29 de marzo de 2024

Críticas: Ice Age 4. La formación de los continentes

Aterriza en nuestras pantallas la cuarta parte de las aventuras de Scrat y unos que se hacen llamar Manny, Diego y Sid que pasaban por allí…

Lo mejor se encuentra al principio pero no corresponde a la propia película. Se trata del corto Un largo día de guardería protagonizado por Maggie Simpson. Toda una lección funcional de humor, ecologismo, superación (im)personal, dignidad y, sobre todo, en defensa de los derechos (in)humanos .Trazado en apenas cuatro minutos y con una simpleza tan pasmosa como efectiva, Un largo día de guardería es capaz de justificar hasta el largometraje inferior que lo acompaña.

Continuamos con un fallo terrible de ‘continuidad’: en el cortometraje Gone Nutty (2002), incluido en el DVD de Ice Age: La edad de hielo yprotagonizado por Scrat y nominado al Oscar, ya se generaba la separación de los continentes… ¡y de otra manera! Aunque el filme arranca realmente con otro corto protagonizado por la ardilla prehistórica ¡hace dos años!: Scrat’s Continental Crack-Up (2010). Dejando apartado que se pasan la separación de Pangea por el forro de las pieles de un mamut, precisamente ahí llega lo peor de lo mejor. ¿Qué sería de las películas de Ice Age sin la figura de la mítica ardilla Scrat y su bellota? En Ice Age 4: La formación de los continentes lo peor es que dos terceras partes de las apariciones de Scrat las forman las dos partes de Scrat’s Continental Crack-Up. ¿Y dónde queda la sorpresa cuando la popular ardilla suele ser lo mejor de la función?

El problema principal de Ice Age 4: La formación de los continentes es que es la menos ‘Ice Age’ de todas. Hemos pasado del drama existencial y personal que bordeaba conflictos familiares al drama familiar simple sobre terrenos trillados: enfrentamientos entre padres sobreprotectores e hijas adolescentes, ‘divorcios’ geológicos y reencuentros más cercanos a El diario de Noa que a una cinta de animación donde el humor y la mala leche también solía brillar. Ya en Ice Age 2: El deshielo se empezaban a imponer los valores familiares frente al drama que mostraba su primera parte por esa inusual familia que construye una particular y peculiar manada. Sorprende que esa percepción familiar haya empezado como Tres solteros y un biberón pero al final se haya convertido en Los problemas crecen con mamuts.

Otro de los fallos es que en la segunda parte nos indican que posiblemente Manny fuera el último mamut… y encuentra a Ellie… junto a una gran manada de los últimos de su especie con la que deciden no ir. Tienen una pequeña hija llamada Melocotón (Peaches en versión original) en la tercera parte y ahora en la cuarta aparece una panda de mamuts canis. ¿Sin padres? ¿Sin manada? ¿Adolescentes? No le encuentro ninguna lógica dentro de las innumerables concesiones que ya realizamos los espectadores a este tipo de cintas con animales parlantes. Es más, me parece incoherente (e incluso hipócrita) que en una película que se resaltan tantos los valores familiares (el productor Lori Forte se vanagloriaba de ello) se muestre a un grupo de canis que al parecer son huérfanos o enviados por sus malogrados padres a una especie de campus naturista sin supervisión adulta. Van de pijos guays con esos «Tope guay» o «Mola mazo» pero realmente son, al no tener padres cerca y estar independizados, una comuna de hippies y perroflautas. Perdón, ¡de mamutflautas!

Realmente la verdadera acción, ante tan semejante desequilibrio dramático y argumental, se encuentra en las desventuras de Manny, Diego, Sid y la abuela que le ha dejado su mezquina familia… en alta mar. La supervivencia siempre ha sido uno de los motores dramáticos de todas las partes que compone la saga Ice Age y tampoco su cuarta entrega es una excepción, aunque ese remix de Piratas del Caribe con barcos de hielo y ‘mini-yos’ isleños sea puro déjà vu. Posiblemente lo original sea la versión, valga la redundancia, original. Con Drake, Nicki Minaj como mamuts en la edad del pavo, Jennifer López poniendo voz a Shira, la ‘novia’ de Diego, o nuestro venerado Tyrion Lannister (Peter Dinklage) dando la suya al villano orangután Gutt (Tripas).

Digamos que los tres valores básicos que han formado la familia, la supervivencia y la amistad siguen vigentes aquí aunque la capacidad de sorprender ya estaba hundida bajo esos continentes que los responsables vuelven a levantar. Normalmente el cliché en este tipo de cintas de animación es que el espectador ‘perdona’ todo… pero creo que debe recibir algo a cambio, y no la peor película de Ice Age hasta la fecha… que deja claro cuál es la única nece$idad de los grandes estudios ante sus exito$as franquicia$. Pero hay tres cosas que me niego a perdonar:

– Las canciones: es cierto que Ice Age había tenido sus concesiones musicales e incluso un genial número de Broadway con buitres en su segunda parte… otra cosa son las imperdonables canciones de Ice Age 4: La formación de los continentes.

– La frase «La piratería al final se acaba pagando»: Se pisa a un conejo pero debería ser a un burrito, ¿no? La actitud resulta bastante incomprensible, ya que los únicos defensores de la propiedad privada son los piratas en esta película… y aquellos que ‘roban’ y practican el comunismo bajo una propiedad libre son… ¿los protagonistas?

– Luego está un puercoespín pagafantas, enamorado perdidamente de la mamut protagonista en la edad del pavo. Quedan como amigos… ¿¡Y qué querían!? ¿¡Repetir el chiste de la elefanta y la hormiga!?:

Eso que están una ’elefanta’ y una hormiga macho montándoselo en medio de la selva.

La hormiga comienza a darle lo más duro que puede, pero la elefanta ni se inmuta.

La hormiga saca sus últimas fuerzas para alcanzar un ritmo frenético… y empieza a gritar:

– ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma!

De repente, un coco le cae a la elefanta en su cabeza y comienza a chillar como una loca.

Y entonces la hormiga le dice:

– ¡Eso! ¡Sufre, guarra!

2 comentario en “Críticas: Ice Age 4. La formación de los continentes

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