24 de abril de 2024

Críticas: Ellas

Juliette Binoche interpreta en este drama sobre la prostitución estudiantil a una periodista cuyo mundo choca con el de sus dos jóvenes entrevistadas.

Después de ver Ellas tengo que acudir irremediablemente a las declaraciones de su directora Malgorzata Szumowska. Más que los motivos, no entiendo las sensibilidades a tratar e impactar al otro de la pantalla. Una periodista, Juliette Binoche, está trabajando en un artículo sobre la prostitución estudiantil y encuentra a dos jóvenes que le revelan su alto nivel de organización para conciliar sus vidas como meretrices y estudiantes universitarias. Han elegido esa opción como actitud arribista tanto para ascender en la escala social como para poder costearse sus estudios superiores. En teoría entiendo que el espectador debe ubicarse (salvo que ejerza la prostitución) en el punto de vista del personaje de la Binoche o pretender que estamos ante un problema mayor a debate: la falta de acceso a una educación universitaria gratuita y sus altos costes ha originado una generación de jóvenes que han elegido sacar provecho de su cuerpo para ampliar su cerebro (y capital). Supongo que se trata, ante la superficialidad con la que se ha tratado el tema periodísticamente hablando, que ese mundo de jóvenes meretrices e impecables estudiantes revuelvan nuestras conciencias y contrastemos su mundo con el nuestro. Que todos nos prostituimos de diferente manera en el universo capitalista queda claro, aunque en Ellas existe esa latente perspectiva feminista en una madre de familia aburguesada que intenta conciliar su vida laboral con la familiar ante el machismo subyacente al que es sometida.

Los problemas matrimoniales, un niño adicto a los videojuegos y un adolescente que ha contemplado en el fracaso de la vida de sus padres, en su techo existencial que otros llaman éxito, y fuma hierba y manda sus estudios a la basura son el afilado cuchillo sobre esa periodista. El filme intercala los actos sexuales de esas jóvenes prostitutas con sus clientes a la vez que relatan sus peripecias a la Binoche. Mientras que una encuentra la complicidad en esa periodista como ese reflejo de lo que nunca podrá ser, otra la utiliza como compañera de juergas. En ambos casos el comadreo es palpable y la amistad crece. Los clientes son maridos insatisfechos y observamos parafilias, sexo oral, lluvias doradas en dotados pechos polacos o cúspides ‘roccosiffredianas’ en vaciados uterinos burbujeantes. Las jóvenes, al igual que la periodista, han quedado atrapadas en ese mundo que les confiere independencia y control pero al mismo tiempo choca con su universo familiar y personal, enclaustrándolas en bellas jaulas doradas.

Como si Ellas fuera, en cierta medida, un filme erótico, Binoche quiere experimentar la masturbación o lanzarse a la felación como rescate matrimonial entre música clásica de fondo y sintonía. No sé si la forma aburrida funcionaría mejor con un documental (de hecho la productora Marianne Slot ha formalizado con el trabajo de investigación del filme un documental llamado Escort) o el estilo estructural divaga entre el teatro con una cena como telón de fondo y los insertos del artículo. De hecho, no me sorprende que en el propio pressbook la directora haya tenido que poner una ‘Nota de intención’ que les traslado aquí:

Es un hecho conocido que existen chicas que recurren a la prostitución para pagarse los estudios universitarios. Los medios tratan este tema con una mezcla de desaprobación y de curiosidad voyeurista. El sexo siempre vende. En las páginas de esas revistas se anuncian un sinfín de artículos. Mujeres como objetos sexuales. Y artículos sentenciosos y moralizantes, mezcla de indignación y fascinación por las mujeres que venden sus cuerpos para conseguir estos artículos.

Queríamos tratar el tema de la prostitución estudiantil mediante un intercambio de opiniones femeninas. Una periodista parisina que disfruta de una situación social envidiable interroga a dos estudiantes, dos chicas que desean trepar por la escala social y que se venden para pagarse los estudios. El marido de la periodista podría ser un cliente de las chicas. La investigación cambiará la forma en que la periodista percibe el deseo. Nuestra intención ha sido explorar el deseo en ambos lados, sin juzgarlos.

Tal vez el problema de Ellas sea que todos esos mensajes lanzados al espectador quedan entre un relato feminista, alejado de ideas preconcebidas sobre la prostitución, y el papel de la sociedad. ¿Censor, manipulador, deliberante, hipócrita, pasivo…? El filme está envuelto en ese concepto de la mujer que posee su cuerpo y decide venderlo como un terreno indómito, pero el desconcierto era una mejor arma (¿desinformativa?). Vemos a una de las jóvenes meretrices en una actitud romántica-babosa-sexual con su amante en la alcoba… ¿Es su novio? No, es un cliente… y pasamos a observar la relación frígida con su novio. Tal vez ese choque de mundos, como el enfrentamiento familiar, quede como lo más interesante del aburrido filme de Szumowska.

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