19 de marzo de 2024

Críticas: Insidious. Capítulo 3

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¡Nuevo director. Nueva protagonista. Más volumen!

Insidious, la película del año 2010, fue una buena sorpresa dentro del género de terror. Venía firmada por James Wan en la realización y Leigh Whannell en el guión, ambos creadores de Saw, la original (2004) Separándose de forma radical de aquella estela de thriller turbio, inteligente y un poco gore que significaba ese éxito  -de cuyo número de secuelas he perdido ya la cuenta-. Wan y Whannell presentaron en la primera Insidious una revitalización de las casas encantadas y sus fantasmas con un estilo tan contemporáneo como clásico al mismo tiempo. Un film que tenía sustos justificados, una exposición sosegada, una tensión creciente y un clímax explosivo que transportaba al público igual que si fuera montado en el tren de una montaña rusa. Insidious: capítulo 2 fue una secuela meritoria aunque más previsible que la anterior, con la particularidad de comenzar en el lugar y momento exactos que finalizó Insidious, es decir, que se subtitulaba capítulo 2 por ser el siguiente episodio y enganchar con la historia que ya contó la predecesora.

Explicado todo lo anterior se puede preguntar ¿Insidious: capítulo 3 es lo que sucede después de las emocionantes y fantasmagóricas aventuras del segundo capítulo? Pues no, la respuesta es así de sencilla. Desde la promoción, trailers, avances, reportajes y las primeras secuencias del nuevo episodio ya se nos comunica que la acción de la nueva película sucede unos años antes de lo que vimos en los dos films anteriores. Es decir, lo correcto hubiera sido titularla Insidious: prólogo, el origen o tal vez Insidious: cero. Pero sabemos que la taquilla manda y no merece la pena invocar ceros, salvo si son muchos y están en el total de la recaudación acumulada. Así que para ser honestos, esto no es un capítulo introductorio ni una secuela de las precedentes, sino un largometraje que juega con elementos argumentales y también formales de aquellas, es decir, un despiece para seguir e incrementar la franquicia, que sin duda resulta una película muy floja comparándola con las otras dos, aunque tal vez sea pasable para el público joven mayoritario al que va dirigido. Sí, no es que este tercer capítulo sea una obra cumbre con la que se puedan tirar cohetes, pero supera a propuestas de terror estrenadas este mismo año y al mismo tiempo se queda muy lejos de llegar al nivel de otras películas de horror recientes.

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Los aciertos de Insidious: capítulo 3 se concentran en continuar dando miedo por el temor a lo desconocido, sin necesidad de recurrir a sangre o desmembramientos sino a elementos sonoros como puedan ser golpes en la pared, pasos, objetos que caen y otros efectos desasosegantes que se quedan fuera de campo. También acierta al tratar de mantener el uso de efectos especiales fotográficos y tradicionales, dentro de las imposiciones comerciales actuales. Además le da el protagonismo a la actriz de carácter Lin Shaye, toda una profesional que consigue auténtico nerviosismo en las butacas mediante sus gestos de asombro y horror, un efecto que supera a cualquier máscara de maquillaje.

Por supuesto este no es un largometraje redondo, así que por justicia hay que enumerar sus mayores fallos. Teniendo en cuenta que Leigh Whannell, el nuevo director, ha trabajado como guionista en más de una decena de películas -incluida esta- se le puede reprochar su poca destreza en labores narrativas, escribiendo situaciones predecibles, personajes que aparecen y desaparecen de la historia, olvidados tanto por los espectadores como en ocasiones por los mismos personajes que los acompañan, dos ejemplos son los casos del hermano pequeño y los amigos de la chica.

La evolución de las secuencias responde muchas veces a una expectación creada en el público, de la misma forma que si estuviera esperando en la cola del parque de atracciones. Sin embargo la resolución final de esos momentos queda frustrada en la mayoría de las ocasiones y aquello parece ser el tren de la bruja, animación de feria en la que un taquillero ataviado con peluca y sombrero, golpea a los pasajeros con una escoba. Para buscar una equivalencia en el caso del cine serían esas subidas estridentes y ensordecedoras de los altavoces.

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El padre y la hija (Dermot Mulroney y Stefanie Scott respectivamente) resultan menos creíbles en sus papeles, que los intérpretes de las presencias que les agreden. En cuanto al resto de actores, afortunadamente se recupera a la pareja de cazafantasmas que ya aparecían en las otras Insidious y ofrecen un contrapunto cómico que le da cierto interés al tramo final del film.

El responsable de esta rebaja en la calidad de la franquicia no es otro que su propio director. Mientras James Wan es un autor que maneja bien los movimientos de cámara, la situación de los elementos que crean incertidumbre en el plano y cualquier efecto que refuerce la tensión, su discípulo y compañero Leigh Whannell opta por una realización al corte, con desplazamientos de cámara interrumpidos y formato de imagen más adecuado a una pantalla doméstica. Aunque consigue alguna secuencia bien dirigida como la del asedio a la chica, en la que consigue aterrorizar mediante una puesta en escena en la que solo vemos los pies del espectro y sus pisadas viscosas en el dormitorio, quizás lo mejor de la película junto a escenas similares.

Lo más curioso es que en esos momentos del largometraje las referencias visuales resultan más cercanas a Los sin nombre, Mientras duermes y otros filmes dirigidos por Jaume Balagueró. Referentes  ajenos a las películas anteriores de esta trilogía. ¿Será una señal de que el realizador catalán podría ser el encargado del capítulo cuarto? La respuesta, en los próximos años.

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