My manner set impeccably, but underneath I am the same as you.
En 2010 el director Daniel Ribeiro quiso llevar a la pantalla la historia de un joven ciego que descubre su homosexualidad con la llegada de un chico nuevo a su colegio. Gabriel, el recién llegado, entabla amistad con Leo y su amiga Giovanna al compartir con ellos el mismo sentimiento de marginación por parte del resto de compañeros, pero pronto la amistad entre los tres comienza a peligrar por la atracción que surge entre los dos chicos. Tal fue el éxito del corto en Brasil que el director, animado por el público demandante de saber más acerca de la historia, reescribió el guión para convertir Eu não quero voltar sozinho (No quiero volver solito) en un largometraje con los mismos protagonistas y el mismo mecanismo formal que utiliza en él, pero modificando tanto el eje argumental como su título original por el de Hoje eur quero voltar sozinho (Hoy quiero volver solito). La diferencia estriba en que, mientras el corto se centra en la entrada de Gabriel en la vida de Leo y Giovanna y su impacto en el protagonista, el largometraje, cuyo título en español es A primera vista, amplía el mundo alrededor del mismo y nos introduce en una historia con más matices que la que planteara en su anterior trabajo.
La atracción entre Gabriel y Leo ya no es el foco principal de la película como sí lo era del corto porque en lugar de plantear un drama con la homosexualidad como principal conflicto, lo que Ribeiro narra es el despertar adolescente no sólo a su sexualidad sino a las ansias de libertad, a la independencia y al descubrimiento de nuevas experiencias con las que disfrutar. La historia de A primera vista es la de cualquier joven con sus miedos e ilusiones, y de las relaciones que se establecen y se modifican entre la familia y los amigos de la infancia al crecer y abrirse a nuevos estímulos. Leo, el protagonista, se encuentra inmerso en dos relaciones igual de intensas y codependientes. Por un lado la que mantiene con una madre asfixiante que se escuda en la ceguera de su hijo para no dejarle salir de debajo de sus faldas, y por otro la relación con su amiga de toda la vida Giovanna. Ésta mucho más sana y libre aparentemente, hasta que entra en sus vidas Gabriel y el dúo se convierte en trío, desembocando en un ataque de celos y una lucha constante para no perder su papel fundamental en la vida de Leo. Lo más interesante de la película es sin duda cómo el director plantea estas dos relaciones marcadas por los miedos, los celos y la inseguridad que se adueñan de la madre y la mejor amiga de Leo, sin que incida en conflictos internos y en los melodramas que pudieran surgir de ellos.
Al contrario, A primera vista se revela como una película luminosa en la que el devenir de la historia viene dado más por los cambios propios de los adolescentes que por un hecho concreto que trastoque su mundo. Si bien es cierto que hasta que Leo no conoce a Gabriel y empieza a sentir algo por él definiendo su propia sexualidad, y su relación con Giovanna se empieza a tambalear, desde el principio de la película el protagonista ya revela sus deseos de explorar otras formas de vivir, consciente de sus limitaciones físicas pero sin sentir que éstas sean las que lastren sus ilusiones. Pero por otra parte, el director incurre en una contradicción al normalizar de manera muy loable el amor, sea del tipo que sea, pero sugiriendo situaciones excesivamente obvias a la hora de presentar la incipiente relación entre los dos chicos. No obstante, es de alabar que en general Ribeiro no plantee la homosexualidad como uno de los factores principales de la marginación de Leo por parte de algunos de sus compañeros, precisamente para no caer en clichés y abrir la puerta al cine para tratar las relaciones entre personas del mismo sexo de la misma manera en que se plasman las heterosexuales, sin ningún tipo de tratamiento diferencial.
