30 de abril de 2024

Críticas: Beyond the Hills

Ahora que nos hemos enterado de que la nueva propuesta del cineasta rumano Cristian Mungiu inaugurará el FICX de este año, repasamos la cinta vista en Sarajevo.

Cristian Mungiu lleva una pesada carga a sus espaldas. Y es que muchos se han encargado de señalar al realizador como uno de los responsables de lanzar la nueva ola rumana desde que conmocionara a Cannes hace cinco años con su dura propuesta 4 luni, 3 saptamini si 2 zile (4 meses, 3 semanas y 2 días, 2007). Entre él y Cristi Puiu con Moartea domnului Lazarescu (La muerte del señor Lazarescu, 2005)  consiguieron llamar la atención sobre el país balcánico y una nueva hornada de directores que compartían cierta mirada y manera de rodar.

Muchos esperaban ansiosos su nueva película después de cinco años desde su última obra, si no contamos el filme por episodios de Amintiri din epoca de aur (Historias de la edad de oro, 2009). Ganadora en Cannes al mejor guión y mejor actriz ex-aequo para sus dos protagonistas femeninas, la propuesta del cineasta es una dura reflexión sobre el amor y la fe y su enfrentamiento hasta las últimas consecuencias.

La cinta se sitúa casi por completo en un convento ortodoxo a las afueras de un pueblo, detrás de las colinas, a lo que hace referencia el título. Hasta allí va Alina a reencontrarse con su amiga Voichita. Juntas habían vivido algo más que una simple amistad en el orfanato donde se criaron y tienen varios planes para compartir el futuro entre los que destaca trabajar en un crucero de lujo. Pero Voichita no está dispuesta a abandonar el lugar, sobre todo ahora que ha encontrado la paz en su interior gracias a la fe religiosa. El enfrentamiento entre el amor de la primera y la fe de la segunda está servido. Alina no está dispuesta a irse como si nada y tratará por todos los medios de conseguir el aprecio y las caricias de su vieja amiga, quien a su vez no piensa renegar de su amor por dios ni mucho menos, intentando que dicho amor también penetre en el alma de su compañera.

Mungiu da una lección de como pasar de un punto de vista a otro casi sin esfuerzo, sin olvidar a los demás personajes que aparecen en escena, como esas monjas que nos son mostradas por la cámara con cierta sorna por parte de su director y que llegan a ser ridículas, como un coro de una obra clásica griega. No obstante, su mirada se detiene más en el monje encargado del lugar. Siendo una persona dogmática y conservadora, se le  describe también con un gran sentido de la responsabilidad y dispuesto a ayudar a los demás, amén de llevar una vida sencilla. Todo esto no quita que, junto con la madre superiora, el relato obtenga cierto humor absurdo por la mirada que se hace de estos personajes, tan anclados en la tradición y tan ciegos de ella que son incapaces de ver lo que tienen delante de sus narices. Confundir el amor con el diablo está al alcance de muy pocos, entre los que se cuentan estos personajes que nos son mostrados con algo de malicia irónica por parte del realizador.

Basada en un hecho real, cosa que siempre me ha parecido muy poco relevante, no es tanto un cuento moral o de depravación, sino un relato de redención, sobre el amor de Dios y la ausencia de dicho calor. En una guerra sin sentido donde al final sólo sobrevive una, de manera harto inútil y estéril. Pues sin amor, ¿qué queda de la fe? La redención de las protagonistas, con milagro de por medio incluido, está lleno sufrimiento y de intentos sinceros y falsos de expiación, captado con brillo y pulso por el prestigioso director de fotografía Oleg Mutu, un habitual del director.

Todos en el relato quieren ayudar. Desde el sacerdote al médico, pasando por la policía, no hay más que intentos de ayudar, cada uno desde su prisma y posición. Y ni ciencia ni religión son capaces de entender lo que acontece en el alma de una persona. El terrible personaje del sacerdote incluso consigue caernos simpático a fuerza de tanto esfuerzo por ayudar al necesitado. No existe el mal, o al menos, no es visible ni tangible. «El mal está en los pequeños detalles», que decía aquél.

Con largas tomas y entre silencios, la defensa acérrima de Voichita es puesta en jaque, por mucho que sus preciosos ojos intenten ocultar al mundo e incluso a ella misma la verdad que le arde por dentro. El cambio de Alina y sus intentos desesperados por acercarse a su amiga están bien trazados. No conseguimos entrar en sus cabezas, pero sospechamos lo que ocurre a unos cuantos centímetros más abajo, en el corazón.

Desde luego no va a ser la película favorita de Rouco Varela, ni tampoco para los que no soporten ese cine reposado donde los acontecimientos se desgranan lentamente hacía un único final posible. Su parte central entra en un estado de parsimonia alarmante, pero sin duda es una obra a tener en cuenta.

Nadie tiene la culpa de lo que sucede detrás de las colinas.

3 comentario en “Críticas: Beyond the Hills

  1. Pues de su filmografia me parece la más floja y sin duda, la más tediosa. En fin, propuesta arriesgada para iniciar el FICX, sin duda. A disfrutar de la peli y los ojos de la monjita.

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