La ópera prima de Juan Carlos Medina llega a nuestros cines.
Hace unos días una conocida revista de cine se preguntaba por qué se odian las películas sobre la Guerra Civil. Esta pregunta, cuanto menos desafortunada, vuelve a poner sobre la mesa la cuestión de si el hecho de recurrir al pasado más trágico y vergonzoso de cada sociedad se debe guardar bajo llave o si, por el contrario, sigue siendo necesario revisar y sacar a la luz todos los detalles escabrosos para conocer más nuestra historia y aprender de ella. Existen todavía muchos momentos sobre aquellos años, bien anécdotas simpáticas como la que se narraba en La mula, o bien pasajes oscuros escondidos en la memoria de quienes los vivieron, que dan todavía para contar muchas historias sin que necesariamente se tengan que repetir o considerarse “otra película sobre la Guerra Civil” de forma despectiva.
El debutante Juan Carlos Medina nos trae ahora una de esas historias que no fueron narradas por los vencedores, pero que de una manera o de otra acaban saliendo a la luz, sobre los aspectos más sombríos de los años de la Guerra Civil, Insensibles, una película sobre la culpa y sobre la búsqueda de la emoción.
Insensibles divide su narración en dos momentos separados por el tiempo que terminan por cruzarse en una especie de círculo temporal que se cierra cuando el protagonista de la historia que transcurre en la actualidad, comprende que su vida ha estado basada en mentiras y en sucesos espeluznantes tan alejados aparentemente de su realidad.
David, un cirujano a quien detectan un cáncer, cuya única posibilidad de cura pasa por un transplante de médula por parte de uno de sus padres. Este incidente saca a la luz secretos familiares escondidos durante mucho tiempo que David tendrá que investigar para conocer sus orígenes y poder salvarse. Lo que el médico desconoce es que esos secretos ocultan un pasado tan oscuro y aterrador que pueden destrozar su vida y su relación con sus padres por completo.
La segunda línea temporal de Insensibles comienza a principios de los años 30 cuando, en un pequeño pueblo de Cataluña descubren a varios niños inmunes al dolor físico, a quienes encierran de por vida en un sanatorio mental debido al miedo de sus familiares y de los ciudadanos en general ante el desconocimiento que supone su circunstancia. Estudiados por un médico nazi, los niños son testigos desde su encierro de los horrores de la guerra convirtiéndose en víctimas y verdugos de la situación durante más de 30 años en los que sus vidas se cruzan con la investigación que lleva a cabo David para conocer su pasado.
Tanto el cáncer de David como la inmunidad al dolor de los niños son meras anécdotas argumentales que dan paso a temas tan profundos y terroríficos como los experimentos con humanos que llevaban a cabo los nazis, la represión del poder tanto en la Guerra Civil como en los años posteriores contra los opositores al régimen, y el más actual del drama de los niños robados. Pero, sobre todo, Insensibles se centra en las heridas no cerradas del pasado en todas sus variantes, y en cómo puede afectar a una persona corriente, en este caso a David, el descubrir que toda su vida configurada de un modo absolutamente convencional está sustentada en conductas execrables de personas a quienes creía incuestionables.
Un personaje tan complejo y que pasa por tantas experiencias traumáticas como David, gana credibilidad en manos de un Alex Brendemühl que como siempre consigue sin esfuerzo una empatía con él por parte de los espectadores, al igual que Juan Diego, con su habitual intensidad, dando vida al padre de David en la actualidad. El resto de secundarios cumplen con corrección con unos personajes a cada cual más oscuro en concordancia con la atmósfera del film.
La mezcla de temas en Insensibles, junto con la decisión de insinuar más que mostrar abiertamente los horrores del argumento, logra un suspense y una tensión durante toda la película que, por desgracia cae en picado cuando Medina cierra ese círculo con una explosión de todo lo que ha obviado explícitamente hasta entonces, mostrando un final fantástico y lleno de emotividad rompiendo esa insensibilidad de la que hace gala y provocando que el espectador no sólo se pregunte si el desenlace es real o no, si no que pueda pensar que toda la película es un engaño y sienta que han estado jugando con él.
En definitiva Insensibles tiene una premisa interesante, dando una nueva visión de nuestro pasado, pero con un giro hacia lo fantástico que le hace más mal que bien al conjunto final. Aun así, es un correctísimo debut en la carrera de Juan Carlos Medina con aires nuevos para el cine español, que siempre es de agradecer.