25 de abril de 2024

Críticas: Truman

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Dos actores y un destino (final).

Cine de actores, de grandes interpretaciones más que de sensaciones audiovisuales. De sentimientos, obviedades y sencillez narrativa a la hora de contar historias con un fuerte calado emocional como son las que nos regala habitualmente Cesc Gay. Cine sustentado en las palabras de todo aquello de lo que cuesta hablar. Si en Una pistola en cada mano, el capítulo que protagonizaba Ricardo Darín junto a Luis Tosar el tema a tratar era tan espinoso como el de la infidelidad que la mujer de Darín mantenía con Tosar, en Truman las palabras giran alrededor de otro no menos difícil de tratar: la muerte. La muerte tratada como lo que es, un destino irremediable y natural al que todo ser viviente ha de llegar pero que cuesta aceptar, y más aun aceptar que otros sean capaces de asumirla.

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La cercanía de la muerte de Julián es la excusa para que Tomás se desplace desde su hogar en Canadá hasta su Madrid natal para pasar únicamente cuatro días junto a él. Cuatro días con los que pretende paliar su sentimiento de culpa por no haber estado a su lado durante toda su enfermedad, culpa que le recuerda constantemente la prima de Julián auto erigida en mártir de la causa. Julián sabe que se va y su única inquietud es la de que su perro Truman recaiga en un buen hogar en el que le cuiden como él ha hecho. A partir de aquí, nada más que los diálogos, la rutina de unos preparativos para la partida sólo rota por alguna despedida inesperada. Un argumento sencillo a partir de la complejidad que supone el tratamiento de un tema tabú como es el de hablar sobre la futura muerte de un ser querido. Nada más encierra de entrada la cinta de Cesc Gay.

La fuerza de Truman reside como decía antes en las palabras, en las estupendas (como no podía ser de otra manera) interpretaciones de su pareja protagonista, Ricardo Darín y Javier Cámara, y en la intención de no tratar la muerte como un trauma que merece ser escondido para no incomodar a los demás. Sin embargo, Gay alarga la trama incluyendo algún que otro giro con el que resta credibilidad a la historia tan real que quiere mostrar, y recurre por momentos a una falta de sutilidad tanto en el guión como en su empeño por hacer desfilar por la pantalla a una serie de grandes actores y actrices del panorama interpretativo patrio, causando que sea mayor la expectativa por saber quién estará detrás de cualquier personaje secundario que aparezca que la importancia del personaje en sí.

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Truman es ante todo un recital interpretativo de sus dos protagonistas, una extensión de esa sensibilidad masculina que Gay sabe recoger tan bien y que ya nos mostró en Una pistola en cada mano. Una historia de amistad, de aceptación, de pérdida no solo de las personas (o animales) queridas sino también de los prejuicios sociales contra temas que no por dolorosos deberían ser menos delicados, tratada sin sentimentalismos y con naturalidad y un medido toque de humor, que quizá hubiera sido más efectiva sin una parte final demasiado encaminada a dejar la historia cerrada por completo. No hay más que eso, no hay florituras ni metáforas en una dirección conscientemente plana y centrada únicamente en lo que quiere contar. En el final del camino, ni más ni menos.

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