25 de abril de 2024

Críticas: Coherence

Coherence

Coherence: un gran guión, ocho actores y un comedor. ¿Para qué más?

Si la evolución tecnológica en el cine ha sido fundamental para algo, desde luego que ha sido para descubrir nuevos talentos como James Ward Byrkit. Más allá del refinamiento de efectos especiales y de otras piruetas técnicas al alcance de las grandes producciones, la democratización de los recursos que se ha producido en los últimos años ha conllevado también un mayor acceso a realizar películas. Ése es el mayor y más importante avance. Como todo, tiene su lado positivo y negativo. Pero no tenemos por objeto aquí hablar de lo malo, ya que Coherence es paradigmática en el buen sentido: en 5 días de rodaje, en una única localización, puede hacerse una muy buena película. ¿Qué más necesitamos? Un buen guión, un buen elenco y un montaje final que narre la historia de forma precisa. Dicho así, parece hasta fácil, claro.

El efecto es en cierto sentido paradójico: la mayor evolución nos permite ir a lo más sencillo, a lo más esencial. Ése es el camino que recorre Ward Byrkit para vertebrar Coherence bajo una premisa argumental también muy simple: ocho amigos se reúnen para cenar la noche en la que pasa un cometa que, años atrás en su anterior paso, causó serios estragos en los habitantes de un pueblo finlandés. El cometa es el detonante para elucubrar una trama que funciona con la lógica argumental de un reloj, cada giro de guión está realmente bien trabajado, manteniendo siempre un gran equilibrio entre la tensión narrativa y la verosimilitud de la historia.

Coherence 2

Si bien la película no se desarrolla al 100% en el interior de la casa como sucedía en Un Dios Salvaje (la adaptación de Roman Polanski de la obra teatral de Yasmine Reza);  por lo que la complejidad técnica es menor al no haber tal pie forzado, sin embargo la sensación a nivel narrativo de cómo se desencadenan los hechos resulta menos forzada, el mecanismo funciona de forma más natural. En este sentido, también cabría emparentar la película con la reciente Open Windows de Nacho Vigalondo. Ambos son thrillers de bajo presupuesto pero cuyas pretensiones principales parecen realmente muy distintas: mientras que el director cántabro se obsesiona en el tecnicismo de narrar siempre con una cámara justificada por la acción (ordenador, móvil, cámara de seguridad, etc); Ward Byrkit se enfoca claramente en construir buenos personajes con conflictos interesantes por resolver.  El primero quedó atrapado en el puro formalismo, y aunque ciertamente original y atrevido por el planteamiento, en el desarrollo acaba por agotarse. Mientras que el director norteamericano elabora la narración en base a esa historia y esos personajes, creando así una obra conceptualmente más compleja y sobre todo más orgánica. El galardón a mejor guión en el Festival de Sitges del año 2013 nos parece tan justo cómo lógico.

La fluidez y la naturalidad están también claramente marcadas en la imagen. Rodada cámara en mano, Ward Byrkit construye una puesta en escena en la que los personajes se mueven con mucha libertad y la cámara intenta seguirlos como puede.  No hay una obsesión o búsqueda por el encuadre perfecto, todo lo contrario, lo que prevalece ante todo son las reacciones y gestos de los personajes. Los desenfoques, movimientos bruscos, zooms o abuso de primeros términos son constantes, y contribuyen de forma evidente a dotar la película de esa espontaneidad de la que hablamos y también a generar tensión. El montaje de imagen contribuye a todo ello al recalcar esos efectos de imagen anteriormente mencionados, y también haciendo unas abruptas elipsis cortando planos en mitad de diálogo y yendo a negro, y volviendo a la imagen también por corte. A nivel sonoro hay que destacar la música compuesta por Kristin Øhrn Dyrud, creada a base de notas discordantes y ruidos sintéticos que se funden con los sonidos justificados en escena, y cuya presencia en segundo termino ayudan a alimentar la atmósfera de extrañeza y confusión.

Coherence 3

No hemos desvelado nada de las diatribas y consecuencias que se generan del paso de ese cometa en los personajes, Coherence es de esas películas que debería terminar como reza la cartela final de Las Diabólicas: Ne soyez pas diaboliques! Ne détruisez pas l’intérêt que pourraient prendre vos amis à ce film. Ne leur racontez pas ce que vous avez vu. Merci pour eux.

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