20 de abril de 2024

Berlinale 2013: Día IV

Director Richard Linklater, actress Julie Delpy and actor Ethan Hawke pose at the photo call for the film Before Midnight at the 63rd edition of the Berlinale, International Film Festival in Berlin, Germany, Monday, Feb. 11, 2013. (AP Photo/Gero Breloer)

Ethan Hawke presentando Before Midnight en Berlín.

El ying y el yang. Tal vez haya quién no crea en aquello del equilibrio universal, en las fuerzas fundamentales opuestas y complementarias que se encuentran en todas las cosas. Eso nos dice dice el taoísmo. Puedo atestiguar que hoy en Berlín, sin haber salido de la Postdamer Platz a lo largo de todo el día, hemos experimentado sus efectos y no sólo en lo que a diferencia térmica se refiere entre estar en el interior de una sala con la calefacción a altos niveles de intensidad y fuera  con el viento berlinés dándonos en la cara, la cuestión ha sido más cinematográfica que otra cosa. Por la mañana dos buenas películas: Child´s Pose y, sobre todo, Before Midnight. Por la tarde, el yang entra en escena para hacer balance y hacernos sufrir: Layla Fourie y The Best Offer. Para apreciar lo bueno hay que haber probado lo malo, una cosa no puede existir sin la otra. A estas horas nocturnas en la que escribimos la crónica, valoramos más el buen cine y apreciamos lo difícil que es hacer una buena obra.

CAH Child's pose

El madrugón del festival es el largometraje rumano ya mencionado: Child´s Pose de Calin Peter Netzer. A las ocho y cuarto, sólo quince minutos antes de la hora programada para su proyección, estábamos ya en las butacas del Berlinale Palast pudiendo haber elegido el lugar más privilegiado. Empezó con un poco de retraso en vista de que la prensa poco a poco iba llegando hasta completar un aforo bastante decente. Child´s Pose cuenta la historia de una madre que trata de evitar por todos los medios que su hijo sea acusado de homicidio, tras haber atropellado de manera accidental a un niño. Su estilo narrativo está muy referenciado al Dogma 95: cámara en mano muy agresiva y sonido directo. Ya desde la primera escena quedan claras las intenciones del director cuando pasa a través del corte directo de los créditos a la primera imagen de Cornelia, la protagonista, en medio de una conversación con una amiga.

Tal vez la película pueda caer en el exceso y en lo gratuito, en ocasiones parece injustificable que sea necesario seguir moviendo la cámara en todas las direcciones y cortando de forma agresiva. No obstante, también hay otros detalles formales muy acertados y originales: la historia está contada al completo desde el punto de vista de la madre, es decir, la que en principio no tiene el principal conflicto ya que no es la que perpetra el atropello. Esto le da una dimensión muy diferente a lo que vemos en pantalla, ya que no se centra tanto en el shock personal que produce cometer un acto de tal calibre, sino que enfoca más su atención en las interrelaciones familiares. Cornelia es un personaje muy complejo, con el que el espectador acaba empatizando pero del que no puede fiarse o querer, es una mujer realmente posesiva y con un lado oscuro muy afilado. La interpretación de Luminita Gheorghiu es muy buena y es otra actriz más que se suma a esa lucha del galardón de la mejor actuación femenina que ayer comentábamos. El interés del film siempre va en nivel ascendente, hasta llegar a su cenit dramático  una serie de secuencias finales realmente magníficas.

CAH Before midnight

El descanso hasta la siguiente sesión lo hicimos más corto de lo habitual, había que coger sitio para uno de los platos fuertes: Before Midnight de Richard Linklater. Sí, fuera de competición y ya presentada en Sundance, pero había muchas ganas de verla. Y en absoluto defraudó. La tercera parte de nuestra querida pareja Celine y Jesse colmó nuestras expectativas e incluso las superó. Tras acabar en un final muy abierto en su segunda parte, que en una serie definiríamos con la acepción de cliffhanger, esta nueva aventura comienza con Jesse en un aeropuerto con su hijo. Detectamos nada más comenzar una nueva tónica formal, muy lejos de los larguísimos planos que conformaban las dos primeras partes. Esta secuencia inicial está mucho más fragmentada visualmente, algo que también marca la pauta de ciertas escenas posteriores del film y que servirá para diferenciar de manera muy clara las que protagonizan Celine y Jesse en exclusiva y las que comparten con otros personajes secundarios. Esto lo apreciamos en seguida cuando Jesse sale del aeropuerto, vemos que está en Grecia y al entrar al coche tenemos la primera imagen de Celine. No sólo la vemos a ella, en los asientos de atrás hay dos niñas rubias que de inmediato interpretamos como las hijas que han tenido como pareja. En una imagen nos cuentan de un plumazo los nueve años transcurridos desde su segundo encuentro en París. Y ahí, como decíamos, vuelve esa manera de ver a estos personajes, a través de un largo plano medio de ambos en los asientos del coche y hablando de la vida como ya nos tienen acostumbrados. Un gran detalle de ese arranque es la melodía instrumental que comienza a sonar al acercase Jesse al coche: aquella canción que Celine tocó para él en su apartamento de París.

La evolución natural de los personajes y de la saga está muy bien tratada: en Antes del Amanecer nuestra pareja era tan ingenua como la película en sí misma, todo iba a juego; en esta última entrega ha habido un gran progreso de madurez, ellos son muy conscientes de su papel y del largo recorrido atravesado durante estos años, y la película también es mucho más adulta en ese sentido. Sigue manteniendo cierto cariz romántico pero es también la más dura y cínica de la trilogía. El papel de los secundarios también se eleva, hay una gran secuencia en la sobremesa de una comida, donde cuatro parejas de diferentes generaciones, incluida la de Celine y Jesse, dan su visión del amor y de las relaciones y acaba por tornarse en una muy interesante reflexión y confrontación de ideas y, como no podía ser de otra manera, ellos se van solos tras dejar a sus hijos al cargo de sus amigos. La obviedad hay que decirla: Juley Delpy y Ethan Hawke siguen estando absolutamente geniales y manteniendo una química irrepetible. No podemos ni debemos desvelar mucho más, pero su tercer acto con el que se cierra la película no tiene desperdicio. Los que hayáis visto las anteriores no tenéis más remedio que seguir observando la vida de esta inolvidable pareja.

CAH Layla Fourie

Sin embargo, la sonrisa que nos habían dibujado Delpy y Hawke, pronto se iría al traste. La película alemana Layla Fourie dirigida por Pia Marais es hasta el momento la más decepcionante de toda la Sección Oficial. Era el día los atropellos accidentales en la Berlinale, en esta ocasión Layla Fourie, la protagonista encarnada por Rayna Campbell, arrollará accidentalmente a un hombre con el coche averiado. Tras buscar ayuda, finalmente decide abandonar el cadáver y seguir así pudiendo cuidar de su hijo, quien le acompañaba en el coche. De ahí en adelante, el guión se convierte en un absoluto delirio, sobre todo con la aparición del personaje de Constanza (Augusut Dhiel), quien pronto descubriremos que es el padre de la víctima. Con un arranque medianamente correcto que parecía abocado a un drama intimista, de pronto se torna en un thriller que no funciona en su intriga, ni en su ritmo. Sin ningún aporte visual resaltable, la narración se dedica a dar tumbos constantes y a fundamentar su sucesión de hechos en la casualidad. Situaciones rocambolescas sin ninguna base dramática o precedente que le dé lugar, un ejemplo llamativo sería el affaire entre Layla y Constanza, cuya química es nula. Habría que preguntarse en base a qué esta película ha sido elegida dentro de la Sección oficial a competición de la presente edición de la Berlinale. Nosotros desconocemos la respuesta.

CAH The best offer

Y para cerrar el día nos fuimos al pase de prensa de The Best Offer, dirigida por Giusseppe Tornatore, dentro de la sección Berlinale Special… aunque bien podría estar compartida la dirección con Ennio Morricone. No vendremos nosotros a discutir a uno de los grandes compositores de la historia del cine, pero la sobredosis musical en la que incurre esta película es uno de lastres grandes lastres que motiva su fracaso. Mr. Oldman, interpretado por un solvente Geoffrey Rush, es un subastador inglés de lo más excéntrico: está absolutamente obsesionado con la higiene, representa la disciplina en su significado más estricto y también es incapaz de mirar siquiera a una mujer a los ojos, las únicas en las que puede fijar su mirada son a las mujeres retratadas en su impresionante y valoradísima colección de cuadros. El protagonista vivirá una transformación absoluta de su personalidad, comenzará a conocer a una mujer que vive recluida en su habitación y a la que nadie ha visto en años. Su relación, entretejida por teléfono y con una pared de por medio, irá haciendo mella en Oldman hasta acabar profundamente enamorado. Sin dar detalles muy concretos para no caer en el spoiler podríamos dividir la trama en dos partes: la primera está más cerca de una línea tipo thriller e intriga mientras que la segunda es una historia de amor. La primera está bien resuelta y se deja ver con cierto interés, la segunda es un desbarre absoluto. Aparte de un epílogo larguísimo y absurdo cuyo fin es hacernos un largo resumen de lo acontecido en la película, Tornatore se dedica en toda esta segunda parte a subrayar y exagerar al límite cada acción. La gravedad, trascendencia y grandilocuencia de la que haca gala se vuelve insoportable e insostenible hasta esa culminación final que mencionamos, que causa más incomprensión que otra cosa.

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