre las películas fundamentales de la ola, el film destaca por sus rasgos contemporáneos aplicables a toda sociedad occidental.

Rodada en largos y fijos planos secuencia, en ocasiones de disposición teatral, el film de Radu Muntean sitúa al espectador a modo de voyeur en la toma de decisión de su protagonista, un padre de familia con una relación extra-matrimonial que pocos días antes de Navidad tendrá que elegir entre ambas vidas. Ya que en ocasiones no resta salida ni solución correcta para nuestros actos, la cámara tampoco los concede. La aproximación al dilema queda lejos de lecciones morales o discursos éticos gracias al absoluto distanciamiento desde la puesta en escena, capaz de concedernos con sutileza la fragilidad de cualquier convicción, así como el miedo al arrepentimiento. Pocas películas tan maduras sobre un tema que, en cambio, lo parece tan poco. En tiempo de celebrar las fiestas navideñas, de repente los villancicos parecen las canciones más tristes de la tierra. ¿Y qué hay después de la Navidad si no es tristeza?

Antonio M. Arenas – Revista Magnolia

  • Mejor película, Mejor actor & Mejor actriz – Festival de Gijón

Misterios de Lisboa (Mistérios de Lisboa, Raúl Ruiz – Portugal 2010)

Misterios de Lisboa

No andaba descaminado el padre Dinis… “O misterio é provocador”. Hasta el punto de disfrazarlo de gitano para salvar la vida de un bebé, Pedro da Silva, al que educará en un seminario, lejos de intrigas malévolas. La madre del niño, una marquesa desheredada e infeliz, se deshace de él porque no puede mantenerlo. En este retrato colectivo del Portugal decimonónico nadie es lo que parece, ni siquiera «Comefacas» (Comecuchillos), un matarife convertido en hombre de negocios gracias a la piratería.

Con la invasión napoleónica de 1807 como telón de fondo, Raúl Ruiz -director de obras como El tiempo recobrado– recrea con maestría las intrigas de la corte lisboeta. El cineasta chileno se sirve de los rostros reflejados en cuadros y espejos para transmitir la ambigüedad de sus protagonistas, que esconden los secretos de alcoba. Ellos son los títeres del teatrillo que, a modo de intertítulo, lleva el compás en este drama romántico que viaja de Portugal a Francia, Italia y Marruecos. Su épica, ambición y justicia recuerdan a grandes obras de duración similar, como El Conde de Montecristo. Eso sí, con la esencia realista de Eça de Queiroz en El crimen del padre Amaro.

Elena Jorreto

  • Concha de Plata al mejor director – Festival de San Sebastián

Moolaadé (Ousmane Sembene – Senegal 2004)

Moolade

Moolaadé es una cinta obligada tanto para el cinéfil@ como para la persona.

Es obligada porque demuestra que eso del cine no sólo es algo que inventaron los franceses y explotaron los estadounidenses, sino que en cada hueco de este mundo, hay alguien con ganas, talento e imaginación suficiente para crear obras atemporales. Una pena que sean películas malditas solo por su lugar de procedencia.

Es obligada porque es la última obra de Ousmane Sembene, uno de los grandes intelectuales africanos. Descubrir su filmografía debería ser un placer que cualquier cinéfilo debería experimentar.

Es obligada porque usa el cine como herramienta de denuncia, con una capacidad para mostrar realidades y remover conciencias acerca de  estúpidas leyes tribales alejadas de la razón. Imposible ver Moolaadé solo como espectador. Te mueve y te conmueve. Pero alejada del moralismo que envenena la mayoría del cine social.

Es obligada porque es un viaje al corazón de África, tan lejos y tan cerca. Imposible no mirar cual antropólogo extrañado esta pequeña aldea, todo en ella fascina: Sus casas de adobe, sus ropas llenas de color, las conexiones establecidas en estas familias polígamas, su sociedad tribal, su forma de vida modesta y abierta, pero también arcaica llena de ritos y leyes, en donde el islam y la religión animista conviven unidas con miedo al progreso y al cambio. Una película brillantemente feminista a pesar de establecerse en esta sociedad machista y represiva, sin piedad y por momentos descarnada, la mujer, ésa que trae al mundo a reyes y a valientes, acaba siendo dueña de su destino.

Es obligada porque verla produce felicidad a pesar de toda la brutalidad que se muestra, porque tiene una honestidad que rara vez podemos contemplar, porque se ve en un suspiro y se rumia durante horas, porque es valiente y por su autocrítica, rescatando lo bueno y con ansias por cambiar lo malo.

En definitiva, Moolaadé es obligada porque es una obra redonda.

Charlotte Harris

  • Premio Un Certain regard & Premio Jurado Ecuménico (Mención Especial) – Festival de Cannes

Old Joy (Kelly Reichardt – Estados Unidos 2006)

Old Joy

La directora Kelly Reichardt, más tarde conocida por sus filmes protagonizados por Michelle Williams (Wendy y Lucy y Meek’s Cutoff), sorprendió a propios y extraños en 2006 con una película que ahonda, a través de personajes opuestos, en las posibilidades del estatismo y del cambio en tanto filosofías de vida dentro del modelo social establecido. En Old Joy late el mismo tono elegíaco al que Peckinpah supo insuflar vida en su obra maestra Pat Garrett y Billy The Kid, que aquí se hace presente, de nuevo, a través de la historia de una vieja amistad condenada a traicionarse, a darse la espalda, a escindirse en opciones vitales que se excluyen por necesidad. La película bucea, con tacto y sutileza, en el intento frustrado de sus dos protagonistas, Kurt y Mark, de mantener a flote un vínculo que, sólo sustentado por la nostalgia y la complicidad de los viejos tiempos, está irremisiblemente destinado a la extinción. Reichardt propone un viaje de no retorno por las montañas de Oregón en el que asistiremos, a través de miradas, diálogos que esconden más de lo que aparentan y, sobre todo, silencios dolorosamente expresivos, a la constatación de algunos de los más universales miedos de juventud, dando como resultado una obra ya paradigmática del cine independiente americano del nuevo siglo.

Diego Bejarano

  • Tiger Award a la mejor película – Festival de Rotterdam

Optimistas (Optimisti, Goran Paskaljevic – Serbia 2006)

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Serbia tras la caída de Milosevic. Un país sumido en la ruina económica y moral cuyos habitantes buscan un mínimo atisbo de esperanza para poder levantarse cada mañana a seguir teniendo esa misma esperanza de poder salir adelante, es el entorno en el que el director Goran Paskaljevic sitúa las cinco historias que componen Optimistas. Cinco episodios diferentes protagonizados todos por Lazar Ristovski en distintos papeles que no tienen nada que ver unos con otros, y que, mediante un humor negrísimo que en ocasiones puede costar apreciar, tienen el nexo común de contar historias sobre personas que, a pesar de encontrarse en situaciones desesperadas y difícilmente solucionables, es capaz de dejarse convencer por cualquiera que le proporcione un mínimo de optimismo que les saque de la resignación a la que han acabado sucumbiendo. Optimistas es una metáfora tragicómica sobre la antigua Yugoslavia encarnada en esos personajes enfermos y desvalidos que son engañados por otros que les ofrecen una solución rápida a sus conflictos humillándoles, violándoles, robándoles e incluso desentendiéndose de ellos tal y como gobernantes como Milosevic y la comunidad internacional hicieron con el país. Un retrato triste y devastador de un pueblo que se aferra a la idea de volver a ser lo que era antes de ser vapuleado por las ansias de poder de gobernantes sin escrúpulos, que deja un nudo en el estómago de quien sabe ver más allá del sarcasmo de Paskaljevic.

Mª Carmen Fúnez Galán

  • Espiga de Oro a la mejor película & Premio del Jurado Joven – SEMINCI

Poesía y juventud (La faute a Voltaire, Abdellatif Kechiche – Francia 2001)

Poesía y juventud

El cineasta que ha teñido el 2013 de azul con La vida de Adèle ya sentaba las bases de un estilo muy personal 13 años atrás con Poesía y juventud. En su primera obra, Abtellatif Kechiche escogió contar la experiencia de un joven que llegaba a Francia desde África para buscar un futuro mejor. También tomándose su tiempo, Jallel aprenderá a sobrevivir en París mientras descubre el amor y la amistad durante las dos horas de metraje.

Uniendo los significados del título original y el título español, uno puede acercarse a entender las intenciones del cineasta. Con la poesía como un símbolo en varios momentos de la película, Jallel será la imagen de una esperanza que le hace mirar la vida con unos ojos libres de juicios, de quien es joven más allá de la edad. Sin embargo, las reglas de un país o el dolor que pueden causarnos aquellos a quienes amamos serán los factores externos que no harán tan fácil su sueño. Pero la culpa es de Voltaire, como dice el título original de la cinta, símbolo aquí de las trabas que en Occidente y en el mundo de los adultos encontrará Jallel.

Lo que cuenta es levantarse, ésa es la filosofía de Poesía y juventud, una cinta que se parte en dos al igual que lo hace la vida de su protagonista, encarnado por Sami Bouajila con dignidad pero sin la brillantez de Élodie Bouchez. Y es que la actriz ya demostraba una de las grandes cualidades de Kechiche: su exquisita elección de casting. Con ella, tanto la vida de Jallel como la propia cinta cobran una segunda dimensión que consolida un guion excelente, con el que se desmenuza cada detalle de una historia humana y atemporal.

Cristina Lliteras

  • Luigi de Laurentiis Award & CinemAvvenire Award – Festival de Venecia

Policía, adjetivo (Politist, adjectiv, Corneliu Porumboiu – Rumanía 2009)

Policía,adjetivo

Policía, adjetivo es una película extremadamente violenta. Y sin embargo carece de actividad corporal contundente y de nula agresividad visual. No existe contenido alguno que pueda atentar contra el espectador pero define su raíz dramática desde la violencia. La que establece con su propia constitución como película de género. La segunda película de Corneliu Porumboiu se edifica desde la ausencia, como buena parte del cine rumano de última hornada. Ausencia de retórica, sí, pero también ausencia como exploración del vacío existencial. Por ello, Cristi, el protagonista, siempre irrumpe en el plano como un intruso, como ajeno al espacio que habita. En consecuencia, Porumboiu va a negarle por sistema la presencia frontal dentro del marco visual, porque es un personaje con una identidad quebrada. Y para ello aplica una metodología basada en el aparente registro impersonal de todo lo opaco que lleva consigo lo banal.

No obstante, todas las constantes prototípicas del género policial aparecen presentes en el vía crucis de Cristi, un joven policía que se pasa 8 días siguiendo a un adolescente, presuntamente acusado de fumar y traficar hachís. En lo ridículo del presunto delito, en la atonía de la puesta en escena y en la delectación por los tiempos muertos constituidos en sintaxis primaria del plano secuencia, los juegos dialécticos sustituyen a la acción física. Y el film funda el conflicto principal de su personaje, atender a su propia conciencia moral frente al acatamiento a la ley institucional, mientras Porumboiu desliza una hábil reflexión autoconsciente sobre el estatuto de la ficción a partir de la confrontación entre imagen y palabra.

Con un fino y agudo sarcasmo, con una sutil y agazapada voluntad de denuncia de la institución policial, Policía, adjetivo se erige en una refrescante película de género que toma por bandera lo insólito y se convierte en una brillante rara avis película de género que no niega las leyes pero tampoco las acata, lo mismo que le pasa a Cristi.

Manu Argüelles – Cine Divergente

  • Premio Un Certain Regard & FIPRESCI – Festival de Cannes
  • Mejor Director & Mejor Actor – BAFICI

Secret sunshine (Milyang, Lee Chang-dong – Corea del Sur 2007)

Secret sunshine

Con el éxito del reciente thriller Prisioneros, no hay que remontarse muchos años para encontramos una visión más mística, con menos suspense pero más realista en el tema central  y con el indispensable sello de originalidad procedente de Corea del Sur. Secret Sunshine se divide en tres actos diferenciados correspondientes a nudo, desarrollo y conclusión. Una joven viuda se muda junto a su hijo a la ciudad de origen de su difunto esposo. En estas circunstancias empieza a poner los cimientos de una nueva vida pero todas sus esperanzas se verán desvanecidas. El neorrealismo de la primera mitad impacta de lleno con una segunda hora llena de desazón, en la que seguimos los avatares de Shin-Ae (una Jeon Do-Yeon reconocida por el Festival de Cannes como mejor actriz), que se debate entre abrazar la fe o rechazarla escépticamente.

Todo ello en un marco importante, la pequeña ciudad de Miryang y sus opresivos personajes. “Un lugar como cualquier otro” que acaba siendo escenario de lo que pudiera haber sido un melodrama cuando gracias al trabajo del realizador Lee Chang-dong sobre la guerra personal contra un Dios que no cesa de observarnos: ¿un chivo expiatorio cuando se trata de buscar culpables o un consuelo cuando no tenemos nada a lo que aferrarnos? La visión de Chang-dong no resolverá nuestra duda de forma contundente, pero su secreto quizás lo podamos desvelar disfrutando de esta película.

José Manuel Rebollo

  •  Premio a la Mejor actriz – Festival de Cannes

Stopped on track (Halt auf freier Strecke, Andreas Dresen – Alemania 2011)

Stopped on track

Pocas películas son las que han afrontado el desarrollo de una enfermedad terminal sin caer en el melodrama o en el planteamiento esperanzador sacado de un libro de autoayuda como Stopped on track. El alemán Andreas Dresen nos muestra sin tapujos la degradación de las facultades físicas y mentales que se va produciendo en el protagonista, a quien ya en la primera escena acompañamos a escuchar de boca de su doctor que padece un tumor cerebral que va a acabar con su vida en dos meses. No hay dramas, sólo consternación y aceptación de lo que a partir de ese momento va a suponer un cambio radical en él y en su familia. Acompañado por las frías imágenes del invierno y por el tic tac de un metrónomo que anuncia su fin, asistimos al día a día de un tumor que va creciendo en la cabeza de Frank hasta alcanzar forma humana en su delirio, a la desesperación de su mujer ante su propia impotencia para calmar sus ataques y al desconcierto de sus hijos que ven impasibles como su padre se consume ante sus ojos. Desgarrador y realista como pocos es el trabajo que el actor Milan Peschel realiza en Stopped on track, una película demoledora y hermosa a partes iguales.

Mª Carmen Fúnez Galán

  • Premio Un Certain Regard – Festival de Cannes
  • Premio al Mejor actor – Festival de Las Palmas

Strings (Anders Rønnow Klarlund – Dinamarca, 2004)

Strings

El cine con marionetas gozó de un mayor apogeo durante los años 80 y 90; sin embargo, en el año 2004 las marionetas cobraron vida con inusitada fuerza en Strings, un oscuro cuento repleto de lirismo sobre un joven (al que pone voz James McAvoy) que iniciará un viaje en busca de venganza por la muerte de su padre. Una historia sencilla -para un trabajo nada simple- en la que se entrelazan temas como la guerra, la traición, la venganza, el amor, las ambiciones o el sentido de la vida de las marionetas, todo condensado en tan solo hora y media de película. Un universo de madera y cuerda perfectamente hilvanado en el que los hilos determinan el carácter de cada personaje, y éstos están definidos con un detalle y un mimo tan excepcionales que ya sólo el trabajo puesto en este peculiar mundo hará las delicias de los amantes del cine y su magia.

Alberto Mulas

  • Premio Ciudadano Kane a la mejor Ópera prima – Festival de Sitges

Terriblemente feliz (Frygtelig lykkelig, Henrik Ruben Genz – Dinamarca 2008)

Terriblemente feliz

No se dejen engañar por el título. Ni siquiera por el cartel. Terriblemente feliz, el sexto largometraje del danés Henrik Ruben Genz, no les trasladará a una Dinamarca bucólica. Más bien a Skarrild, un pueblo habitado por el barro, las vacas y las botas de goma. Las mismas que llevan sus inquietantes vecinos para internarse en la ciénaga donde sumergen sus problemas… Hasta que un nuevo jefe de policía llega de Copenhague para hacer cumplir “las reglas”. A diferencia de los lugareños, el apuesto Robert Hansen patrulla en bicicleta, no prueba la cerveza y no pone la mano encima a los ladronzuelos de la tienda local. Ni siquiera juega a las cartas, el entretenimiento que marcará el ritmo de la trama. Sólo hay alguien capaz de desmontar al forastero. Ingerlise, la mujer casada que le hace confesar el secreto que lo relegó a Skarrild. La confesión dispara un clima de sospechas que un violento Jørgen, el marido de Ingerlise, golpea con sus celos. Inmune a los secretos, su hija Dorthe será la única testigo fiable del destino de Ingerlise.

El humor negro de Terriblemente feliz le valió el éxito como Mejor película en el Festival de Karlovy Vary en 2008 y los de Mejor guión y Mejor música en la Seminci de Valladolid ese año.

Elena Jorreto

  • Hugo de plata a la mejor dirección – Festival de Chicago
  • Globo de Cristal a la mejor película & Premio Don Quijote – Festival de Karlovy Vary
  • Mejor guión & Mejor música – SEMINCI

The ballad of Genesis and Lady Jaye (Marie Losier – Estados Unidos 2011)

The ballad of Genesis and Lady Jaye

Este es el primer largo de Marie Losier, quien no sólo dirige este magnífico y sorprendente documental sino que ella misma lo rueda (con una cámara Bolex, lo que le da ese aspecto característico al metraje) y edita, trabajo que desarrolla a lo largo de 7 años. La cinta narra la historia de Genesis Breyer P-Orridge, artista pionero de la música industrial, y Lady Jaye, su compañera artística y sentimental que terminará implicándose en el arte de acción y la exploración teatral de la identidad. Pero lo que de verdad nos engancha es la aproximación que hace Losier a su extraordinaria historia de amor. Cómo ese enamoramiento feroz que sienten hace que quieran consumir a la otra persona y no ser más seres individuales sino uno solo. Para combinar sus dos identidades y crear una tercera identidad que los aglutine, surge lo que ellos definen como “pandroginia”, que pretende eliminar las dualidades en las que se el ser humano se ve atrapado. Todo esto, que empieza siendo algo desconcertante, termina mostrándonos una nueva dimensión del amor y una nueva forma de entender la vida.

Laura Merlo Solano

  • Teddy al mejor Documental & Caligari Film Award – Festival de Berlín

Un tiempo para los caballos borrachos (Zamani barayé masti asbha, Bahman Ghobadi – Irán 2000)

Un tiempo para los caballos borrachos

Cuatro años antes de conmover al mundo con Las tortugas también vuelan, Concha de Oro en San Sebastián, el kurdo-iraní Bahman Ghobadi ya había dado sobradas muestras de su talento con el trabajo que nos ocupa, que nunca llegó a estrenarse comercialmente en nuestro país. A Time for Drunken Horses fue, además, la primera película rodada en su tierra y su idioma natal. Si aquélla nos situaba en el inicio de la invasión estadounidense, cuyo impacto posibilitó el mayor alcance global de su obra, aquí el cineasta partió de un planteamiento muy similar para dar voz a una situación olvidada y desoladora. La infancia, o más bien la ausencia de la misma, vuelve a ser la que adopta un punto de vista carente de esperanza. Una agonía plasmada en la mirada del deforme Madi, un lastre para una inusual familia formada por niños menores que él, que conocen de antemano su destino pero intentan esquivarlo mediante repetidos viajes al otro lado de la frontera con Iraq. Gracias a una poderosísima narrativa visual, que consigue transmitir la intensidad de una odisea sin final en menos de 80 minutos, Ghobadi obra el milagro de introducirnos en unos páramos tan marchitos como el futuro de un pueblo que clama al cielo sin obtener respuesta y se busca a sí mismo en unas aspiraciones perdidas, representadas en esas mulas de carga forzadas a beber alcohol para soportar la crudeza de un tortuoso camino que también congela al espectador.

Sergio de Benito

  • Premio Cámara de Oro a la mejor Ópera Prima y FIPRESCI – Festival de Cannes
  • Premio Especial del Jurado (Hugo de Plata) – Festival de Chicago
  • Premio Especial del Jurado – Festival de Gijón

Una vida nueva (Yeo-haeng-ja, Ounie Lecomte – Corea del Sur 2009)

Una vida nueva

La francesa de origen coreano Ounie Lecomte sitúa la acción de su primer largometraje en los años 70, en un orfanato de las afueras de Seúl. Allí es abandonada sin recibir explicación Jinhee, una niña que hasta entonces vivía una vida feliz con su padre. Las acogedoras paredes del edificio, con un abnegado personal que rompe cualquier tópico, son contempladas como un lugar de transición de cuya naturaleza la protagonista deberá ir tomando progresiva conciencia. Lo certero del inusual estudio de la psicología infantil que propone Lecomte, tan natural y despojado de artificios, se explica en parte por el carácter autobiográfico de la obra, que apuesta por contemplar esa realidad a través de los ojos de la niña sin que el tratamiento de una experiencia tan dolorosa parezca pueril en ningún momento. Una vida nueva, que tuvo un estreno limitadísimo en España tres años después de su producción, es una muestra de un cine coreano de corte diferente al que más conocemos aquí gracias a autores como Park Chan-wook o Bong Joon-ho. Su sensible y lúcida visión de la infancia, su bella aproximación al impacto del primer momento en el que se asume que crecer implica desprenderse de lo conocido, mediante esa versión coreana de Auld Lang Syne que las niñas cantan repetidamente para despedir a las que pasan a otro hogar, puede asociarse más a la obra reciente del japonés Kore-eda. La prodigiosa mirada de la pequeña Kim Sae-ron hace el resto.

Sergio de Benito

  • Mención especial – Festival de Berlín
  • Asian Film Award – Festival de Tokyo

Wonderful town (Aditya Assarat – Tailandia 2007)

Wonderful town

Hoteles, edificios en construcción, escuelas en ruinas… Wonderful town se construye a través de la sutileza de su historia de amor, espontánea como la propia curiosidad que le da origen, y de los contrastes (tan frecuentes en el cine asiático) entre la naturaleza y el crecimiento urbano (no parece por lo tanto casual que el entorno elegido sea la isla de Phuket). La dualidad en lo paisajístico (lo urbano vs. lo rural, la tradición vs. la modernidad) se corresponde con su equivalente en lo humano, con una premisa tan habitual en cualquier época del cine como la del forastero que llega al pueblo causando un impacto determinado en sus habitantes. Con estos mimbres tan usados alguien podría pensar que la originalidad narrativa no es el punto fuerte del film de Aditiya Assarat, pero lo cierto es que su inicial renuencia a hacer uso de lo explícito empasta y refuerza su discurso visual, los sentimientos apenas expresados van mostrándose en la pantalla al mismo ritmo que el medio natural, vivo y lujurioso, se impone sobre el artificio de la construcción humana. Cuando finalmente aparece la amenaza lo hace mediante la estridencia y la cacofonía, el ruido ahogando la armonía musical y paisajista.

Martín Cuesta

  • Tiger Award a la mejor película – Festival de Rotterdam
  • Premio Especial del Jurado – Festival de Las Palmas

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