28 de marzo de 2024

Críticas: No tengas miedo a la oscuridad

Uno de los más burdos trucos de la industria es el «Presentada por…». Pues Guillermo del Toro presenta esta No tengas miedo a la oscuridad, artimaña que se supone que podrá engañar a algún friki despistado.

Familia desestructurada llega a mansión grande y vieja, es nuestra perezosa premisa y nuestra posición en la casilla de salida.

Dirige un tal Troy Nixey, que bien podría haber sido un robot. El propio Del Toro coescribe este guión. Qué guión. Todo justificado en (oh, NO) que vio una película de pequeño que les dio mucho miedo a él y a sus hermanos, Don’t be afraid of the dark. No sé la otra, pero ésta parece una parodia de sus películas. Protagonista infantil se enfrenta a mansión encantada por criaturas monstruosas a las que queda más guay llamar «Hadas», por contraste con lo que entendemos por «Hadas». Sí, la niña hace dibujos obsesivamente en un cuaderno y se escuchan susurros malignos por las noches. Hemos venido a parar a clichélandia.

El comienzo parece prometer una película de terror o, por lo menos, una de su bobo subgénero «peli de sustos». Ante el aburrimiento que suscitan los dos primeros tercios de la película se otorga: de acuerdo, a lo mejor es que es una película fantástica.

Pero no, parece que el objetivo sí que son los sustos. Esto es cuando ya, abandonada toda esperanza a causa de una trama sin ningún aliciente más que ver a las criaturas (seguimos el viejo truco de «esconder al monstruo»; un abrazo a J.J. Abrams) la película decide tomar (no confundir con «retomar») el vuelo.

El poco interés que tiene esta cinta viene derivado de la poderosa imaginería que Del Toro incluye en sus películas, bueno, también en las que son medio suyas. Lamentablemente, una película de este tipo requiere una historia medianamente sólida para acompañar estos elementos. No la tiene, y no sólo eso, los actores no saben muy bien qué hacer con este guión entre manos y se debaten entre el piloto automático y pensar en el cheque. Guy Pearce y Katie Holmes sueltan líneas que en ocasiones se sienten hasta inconexas; están ausentes. La niña, supongo que dirán que es la 8ª maravilla del mundo, como cada vez que ponen una niña ante la cámara. La banda sonora, entre lo paródico y lo bochornoso.

La película hace esperar demasiado y es algo que se paga caro. Para cuando se deciden a que arranque, hace tiempo que se desea abandonar la sala. Tampoco son para tanto estas criaturas que tanto nos emborronan al principio.

Completamente olvidable e innecesaria. Ni siquiera entretenida.

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