19 de abril de 2024

Sitges 2014: Día 3

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Adam Wingard vuelve a Sitges.

Se abre una puerta y aparece un rostro en un plano cada vez más cerrado. Una fina sonrisa y vamos al detalle en los ojos. Unos ojos claros relucientes que transmiten transparencia, honestidad, y si embargo…..Un plano presentación que parece muy fácil de ejecutar técnicamente, pero que pocos saben usarlo como herramienta de presentación masiva. Sobran palabras, dos gestos y ya conocemos al personaje.

Esto es lo que Adam Wingard ejecuta con maestría en The Guest, un film de apariencia y formas molonas, que juega en la liga del impacto por atracción. Una película que hace una mezcla entre lo sucinto y lo plástico en las formas y juega al gato y al ratón en lo argumental. ¿Sus armas? Sincronía perfecta entre sus elementos, conversión de la música en un personaje más y una puesta en escena que parece moverse al ritmo de la variabilidad del estado de los personajes en cuanto a colores y texturas. Y el carisma, no podemos olvidar la composición seductora e implacable de su protagonista, un Dan Stevens al que Adam Wingard moldea hasta convertirlo en algo parecido a el personaje interpretado por Clint Eastwood en El Seductor. Turbio, oscuro, implacable e irresistible.

Una película pues que resulta molona a primera vista y que, lejos de lo que suele pasar en estos casos, consigue superar este estatus en las distancias largas confirmándose como un producto tan sólido que incluso disfraza sus lagunas de guión para que, aún detectadas, no nos importen lo más mínimo.

Zombeavers
Zombeavers

No podemos decir lo mismo de Zombeavers, y no es que esperaramos gran cosa de ella, pero incluso así sorprende como con tan escaso metraje y una idea, descabellada pero con una cierta coña atrayente, se facture algo tan pobre en medios y desarrollo de guión. Y es que hay un par de bromas graciosas en Zombeavers, y eso es todo. 70 minutos viviendo de ellas, el resto zafio hasta decir basta, tanto que podrían rivalizar con cualquier producción de The Asylum. Sí, aunque parezca mentira Zombeavers puede decepcionar, y no tanto por su ínfima calidad sino por la nula capacidad de aprovechar su condición de exploit movie.

Los que si sabían un rato de este tipo de producciones eran los creadores de la Cannon, los srs Golan y Globus, cuyas andanzas y locas estrategias nos cuenta Mark Hartley en su documental Electric Boogaloo The Wild, Untold story of Cannon films. Un documental este cuyo formato no es evidentemente novedoso; historia cronólogica, auge y caida de sus protagonistas, entrevistas y comentarios de los implicados….Sin embargo eltoque Hartley consigue que sus documentales tengan algo especial. De acuerdo que sus temas invitan siempre a sacar partido del lado freak del cine, y por tanto convocar a un público que empatiza de inmediato con la proyección. No obstante esto no sería suficiente para conseguir uno de los logros más importantes del documental.  Hacer que, sin ocultar en absoluto las partes más oscuras y poco agradables de sus protagonistas, sintamos igualmente una corriente de simpatía, de cariño incluso hacia ellos.

Electric boogaloo
Electric boogaloo

Electric Boogaloo es más que un documental «simpático», es la narración de una cierta concepción romántica del cine que se ha perdido. Es una crónica sentimental y a la vez reivindicativa de un manera de entender y crear las películas que ya no volverá. Es la puesta en valor del producto no por su calidad intrínseca, sino por la ilusión que se puso en ella, en el ideal que forjó su concepción. Sí, la Cannon se hundió por causa del dinero, pero si algo demuestra Mark Hartley es que hay valores que no tienen precio. El legado está ahí para demostrarlo.

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