28 de marzo de 2024

Críticas: El exótico hotel Marigold

John Madden junta a un grupo de jubilados británicos en un hotel de la India adaptando la novela de Deborah Moggach These Foolish Things.

El dato que define la última película que  ha dirigido el director de Shakespeare in Love (otros prefieren ‘recordarle’ por La mandolina del capitán Corelli) es la edad conjunta de todo su provecto reparto. Judi Dench (77), Maggie Smith (77), Ronald Pickup (71), Penelope Wilton (65), Tom Wilkinson (63), Bill Nighy (62) y Celia Imrie, con un documento de identidad (tal vez falsificado) que indica 59 escasos años. Los cementerios de elefantes también llegan al séptimo arte, aunque a todos los anteriores actores y actrices británicos trabajo precisamente no les falta. Sí se echaba en falta algún tipo de producción que les pudiera reunir para aprovechar sus tablas y edades conjuntas (en total 474 años).

El exótico Hotel Marigold propone que un grupo de jubilados británicos coincida en la India como retiro exótico en el reformado Hotel Marigold. Hasta allí les llevan motivos personales y económicos, vidas pasadas que han dejado atrás para acabar en su particular cementerio pero limbo y purgatorio existencial. La premisa y la oportunidad de ver juntos, tal vez por última vez, a un grupo de buenos actores británicos en los mismos fotogramas parece erigirse como principal mérito y ventaja. Desde la presentación ya quedan definidas las personalidades, empatías con el espectador, conflictos y motivaciones de cada uno de los personajes, reservando algunas sorpresas previsibles, para llegar a verles juntos en una terminal de un aeropuerto preparándose para su supuesto destino final.

Parece que los personajes de Judi Dench y Tom Wilkinson son los mejores del libreto, aunque Maggie Smith está condenada a ofrecer un giro que la transforme y acerque al corazón del espectador. Obviamente India y ese decorado natural es el agente catártico para todos esos ancianos aunque parece erróneamente diluido. No hay misticismo ni mensajes sobre la fe, el destino y la reencarnación ante el avistamiento del fin del camino. Sí parece guiarnos el diario virtual del personaje de Dench con su voz en off y ese ‘vivir, de nuevo, su vida sola’ porque precisamente El exótico Hotel Marigold prefiere hablar de la vida terrenal frente a cualquier conato espiritual. Lo único etéreo que desprende la obra es el amor que rezuman sus historias de amor.

No es que India tenga un protagonismo narrativo. Se muestra ese país de contrastes, de riqueza y pobreza, de tradición y de nuevos horizontes y de lucha constante por sobrevivir y avanzar. A través de pequeñas historias y tramas secundarias se establece algo mayor y coral entre ese choque de edades y amores en los pormenores y prolegómenos de crisis existenciales y de clases. El sexo se interna por la entrepierna del cliché y la derivación se sostiene por un puñado de diálogos excelentes. Poco más. El exótico Hotel Marigold es una cinta con buen potencial para entretener pese a su irregularidad y diluirse en un manual de auto-ayuda en ocasiones. No hay demasiados grises más allá de las flojas interpretaciones de Penelope Wilton sobreactuando y Dev Patel equivocándose completamente de lectura de papel: estar nervioso o hiperactivo no es sinónimo de ser cocainómano con mono.

John Madden ha dirigido una película sin calado pero muy funcional, con emociones mil veces vistas aunque con empaque de altura y tablas, con necesidad y discreción para verse con gusto. Al menos tiene el don de ofrecer entretenimiento sin hondura emocional durante dos horas. Algo, que en estos tiempos, es más un mérito que una decepción. Lo suyo es fijarse en los detalles, tal y como cobra vida el dicho célebre de la cinta «En la India tenemos un dicho: Al final, todo irá bien. Por lo tanto, si no va todo bien, es que todavía no es el final». Esperemos que se haga efectivo con otra película superior con todos juntos reunidos… ¿en otro hotel?

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