13 de febrero de 2025

Críticas: Longlegs – Artefacto atmosférico

Longlegs
Longlegs

Artefacto atmosférico.

Anuncios encriptados en el periódico, vallas publicitarias con misteriosos números de teléfono o incluso entradas de blogs falsos. La campaña publicitaria que la distribuidora independiente NEON ha preparado para Longlegs ha convertido a la cinta de terror producida por Nicolas Cage en el mayor éxito de su historia. Con un presupuesto de apenas 10 millones de euros, la película llega a España con unas estupendas cifras en EEUU. El hype extendido por las redes anticipa una buena recepción. Dirigida por el hijo del legendario Anthony Perkins (Psicosis), Longlegs es un thriller de terror que mezcla las pesquisas policiales con los ritos satánicos para ofrecernos una inquietante historia de asesinatos en serie. Ha sido comparada con Zodiac, Se7en o El silencio de los corderos a quienes paga tributo de una manera u otra, ya sea con encriptados mensajes o perturbadores villanos.

Longlegs, el cuarto largometraje de Osgood “Oz” Perkins (Gretel y Hansel, Soy la bonita criatura que vive en esta casa) trata sobre una agente del FBI (Maika Monroe) con una intuición privilegiada, casi de vidente, a la que se le asigna el caso todavía sin resolver del asesino en serie conocido como Longlegs (inquietante Nicolas Cage). Los asesinatos que perpetra traen de cabeza al cuerpo de policía, ya que aparentemente consigue que las familias (cuyo nexo de unión son hijas que cumplen el día 14 de cualquier mes) se maten ellas mismas sin él estar físicamente presente. Que los asesinatos se extiendan desde los años 70 hasta los 90 (donde el presente de la cinta toma lugar) da pie a una de las fuertes apuestas estéticas  de la película.

El formato va virando, cambiando ante los ojos del espectador, de 4:3 a Panorámico, dependiendo de si nos encontramos en el pasado o en el presente. Tras un prólogo excelente por sus composiciones de plano, su ritmo en el montaje y su diseño de sonido (todos aterradores) y tras una cita de la banda T. Rex, el plano se tiñe de un rojo que va poco a poco inundando toda la pantalla, introduciéndonos no solo a la sangrienta condición de la cinta, sino también a una década de los 90 que Perkins maneja con cierta inclinación por la fotografía apagada y los grandes angulares.

Longlegs
Longlegs

Nada más empezar, “Oz” ya deja clara su predilección por los prólogos cuidados e impactantes para pasar poco a poco a su más querido recurso: el aire que deja en sus imágenes. Sus personajes continuamente tienen una puerta abierta detrás, una ventana, un espacio libre siempre amenazante que hace del encuadre algo intimidante para el ojo del espectador y que se ha convertido en seña de identidad para un autor con personalidad; orfebre del susto a través de inquietantes zooms, ha convertido todos estos elementos en su marca ya desde sus tres anteriores películas, aunque nunca con la contundencia y fortuna de Longlegs.

Si el diseño de producción es uno de los fuertes de la película, el otro sin duda son las interpretaciones. Monroe (It Follows) transmite perturbación con su rostro desencajado, muestra de un traumático pasado que persigue a su personaje, Lee Harker, cuya relación con Longlegs se irá revelando poco a poco conforme el metraje avance. Junto a ella se encuentra su compañero de fatigas, el agente Carter (Blair Underwood), contrapunto cómico o desenfadado a tanto terrorífico drama. Por último, la perturbadora aparición como villano de Nicolas Cage, que produce la película y cuya excentricidad, histrionismo y peculiar talento encajan con el papel, como viene ocurriendo desde hace años con los últimos y acertados proyectos que está eligiendo.

Longlegs
Longlegs

Efectiva en su capacidad para extender el miedo por la sala, estéticamente satisfactoria en especial por las reminiscencias al mejor cine de terror de los 70 y funcional en su faceta de perturbador thriller, Longlegs carece sin embargo de verdadera densidad dramática. Temas como el fanatismo religioso, las intrincadas relaciones maternofiliales (y hablamos de que dirige el hijo del malogrado Norman Bates) o la violencia intrafamiliar (padres que asesinan a familias enteras sin motivo aparente) se quedan en meros esbozos funcionales para una trama que cae en el vicio de explicarse a sí misma y en la manía de querer hilar todo a través de la sangre. Hay ejemplos repetidos hasta la saciedad que corroboran que el cine de género puede profundizar (y quizás de manera privilegiada) en temas tan complejos.

Longlegs se ve estupendamente y tiene virtudes atmosféricas de sobra para convencer al público. En apariencia producción de terror elevado a la manera de A24, la cinta de Perkins es en realidad un juguetón, tramposo incluso, artefacto de entretenimiento satánico con pinceladas de El silencio de los corderos y Zodiac que, aunque se sitúe muy por debajo de estas como thriller, sabe explotar con pavorosa efectividad su faceta más terrorífica.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *