Lee Daniels amenazaba con volver y lo hace con El chico del periódico.
En un pequeño pueblo de la Florida profunda, a finales de los años 60, un sheriff es asesinado y el principal sospechoso del crimen conducido al corredor de la muerte. Los hijos del dueño del periódico local, Ward periodista consagrado en Miami y Jack, quien ejerce de repartidor del periódico, tratarán de investigar si el condenado es realmente culpable o no con la ayuda de su novia por correspondencia, Charlotte, cuya presencia provocará el despertar sexual y sentimental de Jack.
Ante esta sinopsis, y con un reparto formado por Nicole Kidman, John Cusack, Matthew McConaughey, Scott Glenn y Zac Efron, de entrada el espectador esperaría un film noir combinado con melodrama sureño al estilo de títulos como los irregulares pero entretenidos Ejecución inminente o Tiempo de matar. Nada más lejos. Si bien aquéllos tienen un argumento definido, cuya intriga se va complicando a medida que entran en juego asuntos secundarios que resultan ser indispensables para el desarrollo de la historia, El chico del periódico se va dividiendo en subtramas sin ahondar en ninguna de ellas, dejando atrás la que inicialmente intuíamos como la trama principal, y sin que ni ésta ni el resto nos lleve a una conclusión lógica, convirtiendo toda la película en un gran sinsentido.
El hilo conductor de todas estas historias es la narración de la película por parte de Anita, la criada de la familia, que invita a pensar varias cosas: primera, que ella fue testigo de todo lo que cuenta, segunda, que su papel en la historia es lo suficientemente importante como para ser entrevistada al respecto, y tercera, que realmente existe un acontecimiento lo bastante trascendental como para ser revelado. Pero nada de esto ocurre en el film, por lo que, al desbarajuste que supone toda la película en sí, se une el desconcierto final de no saber el motivo por el que Anita es la elegida para contarnos la historia.
Otro de los aspectos que definen El chico del periódico es la utilización de lo grosero como pretexto exclusivamente para epatar, pero Lee Daniels no es John Waters. La sordidez y la vulgaridad presentadas de manera tan light por Daniels, incrustadas dentro de un contexto tan serio como se pretende en la película, no consiguen el efecto provocador, cómico e impactante que tiene la obra de Waters, logrando por el contrario una sensación de confusión y de vergüenza ajena en los momentos pretendidamente más morbosos.
A ello también ayuda el desaprovechamiento de grandes actores como Nicole Kidman o John Cusack, quienes aun teniendo un gran carisma y buen hacer no son capaces de remontar un guión que por momentos parece ir en la dirección de ser un drama racial, saltando a comedia (sin gracia) sexual y al thriller psicopático sin llegar a ser específicamente una cosa u otra.
El proyecto de llevar a la gran pantalla la novela de Pete Dexter, El chico del periódico, fue inicialmente encomendado a Paul Verhoeven y más tarde cayó en manos de Pedro Almodóvar, quien redactó varios borradores de guión al respecto antes de abandonarlo a favor de Lee Daniels. Si bien es cierto que la ambientación en los pantanos de Florida no casa con el universo almodovariano, esa exageración grotesca a la que Daniels no sabe sacar partido habría tenido con Almodóvar el punto kitsch y divertido necesario para no convertirse en el desatino aburrido que es.
