28 de marzo de 2024

Críticas: Marley

Kevin Macdonald ha dirigido el documental ‘definitivo’ sobre la figura de Bob Marley.

No es que los documentales sobre la figura de una leyenda como Bob Marley brillen por su presencia. Ni siquiera Hollywood se ha planteado hacer un filme de la vida del autor de himnos incontestables con actores en plena fiebre del biopic musical que iniciaron Ray (Ray Charles) o En la cuerda floja (Johnny Cash) y continuaron Control (Ian Curtis), Nowhere Boy (John Lennon) y Gainsbourg (Vida de un héroe) (Serge Gainsbourg). En España Camarón, Lola, la película o Mi Gitana muestran diferentes perspectivas de enfoque y resultados sobre artistas y personajes públicos. Cancelado el biopic de Iggy Pop y en espera el de Keith Moon, batería de The Who, llegará Sinatra para desenterrar el pasado e incrustarlo en el presente. Por el contrario, el documental de Kevin Macdonald es fiel a ese pasado pero resulta novedoso y esclarecedor en nuestros tiempos. No es que hacer un documental sobre un icono musical sea un acontecimiento cuando This Is It, sobre la figura de Michael Jackson, o Justin Bieber: Never Say Never, sobre la figura del ‘Voldemort’ de algunos de los seis primeros artes, se hayan convertido en éxitos de la taquilla. Sí podríamos admirar la aventura periodística de Scorsese en No Direction Home: Bob Dylan, exhumando material para trazar un documento sonoro.

Tal vez Macdonald, un muy destacado documentalista con One Day in September, Touching The Void o La vida en un día como piezas de un sobresaliente currículum, haya querido seguir los pasos que le confiere la novedad de ser el primer documental autorizado sobre Bob Marley, con la involucración de todos los seres cercanos que compartieron su estela vital, musical y legado. Esa permisividad y acceso de un material privado oculto convierte a Marley en ese documento humano y sonoro imprescindible para acercarse a la figura del creador de las inmortales ‘Is This Love’, ‘No Woman No Cry’ o ‘I Shot The Sheriff’.

Marley, aparte de hacer malabarismos con esas obras maestras como ‘Natty Dread’ o ‘Catch a Fire’ (aunque aquí se reivindica ‘Exodus’ como su obra total), fue un ídolo, activista, poeta, rastafari, símbolo y líder espiritual tanto del Primer como del Tercer Mundo. Pero, sobre todo, fue un superviviente que utilizó dicha resistencia a endurecer su sobrado talento. Al igual que Bob Dylan y la canción protesta (en No Direction Home: Bob Dylan nos recordaban una canción, ‘The Hour The Ship Comes In’, que compuso para descargar su ira contra los empleados de un hotel que se habían negado a darle una habitación por su aspecto desaliñado), Bob Marley parece utilizar sus vivencias, decepciones y preocupaciones para componer sus canciones. Nos recuerdan (y les recuerdan a su familia rica que renegó de él) el tema que compuso para mostrar el repudio de sus parientes, por parte de su padre blanco, que le negaron ayuda económica (de afecto ya no hablamos). Como si toda su vida viviera para siempre en sus letras, Bob Marley no hubiera sido Bob Marley sin el rechazo social que sufrió por ser un mestizo, por la pobreza en la que tuvo que sobrellevar el papel de la música como elemento salvador, por el rechazo de su padre y la familia del mismo o por el trabajo previo de ensayos y sacrificios para empezar a emerger en el panorama musical jamaicano. El nacimiento del reggae, la importancia de la producción de Lee Scratch Perry, los abandonos de Peter Tosh y Bunny Livingston y la incorporación de las I-Three, su papel por conseguir el éxito en giras europeas ‘sin ánimo de lucro’, su vinculación con el movimiento religioso rastafari sobre el mito de la figura de Haile Selassie I, su matrimonio y amor hacia otras mujeres y numerosos hijos o su lucha personal contra la enfermedad que le apartó de nuestro camino, son elementos que describen al mito. Pero en ese punto se inicia un viaje espiritual (y musical) como ese legado que llegó donde no han llegado la mayoría de los artistas más importantes y talentosos del Siglo XX: a los cinco continentes, sobre todo a África…

El único ‘pero’ de Marley es que hay que disfrutarlo sentado… cuando tus pies no paran de marcar esos ritmos que ya son palpitantemente eternos. Efectivamente, la universalidad del reggae es que su ‘tempo’ lo marca algo que compartimos todos los seres humanos del planeta: el corazón. El papel que desempeñó así como su destino fue el de un profeta entre la palabra y la unión del mundo entero por la música. Por su música disfrutemos, pues, de este estupendo documental.

[Como se ha podido leer, en esta crítica no aparece la palabra ‘marihuana’, algo complicado ya que como se ha podido contrastar universalmente existe una clara vinculación mental con el personaje retratado]

3 comentario en “Críticas: Marley

  1. Gran documental que abarca toda la vida de Marley. Si que es raro que no le haya caído un biopic hollywoodiense a estas alturas, teniendo en cuenta todo lo que le paso a lo largo de su vida y que empezó desde abajo para llegar a la cima del éxito, cosa que gusta mucho a los yankis.Seguramente el problema este en tener que suprimir la ganja para hacer la película apta para todos los públicos .Bob no es el mismo si no está fumao…

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