19 de abril de 2024

Críticas: Mi familia italiana

Mi familia italiana 1

Homenajes fallidos

El prólogo de Mi familia italiana denota un profundo amor por la historia del cine italiano en sus años de máximo esplendor, y a la vez realiza una sutil parodia del star system patrio a través de un actor ficticio a quien se homenajea en el décimo aniversario de su muerte. A modo de falso documental narrado ante la cámara por el organizador del evento, se inicia la película con un repaso por la carrera de un actor mediocre elevado a lo más alto del estrellato italiano gracias a su gran carisma y su atractivo. De realizar comedietas como las que el padre de la directora, Luigi Comencini, realizaba en los años 60 a protagonizar thrillers intensos en los 70. De ensuciarse en el desierto de Almería a golpe de spaghetti western a interpretar dramas intimistas en Suecia, o de convertirse en un galán para la nouvelle vague a probar suerte en Hollywood.

Mi familia italiana 2

Para todo servía Saverio Crespi, el gran homenajeado en el pueblo que le vio nacer. Incluso para ir esparciendo su semilla en cada mujer que se cruzaba en su camino y dejando hijas allá por cada país en el que rodara. Precisamente su estirpe multicultural femenina se reúne en la nueva película de Cristina Comencini, Mi familia italiana, junto a sus dos primeras esposas en la casa en la que el galán falleció para asistir a los actos en su honor. La figura ausente del patriarca se revela entonces como el nexo común de todos los problemas, secretos y reproches que salen a la luz en una reunión familiar muy alejada del reencuentro feliz que prometía ser.

En una escena de la película, uno de los personajes dice ante un auditorio lleno de gente que el cine que se hace hoy en día es aburrido en comparación con aquel que se recuerda en el prólogo que mencionaba antes. Y aunque, obviamente, la intención de la directora es la de tratar de recuperar el encanto de las comedias clásicas italianas, dicha sentencia es totalmente aplicable a Mi familia italiana. Durante las casi dos horas de duración de la película de Comencini se suceden conflictos internos de cada una de las mujeres que protagonizan la película, y conflictos entre ellas, plagados de un humor chabacano y sin gracia interpretados por un reparto en el que, sorprendentemente, sólo resulta creíble el personaje que interpreta Valeria Bruni Tedeschi. Ni siquiera nombres como los de Marisa Paredes o Virna Lisi salen bien parados en una comedia de enredo familiar plana que se vale de intentos de golpes de efecto que no lo son tal, cuando no absolutamente previsibles.

Mi familia italiana 3

La directora parece no saber qué dirección tomar con un guión que por momentos parece seguir el camino de la autoparodia intuido en el prólogo, pero que sin embargo transita por la doble vía del melodrama y la comedia sin que ninguna de las dos quede definida. Como melodrama se muestra forzado y carente de la intensidad necesaria para ello, mientras que como comedia sólo funciona si lo que se busca es un humor grueso que, admitámoslo, a estas alturas poco tiene que ofrecer. El intento de recordar con nostalgia el esplendor del cine italiano de mediados del siglo XX, se queda así en Mi familia italiana en un mero compendio de clichés del cine de enredos sexuales que, como decía Toni Bertorelli en la cinta, es bastante más aburrido que las películas a las que pretende homenajear.

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