20 de abril de 2024

Críticas: Viajo sola

Viajo sola - Cinema ad hoc

Madurez, independencia y hoteles.

El hecho de ser hija del mítico Ugo posibilitó que la italiana Maria Sole Tognazzi empezara a hacer cine muy joven, debutando en el largometraje hace ya más de una década con la comedia Passato prossimo. A pesar de haber tenido a su cargo a actores como Monica Bellucci, su mayor repercusión hasta la fecha ha llegado gracias a una tercera película funcional y con toques autobiográficos, en la que sin embargo choca hallar ciertos tics más propios de una ópera prima. El planteamiento de Viajo sola se ofrece a reflexionar sobre la posibilidad de vivir en plenitud sin buscar la necesidad de encontrar pareja o formar una familia. Irene, bien interpretada por Margherita Buy, es una mujer atractiva y soltera de mediana edad. Su vida laboral y la personal se funden prácticamente en una sola, puesto que se dedica a viajar alrededor del mundo inspeccionando de incógnito hoteles de lujo con todos los gastos pagados. Silvia, la hermana de Irene, está casada con un músico y tiene dos hijas. Cuando Andrea, el confidente y antigua pareja de la protagonista, conoce a otra persona, la plácida existencia de Irene se tambalea hacia la inevitable duda sobre lo sostenible de su futuro.

Viajo sola (2) - Cinema ad hoc

La principal disyuntiva viene planteada de la mano del personaje de Silvia, calculadamente opuesta a la protagonista, como introductora de la posibilidad de tomar un sendero vital muy diferente al suyo. La presentación del conflicto es pulcra e inteligentemente medida, con el lujo como ingrediente cuyas dosis se calibran para que empaticemos progresivamente con Irene, una mujer cuya existencia puede llegar a parecer para el espectador cualquier cosa menos angustiosa. A pesar de conseguir hallar cierta tensión en la rutina del trabajo, el tono de Viajo sola queda registrado en los incómodos terrenos de la neutralidad, donde todo lo que vemos funciona pero no llega a conseguir expresar nada más allá de lo obvio. El camino elegido por Tognazzi para resolver todos los dilemas es tan sencillo que por momentos parece quedarse estancada, presentando a una serie de personajes que pululan sobre Irene para acabar dejándola intencionadamente en el mismo sitio, un inmovilismo que pretende quebrar estereotipos sobre los deseos de la mujer madura. Pero la dirección es demasiado plana, hasta el punto de que por momentos su objetivo parece más el de ofrecer una guía turística de los lugares que visita su protagonista: la contribución económica de The Leading Hotels of the World es palpable en cada inspección.

Viajo sola (3) - Cinema ad hoc

Tantas lagunas no evitan que la narración fluya correctamente, lanzada por una agradecida concisión no reñida con un sentido de la observación que hace más profundos a unos seres cuyo desarrollo resulta, en cambio, dudoso. Hacia la mitad del viaje, uno ya ha asumido que el camino que toma Viajo sola no va a deparar ninguna novedad, por mucho que sepa esquivar los baches. Tan sólo la introducción de un personaje secundario con endeble implicación en la trama, de irrupción y desaparición demasiado forzadas y que pretende tener una carga de la que realmente carece para convertirla en un auténtico drama personal, llega a desviar sin fortuna el rumbo. Cuando la sombra de la sexóloga interpretada por la británica Lesley Manville se esfuma, la milimétrica exploración de los hoteles vuelve a servir como excusa para reivindicar la libre imperfección de una vida que para algunos parece asumir tan escasos riesgos como la propia directora en su labor.

La sensación final es que la meta de ofrecer una cinta placentera y de agradable visionado se ha alcanzado, pero era inevitable pedir algo más que asistir a la reafirmación de aquello explícito en el propio arranque: aun en un mundo hipersocial, cada uno es libre de elegir su propio camino y de disfrutarlo en soledad. A pesar de resultar una experiencia confortable, Viajo sola deja un sabor algo agridulce, levemente lastrada por haber seleccionado la vía más fácil para resolver un conflicto tan obvio que acaba por no parecer tal. Aunque, con todo, se agradece que opte por subrayar el encanto de la diferencia en lugar de ofrecer un punto de escape artificial a su protagonista.

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