19 de abril de 2024

Críticas: Marsella

Marsella

Madres no hay más que dos.

La directora Belén Macías debutó en el largometraje con El patio de mi cárcel, la historia de un grupo de reclusas en una prisión. Seis años después de aquel primer filme, regresa al cine con otra película de marcado carácter femenino, Marsella, donde dos mujeres se disputan el amor de una niña.

Sara es una joven que intenta superar unas adicciones que le separaron de su hija, mientras que Virginia, que acogió a la pequeña en su casa durante un tiempo, intenta arrebatarle la custodia a la madre biológica. Un viaje a la región francesa que da título a la cinta con el fin de que la cría conozca a su verdadero padre sirve como excusa para mostrar la evolución de la difícil relación entre estas dos personas ansiosas de ejercer su particular maternidad.

Peculiar mezcla de road movie y melodrama, Marsella alcanza sus mejores momentos  cuando enfrenta a sus dos protagonistas femeninas, a las que dan vida María León y Goya Toledo. La actriz andaluza logra una brillante interpretación de esa mujer sin estudios y formación que trata de salir del hoyo en el que se metió. En algunos momentos, uno tiene la impresión de encontrarse ante una versión dramática de la choni que encarnaba en Carmina o revienta y Carmina y amén. A su lado,la canaria Goya Toledo logra hacer verosímil a esa burguesa un poco estirada que, sin embargo, quiere lo mejor para esa menor que se debate entre dos madres.

Marsella 2

Lástima que el notable trabajo de las intérpretes sea lo único destacable de la película. Macías dirige sin personalidad ni nervio una historia que pide a gritos una mayor implicación emocional. Por otra parte, fracasa al introducir  algunos flashbacks absolutamente innecesarios y una trama criminal que resulta demasiado forzada y casi un pretexto para hacer avanzar una acción que se estanca en numerosas ocasiones. Por si fuera poco, desaprovecha al casi siempre estupendos Eduard Fernández, en el papel de un tierno camionero que se enamorará de Sara, y Àlex Monner, como ese sobrino a punto de casarse. Por si fuera poco, la realizadora es incapaz de extraer una buena interpretación de la joven actriz Noa Fontanals, que resulta verdaderamente antipática como la cría por la que luchan las dos mujeres protagonistas.

Como suele ocurrir en tantas películas del cine español, las buenas intenciones superan ampliamente a los resultados. Marsella se convierte así en otra cinta olvidable que va poco más allá del telefilme con ínfulas.

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