19 de abril de 2024

Estudio Billy Wilder (III): Stalag 17

¿Quién dijo que todo era amor en el cine de Wilder? Aquí les traemos una película bélica protagonizada por William Holden en las que un grupo de soldados tendrán que averiguar quien de ellos es el traidor.

El cine de Billy Wilder siempre se asocia con la comedia, cosa natural, puesto que suyas han sido algunas de las más recordadas comedias clásicas de todos los tiempos. Pero esto no quiere decir que no abarcara otros géneros, todo lo contrario. Wilder fue uno de los autores mas polifacéticos de su época, tocando desde el cine mas negro en Double Indemnity (1944), pasando por el drama más oscuro en The Lost Weekend (1945) o inventando el subgénero bélico de campos de concentración en la obra de la que hablaremos hoy, Stalag 17 (1953).

Stalag 17 cuenta la historia de un grupo de sargentos americanos que viven encerrados en un campo de concentración nazi (stalag en alemán). Como el deber de todo prisionero de guerra es intentar escapar, varios soldados tratan de fugarse, con escaso éxito. El sargento alemán (Otto Preminger) parece adelantarse siempre a sus planes, por lo que todos empiezan a sospechar que hay un delator en el barracón. El principal sospechoso es el sargento Sefton (William Holden), un ser amoral cuyos negocios dentro del stalag, permitidos por los nazis, hacen a los demás dudar de sus intenciones. Sefton no parará hasta encontrar al verdadero chivato que le permita limpiar su imagen.


Stalag 17 siempre ha sido considerada una obra menor de Wilder y no porque la película sea mala, que no lo es en absoluto, sino porque es en la parte cómica donde la trama más chirría. Casi todos los gags corren a cargo de dos de los presos del barracón (Robert Strauss como Animal y Harvey Lembeck como su fiel amigo), que cual dúo cómico se dedican a impregnar toda la cinta de chascarrillos más propios de los hermanos Marx, que no hacen más que hacer el drama más vanal y superfluo. Fuera de estos dos individuos, desgraciadamente presentes en un buen puñado de escenas, Stalag 17 se convierte «más en una película de evasión y misterio que de evasión y carcajadas» [1] donde el verdadero interés radica en hacer quinielas a ver quien es el sucio traidor que esta vendiendo a sus compañeros.

Y en estas pesquisas es donde entra el sargento Sefton, un personaje que nos muestra la parte más oscura de la naturaleza humana, hastiado totalmente de una guerra sin sentido de la que lo más sensato es no intentar escapar. Sefton es feliz en la barraca porque al menos allí se siente seguro, es alguien con cierto poder dentro del grupo, ya que posee todo aquello que desean los demás, alcohol y juego. Este sargento, personaje que le valió a William Holden un Oscar de la Academia al mejor actor principal, nos sirve como guía hacia el verdadero traidor y se nos hace aún más interesante cuando, en una escena tan sencilla como brillante (esa sombra de la bombilla meciéndose), averigua quien es el chivato (o el método que usa, mas bien dicho) cuando aún queda casi la mitad del metraje. Esto alivia una intriga que prácticamente no era tal ya que cantaba mucho quien era el infiltrado (obviamente tenía que ser un espía nazi, los americanos no se traicionan los unos a los otros, coño, y el tipo es el único rubio en todo el barracón) y nos centra en otra mucho más interesante, en la que el personaje de Sefton deberá decidir en que momento sería mejor para sus intereses delatar al alemán, que, como no, acaba coincidiendo con el momento de fuga perfecto.


Stalag 17 sería la precursora de muchas películas que copiarían su estilo de «comedia» bélica, lo que daría lugar a un subgénero cinematográfico que se caracterizaría por un tono distendido, casi cómico, un lugar cerrado (campos de concentración o cárceles), el objetivo (la evasión) y la relación entre los personajes, consistente en un grupo masculino donde la fraternidad sustituye a la familia y la camaradería al matrimonio, de alguna manera. Las más famosas serían sin duda The Great escape de John Sturges(1962) y Victory  de John Huston (1981).

[1] Crowe, Cameron, Conversaciones con Billy Wilder, Alianza Editorial pag 236.

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