El Zinemaldia cumple 70 años.
El Festival de Cine de San Sebastián cumple 70 ediciones. 1953-2022, como reza la cortinilla que este año precede a todas las proyecciones junto a una selección de instantáneas que van desde la visita de Hitchcock en 1958 al Premio Donostia de Agnès Varda en 2017, entre muchas otras personalidades del séptimo arte que han desfilado por la alfombra roja donostiarra a lo largo de todo este tiempo. Y este año no será ninguna excepción.
En marcha ya una 70 edición del Donostia Zinemaldia que verá a Juliette Binoche y David Cronenberg recoger sendos Premios Donostia a su carrera, y en la que el cine español va a tener un papel protagonista. Sin ir más lejos, dos de las mejores películas que se han podido ver durante lo primeros días del Zinemaldia han sido Un año, una noche y Girasoles silvestres, los dos últimos trabajos de Isaki Lacuesta y Javier Rosales respectivamente.
La primera, vista y aplaudida ya en la pasada edición de la Berlinale, es tan bella en su narración como brutal en la historia que cuenta. Es como esas motas de polvo de que hablan los protagonistas en un momento de la película, preciosas a primera vista, pero terribles luego al darse cuenta de que son restos de pólvora mezclados con las partículas desprendidas por los cuerpos inertes de las 90 personas asesinadas en noviembre de 2015 en la Sala Bataclan de París.
Isaki Lacuesta, de nuevo tras un guion escrito codo con codo junto a Isa Campo, relatan en Un año, una noche las vivencias de algunas de las personas que sobrevivieron al atentado. Parten en esta ocasión del libro Paz, amor y death metal, de Ramón González (Tusquets Editores, 2018), estremecedor testimonio de lo acontecido en la sala de conciertos parisina esa noche pero, sobre todo, en los meses posteriores.
Es allí donde se centra la historia de Céline y Ramón, la pareja protagonista de la película; en ese entrecortado y borroso pasar de los días y las noches, siempre interrumpido por los flashes, las imágenes imposibles de olvidar, los sonidos ensordecedores de los disparos y los gritos en la cabeza. Dirección, fotografía, montaje, sonido. Como siempre, todo en la nueva película de Isaki Lacuesta tiene su razón de ser en la narración de esta desgarradora crónica sobre el trauma y el duelo que, a su vez, es también una bella historia de amor entre sus protagonistas, espléndidos Nahuel Pérez Biscayart y Noémie Merlant.
Si el de Merlant se puede contar entre los mejores personajes del cine español de este año, Julia, la protagonista de los Girasoles silvestres de Jaime Rosales, casi que se lleva la palma. Escrito también a dos manos entre el director y la hasta ahora productora de algunas de sus películas, Bárbara Díez, el personaje encarnado por Anna Castillo es una auténtica joya. Todos los dieces para la actriz, que de nuevo refleja en pantalla ese don que tiene para dotar de naturalidad a los personajes y hacer creer al espectador que está hablando con él, cara a cara, como si se lo acabara de encontrar por la calle.
Son Castillo y su personaje quienes hacen que esta sea una película más redonda y completa, quienes convierten Girasoles silvestres en un retrato honesto y sin victimismos sobre el largo camino recorrido por una joven mujer hasta encontrar su sitio en el mundo, ese “lugar para ti” de la tan acertada Sé de un lugar, la canción de Triana que cierra la cinta.
Y qué formidable manera que tienen Rosales y Díez de narrar el paso del tiempo con la ayuda de esas elipsis tan elocuentes y acertadas. En conjunto, un relato de tres actos marcados por tres etapas, tres obstáculos, tres hombres que, aun reducidos a estereotipos un tanto clasistas y simplistas, cumplen su función en la historia, que es acompañar a la protagonista hasta ese alivio final, ese “perdón” catártico que tanto se hace esperar.
A apuntar sin duda alguna Un año, una noche y Girasoles silvestres en los anales de este año glorioso para el cine español. Ambas producciones llegarán a las salas de cine el 21 y el 14 de octubre respectivamente.
