16 de abril de 2024

Berlinale 2014: Entrevista Claudia Llosa

Claudia Llosa

Hablamos con la directora de No llores, vuela.

No llores, vuela nos parece supone un cambio bastante importante en tu cine, bastante ligado a las raíces andinas y aquí tienes que cambiar el ámbito geográfico ¿te ha resultado esto especialmente difícil?

– Claudia Llosa: Es una ámbito que sigo reconociendo como propio, tanto como en las otras. Ésta tiene muchas cosas en común con las anteriores películas, tal vez no se acoge a las raíces pero se acoge casi a las mismas temáticas. No es que me interese decir que voy a mantener siempre esas mismas temáticas pero si existe cierto paralelismo en la relación con lo primario, en la canalización a través de elementos externos como la canción, el arte, la naturaleza como un medio de plasmar lo interno, la idea de la sanación que también se encuentra en La teta asustada de alguna manera… hay ciertas cosas que se mantienen, que pululan por ahí, hay un rol femenino conectado con la tierra, con la sangre, con el útero. En definitiva, el salto no lo veo tan grande, veo esa relación con el mundo de las creencias, no las creencias ciegas sino con la capacidad de creernos lo que imaginamos.

En este sentido tanto Madeinusa como La teta asustada estaban ligadas al folklore concreto de Perú y al prescindir de este elemento…

– C. L.: Al prescindir de este elemento… bueno, en realidad es sólo un elemento más, no es lo que nutre la historia, sí, son precisamente elementos andinos y están relacionados con países determinados pero para mí estos temas son algo, en fin, absolutamente universales. Entonces es casi como voltear la cara de la moneda y que los mismos personajes caigan al otro lado de la tierra.

¿Temías que el cambio de idioma condicionara tu visión?

– C. L.: Es que claro, tengo tres películas, tampoco es que tenga una visión como tal. No me interesa quedarme siempre en lo mismo, rechazo el deja vu. Sí, está bien, he hecho esas dos películas y probablemente volveré a retomar esos temas o haré algo que no tenga nada que ver con las raíces y demás, uno tiene muchos cajones y los va abriendo depende del momento que esté viviendo, como profesional, como ser humano. Mis inquietudes no van en decir: «Oye, mira lo coherente de mi carrera», eso se tiene que ver con una nota mucho más lejana, es decir, a través de un periodo de tiempo más prolongado y segundo resulta una manera de entender la vida y el cine, lo puedes entender desde otra óptica, todo es como un prisma y entonces no me preocupa especialmente justificar un poco el cambio cuando en realidad me reconozco y reconozco elementos que han estado presentes en las otras películas. A nivel personal es un cambio emocional fuerte rodar en otro idioma, cambiar de actores no profesionales a actores profesionales… una serie de saltos cuánticos pero también lo igualo con una necesidad de aprendizaje que todos tenemos y, bueno, yo necesito aprender y uno aprende así: intentando, tratando, abriendo. Yo estoy buscándome y buscando.

Formalmente la película tiene muchos primeros planos, la narración se fundamenta en primeros planos y eso la hace muy dependiente de su reparto, de su capacidad de expresión ¿Cómo trabajaste eso y cual fue tu relación con Jennifer, Cillian, Melanie, etc.?

– C.L.: La verdad que la relación ha sido una experiencia increíble, se creó un vínculo muy fuerte entre nosotros, nos reíamos mucho, había mucha libertad, mucha confianza, una confianza real de dejarlo todo volar literalmente y había como esa consigna. Físicamente estábamos muy cercanos a los personajes con esa sensación claustrofóbica en un espacio tan amplio, tan vasto pero para mí esa cercanía física era algo como querer meterme ahí, no tener la distancia de los planos un poco más estructurados que habían estado marcando el cine de La teta asustada donde todo está dentro de un cajón y es mucho más cartesiano. Aquí todo es mucho más móvil, mucho más incierto, mucho más impredecible. Yo quería que la cámara crease conflicto, que transmita esa sensación, que vibre como la protagonista… de hecho es como si Ivan (Cillian Murphy) me pidiera que moviera la cámara y yo le escucho como cineasta, es como si la cámara tuviera un poco su pulsión.

¿Resulta difícil para una persona escéptica hablar de temas como la curación extramedicinal etc.?

– C. L.: Yo soy escéptica personalmente. Hay una frase en mi tierra que se dice así: «Si Dios no existe hay que inventarlo. Yo soy una persona que cree en la creatividad del ser humano, en los mecanismos que la especie utiliza para poder sobrevivir… y los respeto y en ese sentido me atraen, me crean fascinación. Es como pensar qué llevamos en el ADN de nuestro inconsciente, de donde venimos. Por generaciones, por siglos, la humanidad ha avanzado en una senda en la que estábamos muy cercanos a la religión, al creer, a pensar que estamos haciendo el bien por algo, para ganar algo y ése es un impulso muy fuerte de la humanidad. Este tipo de preguntas que tiene que ver con algo que arrastramos como seres humanos me inquietan pero no me interesa decir: «Esto pasó así» y además la película tampoco afirma nada, todo lo contrario, no muestra en ningún momento una fe ciega bien al contrario muestra a una persona bastante incrédula, a un niño que no cree en su madre y muestra esta cosa casi desesperante y desesperanzada pero al mismo tiempo hay una búsqueda, desesperada también, de soluciones y alternativas pero sí recurre a la idea de cómo canalizamos eso, si es que somos capaces de hacerlo de una manera positiva y no es el objeto en sí mismo sino el proceso que lleva hasta ahí. Lo que importa es el viaje en sí mismo.

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