29 de marzo de 2024

Críticas: Cumbres borrascosas

La adaptación del clásico de Emily Brontë por Andrea Arnold ha paseado por cumbres borrascosas y festivaleras en Venecia y Valladolid hasta llegar a nuestras carteleras.

Seguir los pasos de la adaptación clásica es la labor de un cine tan tradicional como caduco en nuestros tiempos, tan plano ya como el papel donde se imprimió tanta pasión contenida y evaporada en tinta. La propuesta cinematográfica de Andrea Arnold por plasmar el clásico inmortal de Emily Brontë parte de pasos dobles y miradas. Los pasos que guían al protagonista y punto de vista de la indestructible, pasional y trágica historia de amor. Esos pasos que siguen a su amor fijándose en la cabellera de su amada y, al mismo tiempo, hermanastra. Pasos que desencadena el montaje para incrustar la cabellera de un caballo como conductor pasional (y animal). Pasos tormentosos como si nos convirtiéramos en sombras de su protagonista. Pasos que son seguidos, finalmente, por los nuestros desde el detenimiento de las butacas. El paisaje delimita las emociones y el personaje enmarca la acción del relato. Esa narración parte de Heathcliff como espectador de la vida de los demás, convirtiéndose en un fantasma condenado a perdurar en esos pasajes (y paisajes) borrascosos. De esta manera la directora llega al germen de la historia original para darle una dimensión mayor e inaudita.

Andrea Arnold se confiesa como una declarada enemiga de las adaptaciones literarias por tratarse de diferentes lenguajes. Obviamente en su Cumbres borrascosas le imprime un carácter puramente visual para remarcar su condición cinematográfica. Pero también añade ese componente de brutalidad sobre el personaje principal y los motivos por los cuales comete sus actos, algunos vengativos, otros aborrecibles. Que Heathcliff sea de color le añade una nueva dimensión y fondo. Puede, incluso, ser vista como un alegato en contra de la esclavitud física pero también mental y emocional. Su alma queda encadenada junto a su amor que yace en esos paisajes y en la que ambos están condenados. La muerte de animales en primeros planos le otorga, además, una superficie trágica a los recovecos de ese silencioso protagonista que se funde con la fiera naturaleza que le rodea.

Resulto curioso (y esclarecedor) que aquellos que aplauden y besan la sombra de Terrence Malick rehúsen de una percepción cinematográfica con las mismas credenciales. Pero la directora de Fish Tank ha permutado su componente paisajístico y animal en la propia puesta en escena que desnuda a los personajes y a la propia historia. De la ecuación ha sido eliminada la voz en off característica del director de El árbol de la vida y sus discursos filosóficos. No hay colorantes, Cumbres borrascosas es el bruto de la naturaleza y del ser humano en una historia de amor volcánica e imposible, cercana al sadomasoquismo, que deja ese habitual y lacónico «¿Hasta dónde llegarías por amor?», típico de los dramas románticos, en un mero juego de palabras infantil. El sentimiento se solapa a los márgenes de los escenarios, retratados con una impecable fotografía.

El fango parece dotar de credibilidad y sentido metafórico al clan y tragedia de los Earnshaw y, al mismo tiempo, supone una contraposición con la otra familia ‘rival’, los Linton. De esas cumbres borrascosas y áridas repletas de barro a esos paisajes verdes y arbolados con una mansión más luminosa. Heathcliff y Catherine se convierten en animales salvajes que intentan ser domesticados por una sociedad que no puede comprender ni tolerar su amor. Esa cadencia de primerísimos planos y detalles emocionales desencadena en una pura turbulencia extrasensorial. Para muchos, será excesiva… pero, para otros, todo un acierto que encaja perfectamente en el cine contemporáneo. En unos cánones donde las adaptaciones son réplicas simplemente reformuladas para que sean encarnadas por actores y actrices de moda. Simple niebla vaporosa olvidable, borrosa y pasajera. Andrea Arnold se ha atrevido a crear la niebla más profunda y cortante, para traspasarla sabiendo que detrás de ella puede estar el más peligroso de los acantilados. El cine, como la vida, hay que vivirlo a veces con pasión ciega… cueste lo que cueste. Y ese mérito hace de Cumbres borrascosas una obra remarcable en nuestros tiempos de niebla cinematográfica gris.

5 comentario en “Críticas: Cumbres borrascosas

  1. Muchas ganas de ver lo que ha hecho la loca esta con Cumbres Borrascosas.
    Eso sí, si aplica el rollo Malick acierto al 100%. La obra de Brönte es muy telúrica.

      1. Hombre, porque lo clave debería ser el paisaje, los páramos, la tormenta, las rocas castigadas por el tiempo, etcétera. Además para ver palacios ya están las adaptaciones de la BBC.

  2. Yo también le tengo ganacas a esto. Por marujo y tópico que pueda sonar, "Cumbres" sigue siendo uno de mis libros favoritos, y sigue (seguía?) necesitando una adaptación más brutita que las que existen (incluyendo la de Buñuel).

    Espero que la terrenalidad, sin embargo, no se haya comido lo tétrico, los fantasmas, y demás.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *