«La violencia, aún en manos de gente decente, no arregla nada»
Abraham Lincoln, John F. Kennedy, Robert F. Kennedy, William McKinley, James Abram Garfield, William Goebel…los políticos asesinados en la historia de los Estados Unidos no son muchos, pero eso sí, peces gordos. Presidentes, gobernadores, congresistas, majors; la lista se puede consultar. Y estaría bien hacerlo porque así, en esa relación de veinte o treinta nombres propios, encontraríamos uno que nos traería directamente a esta The Phenix City Story, de 1955. Apenas un año antes de rodarse esta película la sociedad de los States se escandalizaba al conocer la historia de Phenix, Alabama, mientras leía en los titulares el asesinato del recién elegido Fiscal General por el estado de Alabama en la puerta de su oficina, el ex senador Albert L. Patterson. Su historia, la de su hijo, la de la ciudad de Phenix, es la historia de una ciudad abierta al juego, a la corrupción, al crimen. Una historia directamente envasada en las alcantarillas de América y que nos trae ese jornalero de las cámaras, Phil Karlson, un tipo situado a medio camino entre Siegel, Fuller y Lewis, y que llenó de creatividad y fuerza el noir de la década de los cincuenta.
«Dos ciudades se encuentran a la orilla del río Chattahoochee. Las unen dos puentes pero las separa un mundo. Esto es Columbus, Georgia. 80.000 personas viven y trabajan aquí, con tornos, taladros, telares e hilanderas. Aquí, miles de muchachos se convierten en soldados destinados al Fuerte Benning situado cerca de Phenix. Puedes coger el autobús o hacer auto- stop a Columbus para cruzar este puente. Sidney Lanier escribió un poema acerca del agua que fluye bajo este puente. Esta es Phenix, la ciudad de mi padre, mi ciudad. Tiene más iglesias que cualquier ciudad similar de Alabama. Aquí viven 24.000 personas y envían a sus hijos a los mismos colegios que los del otro lado del río. Gente decente, abogados, médicos y comerciantes. No es una ciudad grande. Parece increíble que hasta que murió mi padre una sola industria produjera 100 millones de dólares al año. Aquí florecía la principal industria de Phenix ofreciendo empleo a muchos ciudadanos. Algunas personas trabajaban en fábricas como esta. Dados hábilmente pulidos o rellenos de mercurio. Tragaperras preparadas para pagar un centavo de dólar. Whisky de garrafa. Cartas marcadas o recortadas para que los crupieres reconocieran los ases y las figuras. Una industria que floreció durante medio siglo porque los hombres buenos miraban hacia otro lado. Una industria dirigida por hombres con quienes fui al colegio, heredada de sus padres y abuelos. Una industria que convirtió a Phenix en la ciudad más corrupta de EE.UU. ¡La industria del juego! »
La voz es de John Patterson (Richard Kiley), hijo de Albert (John McIntire). Acaba de volver de Alemania donde ha estado destinado todos estos años de posguerra ayudando a cazar y enjuiciar a los criminales nazis. También es abogado, como su padre. La vuelta, como todas las vueltas, está llena de ilusiones: Patterson & Patterson puede ser un buen nombre para un despacho de prestigio. Pero hay cosas que no han cambiado. Su ciudad sigue siendo un nido de víboras y sigue oliendo a podrido en muchas de sus esquinas. Su mujer Mary Jo (Lenka Paterson) también lo recuerda. No quiere quedarse en esa ciudad de vicio y corrupción y que sus hijos crezcan en ella. Pero John es joven, idealista y, en contra de lo que le dice su padre ,«¿para qué empezar una guerra que no puedes ganar?», y de los deseos de su mujer, decide quedarse y luchar en su país por aquello a lo que fue a luchar fuera.
La Calle 14. Allí está el Poppy Club, el garito regido por Rhett Tanner (Edward Andrews), un big boss. La policía, los jueces, los jurados, los políticos…todos están a su servicio, todos comprados. Tanner ve a Patterson, le cae bien. Se conocen de siempre y sabe del pretigio que aún disfruta el viejo. También sabe que los ciudadanos de Phenix se están organizando, Asosiación Administrativa, El Comité de Ciudadanos, La Asociación Cristiana, y que buscan el apoyo del antiguo senador en su búsqueda del ojo por ojo. Para Tanner, que Patterson no participe y se mantenga al margen le evita problemas y, por lo tanto, llena de dólares sus bolsillos. Lo otro son pequeñas molestias que se solucionan puntualmente con la guiñarle el ojo a su brazo armado Clem Wilson (John Larch). Pero John tiene fuerza y aún no ha perdido ninguna batalla. Justo después de su vuelta, y tras presenciar el primer acto criminal impune, decide tomar el puesto que no ha querido su padre y encabeza la lucha ciudadana contra Tanner y los suyos.
A partir de aquí, la espiral de violencia. John tiene un encuentro con Clem y Tanner decide enviarle un aviso. El aviso es en forma de cadáver, el de una pequeña que arrojan en el jardín de los Patterson. Ella es la hija de Zeke Ward (James Edwards) un hombre de color que trabajaba en el Poppy Club. Allí ayuda a John en su encuentro, a puños, no lo dije antes, con Clem propiciando el fatal desenlace. Pero ahí no acaba todo. También asesinan al amigo de John, Fred Cage (Biff McGuire) qué por casualidad ve el coche desde donde se arroja el cuerpo de la pequeña. El coche es el de Clem, claro, el brazo ejecutor de Tanner. El juicio por asesinato es una pantomima. Clem sale libre ante un jurado comprado. Este es el punto de inflexión que hace que el honorable Patterson tome partido y se presente a único puesto desde donde puede acabar con Tanner y los suyos: Fiscal General del Estado por Alabama. Con la ayuda de su hijo, Patterson se recorre todo el Estado luchando voto por voto. El mitín final, en la esquina de la calle 14, lo realiza su hijo John…
«Me alegra ver que habéis tenido agallas para venir esta noche a escucharme. Se necesitan agallas, después de lo que hicieron con la casa de Hugh Bentley. He elegido este lugar porque quiero que veías el pozo negro que le ha dado el nombre de Ciudad Pecado en E.E.U.U. a nuestra ciudad. Oled su fétido olor. En las elecciones podrías haberla limpiado votando contra los candidatos apoyados por la banda pero no os molestasteis en votar. Tenéis la culpa de que haya juego, prostitución, tráfico de drogas, violaciones, asesinatos de hombres, mujeres y niños, incendios en despachos y bombas en los hogares. ¿Y donde ocurre esto? ¿En una dictadura lejana? Aquí mismo, en vuestra ciudad. En nuestra Alabama, nuestra América». Después de esto, y gracias a los votos de todo el Estado, de cada uno de los condados, Albert Patterson es elegido Fiscal General. Pero antes de su investidura Albert es asesinado en la puerta de su oficina, una vez más, a manos de Clem. El asesinato es visto por Ellie Rhodes (Kathryn Grant) la chica de Fred Cage que es croupier en el garito de Tanner y que, desde el asesinato de su novio, trabaja desde dentro para los Patterson. La indignación ante el asesinato de Albert Patterson, sumado al testimonio de la chica y a la alarma nacional causada por el estado de corrupción en el que vive Phenix ponen fin a una situación marcada en negro en la historia de los Estados Unidos. Ley Marcial.
Podemos decir que esta es, sin duda, la película más violenta de las que firmó Karlson durante los primeros años de los cincuenta. Realismo puro y duro, sin aditivos. El basarse en una historia verídica, el utilizar muchas localizaciones y testimonios reales, el impetusoso afán de denuncia que tenía el director, las ganas de poner en evidencia los fallos de una sociedad que se creía perfecta, el mostrar las aunténticas cloacas de América, denunciar hechos que ocurrían dentro de esas fronteras no en, recordemos, «dictaduras lejanas»… Muchos son los motivos que empujaron al director a mostrarse mucho más áspero que nunca. Esta crudeza también es visual. Esta crudeza también es dialéctica. Y también lo son sus personajes. Cuando quieran encontrarse con una película dura, sin medias tintas, no olviden ésta. Scorsese elegía, es su paseo por el cine clásico americano, una de sus escenas como una de sus inolvidables. No me extraña, a mí tampoco se me olvidará. Ya la conté antes. El asesinato de la niña de color es equiparable en escalofríos a la de M, de Lang. Acojonante.
Pero luego hay otros guiños del director que explican claramente por qué el uso de esta violencia tan explícita no es gratuita. Como nunca debería ser la violencia en el cine. Karlson quier coger al espectador americano del año 55 del cuello, zarandearle y decirle «mira amigo esto pasó hace un año, lo leiste en los periódicos, ¿crees que no volverá a pasar?, ¿crees que no está sucediendo en otro lugar del país?. Despierta, maldita sea, despierta y utiliza todos los medios en tu poder para acabar con esto». Porque Karlson lo tiene claro: cuando la democracia no funciona, ley marcial. Evidentemente la solución puede ser radical pero ante los hechos presentados…Como bien dice en boca de John Patterson «no era la justicia por la que luchó y murió su padre, pero era la justicia que comprendían sus asesinos». Habrá más citas con Phil.
Los protagonistas:
El honorable: Albert L. Patterson (John McIntire)
El bueno: John Patterson (Richard Kiley)
El malo: Rhett Tanner (Edward Andrews)
El asesino: Clem Wilson (John Larch)
Frases para la historia:
Phenix City Blues, lyrics: «Satanás es una mujer vestida para matar»
Albert Patterson: «La violencia, aún en manos de gente decente, no arregla nada»
Ficha en FA: http://www.filmaffinity.com/es/film176238.html
Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0048488/