28 de marzo de 2024

Críticas: Sácame del paraíso

Paul Rudd y Jennifer Aniston cambian el estrés y crisis económica personal que viven en Manhattan por una comuna hippie en la nueva comedia de David Wain.

La contradicción y sorpresa que genera en el espectador el choque de los extremos es tan habitual en la comedia como unos márgenes alejados de la realidad preestablecida. El mayor enemigo de Sácame del paraíso no es un argumento facilón de plantilla (¿Qué fue de los Morgan?, A las duras y a las maduras o Aventuras y desventuras de un yuppie en el campo) sino caer en las redes del extremismo para iniciar un argumento moral. Pasar del estrés de una vida por encima de las posibilidades de Manhattan a vivir con un grupo de hippies y teniendo como único trampolín de salvación la vida en una mansión impostada y ostentosa con un gilipollas integral (de segundo grado de consanguinidad) son extremos al fin y al cabo: del cielo al infierno sin posibilidad de parar en el mundo terrenal. Sácame del paraíso realmente habla, como un gran número de películas con personajes desubicados, de encontrar un lugar en el mundo para volver a tomar el control y rumbo de una vida fallida anterior.

Ponerse extremista realmente es uno de los puntos principales para ejercer la demagogia. La suerte del filme de David Wain es que parte como comedia (de rating R) para mostrar sus elementos morales de autoayuda sin que pueda desmerecer el logro de la forma. El matrimonio protagonista, George y Linda, debe abandonar por cuestiones laborales el capitalismo y consumismo voraz y su micro-loft neoyorquino para trasladarse a vivir con el hermano de George en Atlanta y su mujer alcohólica, que prefiere estar ‘anestesiada’ antes de enfrentarse a las continuadas infidelidades de su insoportable marido. Los reflejos son obvios a los protagonistas y el espejo roto ofrece otro destello en esa comuna hippie cercana a la secta donde el nudismo, las puertas abiertas y la libertad sexual se imponen como redentora terapia.

En toda comedia es necesario el humor como única vía de supervivencia pero no sé si es la fallida improvisación, que los personajes y los argumentos han sido construidos por los peores y más comunes clichés o que todo el potencial cómico se reduce a ser lo más ordinario posible. Es cierto que el humor ‘escrotal’ siempre ha estado presente en la comedia norteamericana aunque parece reactivado con Todd Phillips, Sacha Baron Cohen o los hermanos Farrelly. En el caso de Sácame del paraíso, las prótesis de pene (tuvieron que contratar a los maquilladores de The Walking Dead para ‘dar vida’ a apéndice de látex de Joe Lo Truglio) son un claro recurso cómico junto la ordinariez sexual y verbal sobre el acto sexual. Ver a Paul Rudd durante un par de minutos diciendo guarradas frente a un espejo cansa más que divierte. El gran clímax se halla en que un grupo de orondos, viejos y feos nudistas corran hacía nosotros a cámara lenta. Como se demostró en La vida de Brian un desnudo frontal masculino puede formar parte de un genial sketch o la hipérbole, como bien sabía hacer Russ Meyer con implantes sexuales imposibles cercanos a un ‘cartoon’ erótico, podría generar la carcajada. Tal y como reconocen los personajes respecto a la vida de la comuna, parece que David Wain simplemente nos quiere poner un glande al lado de nuestras caras…

Muchos humoristas señalan que una palabrota en el momento oportuno es capaz de impactar a la audiencia y conseguir risotadas. En Sácame del paraíso la ordinariez, al igual que su humor escrotal, parece completamente gratuita y a la deriva en un alargado metraje. Como si hubieran recortado todas las palabras malsonantes y las hubieran tirado directamente a un guión repleto de pegamento. Otro detalle es la (auto)parodia de la HBO donde Jennifer Aniston presenta infructuosamente un documental de pingüinos con cáncer testicular. Lo rechazan por tener demasiado drama… le piden sexo, palabrotas y violencia: elementos tan característicos en la cadena. Pero por mucho desnudo y palabrota (o cáncer testicular), si no hay auténtico potencial dramático que lo justifique queda en un simple caca-pedo-culo-pis a la puerta de la guardería. Más curiosas me resultan las conexiones con la imprescindible cadena de cable que marcan las apariciones de Justin Theroux y Lauren Ambrose (A dos metros bajo tierra) y Michaela Watkins (Enlightened). La película reduce sus intenciones del mismo modo en que se practica el sexo dentro de campo: mucho hablar pero poco fornicar. Lo que no entiendo es qué pinta Judd Apatow en la producción cuando no tiene nada que ver con su sello… ¿un favor personal a su escroto y glande por parte de Paul Rudd o David Wain?

3 comentario en “Críticas: Sácame del paraíso

  1. Fantástica crítica en mi opinión y muy divertida. Maldito Bastardo, comente por favor el tema de Judd Apatow y su participación en la producción . Me gustaría seber si vd. cree que provocó el intento de suicidio de Owen Wilson.

    1. Gracias :*

      Judd Apatow misteriosamente es uno de los productores y no se sabe si es que ha olido a pasta (la taquilla que ha hecho en EEUU ha sido muy discreta) o debe (o le deben) un favor sexual. La culpa del intento de suicidio de Owen Wilson fue un tema de amores que apuntó directamente a Kate Hudson. Yo creo que la rubia le robó el tinte de pelo y se dio a la fuga.

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