19 de abril de 2024

Críticas: Avanti popolo

Avanti popolo

La memoria derrotada.

Un anciano solitario y su perra, Ballena, conviven en una casa antigua, situada en un barrio apartado de una gran ciudad de Brasil. El hijo acude a visitarlo y pasar con él unos días durante los que tratan de recordar el pasado de la familia con la ayuda de unas viejas películas rodadas en Super 8 que llevan décadas guardadas.

Avanti popolo es una producción brasileña que cita a una producción israelí con el mismo título, fechada en 1986. No hay coincidencia entre ninguna de las dos películas más allá del título, pero en un momento del metraje, Michael Wahrmann, director y guionista del film, la menciona. Es curioso que Avanti popolo, la actual, producida en 2012, sea una película que aporta ciertos paralelismos a la posterior (y más famosa) Ida, del año 2013, aunque estrenada antes que Avanti popolo en España. Las dos tratan del descubrimiento y del dolor que trae desenterrar recuerdos. Pero no lo hacen de una manera convencional, más acorde a los cánones del cine comercial predominante.

Fuera de ese paralelismo argumental, Avanti popolo se presenta como un largometraje sólido, evocador y capaz de crecer en nuestra mente, mucho después del último fotograma con el que concluye su proyección. Es un film que con pocos elementos, despojados también de artificios formales y externos, consigue un universo tan hermético como abierto y progresivo, aunque parezcan ideas contradictorias. Michael Wahrmann nos conduce junto a sus protagonistas, encarnados por Carlos Reichenbach (el padre) fallecido el mismo año 2012. Y André Gatti (el hijo) A través del reencuentro de ambos, en una casa tan envejecida como los muros del barrio del que forma parte. Un símil tan válido para el carácter de ellos. Los dos actores, también cineastas, consiguen una veracidad en sus interpretaciones que nos hace dudar sobre si son ellos mismos en realidad sus propios personajes.

Avanti popolo 2

Resulta apasionante el doble tratamiento de Avanti popolo. Por una parte es casi documental, con planos secuencia largos, desarrollados por el movimiento o el estatismo de los actores. En otras ocasiones, por el trayecto subjetivo dentro de un coche al que recurre el director en varias secuencias. Sin embargo la película se construye como una ficción que no aclara en pantalla, durante el tiempo de proyección, todos los interrogantes que plantea, pero sí da las pistas que nos ayudan y empujan a buscar las respuestas después. Este tratamiento sobrio está logrado por medio de la cámara fija, situada en encuadres frontales y compuestos con un estilo casi pictórico. Y que permanece fija siempre, aunque sea mediante un travelling dentro de un vehículo en movimiento.

Aunque los tres elementos que, desde mi punto de vista, engrandecen este largometraje son el uso del fuera de campo que vertebra esa mirada hacia un pasado histórico que se sugiere, el de la dictadura militar de los años sesenta en Brasil, un pasado que aquí se oculta igual que se oculta cuando mencionamos países latinoamericanos que hayan sufrido, igual que España, estas formas criminales de gobierno.

El segundo elemento que lo apoya es una banda sonora musical que marcan las canciones que escuchan los propios personajes, en la radio y en un tocadiscos. Canciones antiguas que sirven de contexto al pasado e incluso a marcar recuerdos revolucionarios.

Avanti popolo 3

Ya el tercer elemento serían los flashbacks, que discurren fluyen de forma natural y sin estridencias, con las imágenes familiares de los años sesenta y setenta, de niños durante las vacaciones. O con esos paisajes helados en Rusia. El director redondea así un contraste visual por la textura granulada y de buena calidad fotográfica que aportan las películas en Super 8 y lo contrapone a la imagen digital contemporánea, que tiene menos profundidad y fuerza evocadora que la del pasado.

Michael Wahrmann escribe y dirige su primer largometraje, producido en el año 2012, premiado además en numerosos festivales internacionales como los de Roma, Brasilia, FICUNAM (México) y el de Lima Independiente entre otros. Gracias a este recorrido por varios certámenes de cine tenemos la posibilidad de ver en la actualidad, una película capaz de zarandearnos y que funciona como una caja de resonancia, que amplifica su sentido y nos implica en su historia durante  las horas y días siguientes a su visión, de una forma que la hace única y remite exclusivamente a sí misma.

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