19 de abril de 2024

Críticas: Soul Surfer

La vida cambió brutalmente para Bethany Hamilton, una joven y famosa surfista. Esta es su historia.

Resultó curioso que las partituras y piezas de Marco Beltrami se impusieran en los Satellite Awards frente a la banda sonora de Drive o incluso War Horse. Es normal que la música que acompaña a Soul Surfer tenga que ser ‘anormal’. Anormalmente brillante, claro. ¿Se imaginan que los títulos de crédito iniciales estuvieran sonorizados por esta canción?

Puede que esa seriedad quede previamente fulminada por la autoría de la obra y recreación de la vida de Bethany Hamilton, que podría originar un melodrama ‘bigger than life’ sobre la superación personal ante un duro golpe del destino. Ese ‘inicial problema’ es Sean McNamara, el director de Bratz: La película. Ahora ha decidido desmembrar a una barbie como su potencial obra maestra. Obra maestra por superior perspectiva y conjunto a lo que seguramente ha rodado previamente. Su premisa, desde el póster hasta la sinopsis, nos advierte que ese bobalicón retrato de una adolescente llena de sueños y a punto de llegar a los 18 años sufre un trágico punto de giro en su vida. Pasamos de Hannah Montana a 127 horas, pero la lucha personal de Bethany Hamilton no es sobrevivir a ese traumático incidente, donde un tiburón sesga uno de sus brazos, sino en volver a tomar el rumbo sobre sus aspiraciones. Tal vez el prólogo, dulce, sincopado y consiente de ser un almohadón narrativo, sea lo menos interesante. Simple presentación marítima de antagonista, amiga íntima, consejera espiritual y familia apegada a la sirena de la casa.

Una vez establecido el quiebro la propuesta se torna y divide entre una show movie con una competición regional y la superación tanto física como emocional y espiritual de la heroína. Eran esos instantes de impacto lo más aterrador y al mismo tiempo atrayente de la película. Sean McNamara no cae en el morbo sino en la entereza de su protagonista. Dicha entereza salva su vida y la actuación rápida de sus acompañantes y amigos. Su vida y supervivencia en ese punto se convierte en un milagro desde el punto de vista médico pero a Bethany Hamilton no le valía solamente con eso: tenía que alzarse sobre las olas de nuevo, cual sirena, para surcar el mar sobre su tabla de surf. Para ella vivir era practicar el surf… pero con único brazo y la inefectividad de una prótesis tiene que replantearse su vida. Muerto el tiburón tigre se acabó la rabia existencial.

Es precisamente en ese punto donde llega lo que considero lo que empaña la propuesta. Es cierto que Bethany Hamilton es muy creyente y siempre que ha subido a un escenario le ha agradecido a Jesús todo lo que ha hecho por ella. Tal vez por eso se dé importancia a su consejera espiritual y al desastre provocado por un devastador tsunami que asoló las costas del Océano Pacífico. Es un viaje allí como ‘misionera’ en un grupo religioso juvenil lo que provoca la catarsis y el cambio en su alma. Donde descubre qué quiere hacer en su vida y cómo puede, así, ayudar a la de los demás. El problema es que se recurre al cliché (niña autóctona silenciosa con temores que tendrán que ser resueltos… en 5 minutos) y a la religión como vía y puente de salvación. Está basado en hechos reales y fue así… pero esperaba una mayor universalidad en sus planteamientos. Escribo esto porque el cierre de Soul Surfer son unos alargados títulos de crédito con mucho material documental y real. Vemos a la auténtica Bethany Hamilton y al resto de personajes, pero también un contraste con la ficción. ¿Con tanta y semejante documentación era realmente necesaria una ficción? ¿Llegamos a un punto del buen o mal gusto para retratar historias? ¿Puede generar un debate esas imágenes? No sé si será dulce o que la fórmula narrativa y dramática del filme de Sean McNamara quiere amoldarse a clichés funcionales y preestablecidos. Tal vez por ese motivo Danny Boyle, bajo una formulación que divagaba entre lo indie y la MTV, contó la historia real de Aron Ralston ciñéndose a la tragedia. Obviamente Soul Surfer no puede permitírselo por su empaque de producto, pero todo ese libreto de vivencias, superación personal, diario de errores y aciertos y pretendida autenticidad acaba pareciendo un cruce de panfleto religioso y un telefilme de sobremesa. Creo que la propuesta de Sean McNamara no lo necesitaba.

5 comentario en “Críticas: Soul Surfer

    1. Tuvo sus películas comerciales en los ochenta pero la mejor que tiene con diferencia con un papel más o menos principal (Traffic de Soderbergh es coral) sería Lejos del cielo de Todd Haynes, como torturado marido gay de la burguesa acomodada de Julianne Moore. No sé si alguien puede apuntar alguno más…

      1. Bueno, en Traffic tiene su punto intentado ligarse a Catherine Z. A mí Enemigo mío, Sospechoso y El chip prodigioso me parecen buenas películas. También Wyatt Earp y Forajidos de leyenda. Y Un domingo cualquiera no está mal.

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