25 de abril de 2024

Entrevistas: Gabor Bene y Sebastián Alfie

Gabor

Charlamos con el director de Gabor y su protagonista.

Un documental con forma de diario personal que nos cuenta una historia de superación y amistad entre un director de fotografía invidente y el director de esta película. Una historia que habla de cine y que nos enseña ciertos aspectos de un rodaje fuera de lo común. Apuesta arriesgada y experiencia enriquecedora de la que nos hablan Sebastián Alfie y Gabor Bene.

Visto lo arriesgado de la apuesta, ¿qué es lo que convenció al productor Albert Solé para lanzarse a esta aventura?

Gabor Bene: Tenemos un debate de quién convenció a quién.

Sebastián Alfie: Yo le llevé el proyecto a Albert, que tiene una productora de documentales y hasta ahora no había producido documentales de otros. No sé  que le convenció del proyecto pero si ves sus docus yo creo que también intentan ser documentales que lleguen y emocionen. No sólo es una transmisión de información o no es un trabajo periodístico, son historias que te llegan. Tu vas al cine, ves un docu y te emocionas. Creo que quizás ese fue el ángulo que le interesó a él.

En Gabor se puede ver una secuencia donde Sebastián te propone ser el director de fotografía de su cortometraje. ¿Fue así de sencillo convencerte?

G.B: Decir sí es fácil pero luego acarrear con las consecuencias no lo es tanto. Quizás no medí muy bien lo que me esperaba.

¿Cuáles fueron las grandes diferencias en la preproducción del cortometraje teniendo en cuanto que Gabor, director de fotografía, es invidente?

S.A: En el proceso de preproducción yo no noté ninguna diferencia respecto a un director de foto que ve. Hablamos de qué películas nos gustaban, de cómo imaginábamos cada una de las escenas, qué es lo que queríamos que dijera la luz en cada una de las escenas y esto fue un diálogo como el que tengo con cualquier director de foto. Cuando nos fueron llegando las localizaciones, yo le contaba a Gabor cómo eran éstas y las discutíamos. No hace falta ver una foto para entender cómo es una localización o cómo es el rostro de una persona. Nos comunicamos de esta forma y no hubo una gran diferencia.

G.B: En la preparación mi experiencia fue idéntica a la de Sebas. Luego ya rodando era un poco diferente. Principalmente por ciertas cuestiones técnicas. Sebas aprendió muy rápido cómo transmitirme información a mí que no veo y que quizás es otro tipo de información la que necesito. Esto tuvo su proceso y fue un aprendizaje para él y para mí. Por otro lado, tenía una dificultad muy personal, latente. Y es que si estoy convencido de algo, yo esgrimo mis argumentos pero siempre me quedo corto porque yo no veo. Por lo tanto, siempre existe una pequeña debilidad a la hora de argumentar. Siempre te pueden decir que esta muy bien lo que cuentas pero que tu no ves. Agradezco mucho a Sebas que nunca ocurriera eso. A mí no me trató como invidente.

S.A: Una cosa curiosa que me pasó y que tiene que ver con este tema es que en una de las primeras fotos que le relaté a Gabor, le dije algo así :“se ve un paisaje muy bonito”. Gabor me paró y me dijo que una cosa es lo que es bonito para mí y otra cosa es lo que es bonito para él. Decidimos borrar esa palabra de nuestro registro.

G.B: Hay una segunda parte, es decir, yo le pedía que me contará qué había y que hacía que para él eso fuera bonito. Es decir, acepto que es bonito pero necesito tu argumento.

S.A: Esto hace que saques realmente el espíritu de cada imagen, que no te quedes con la forma sino que vayas mucho más a la esencia.

Gabor 2

¿Cómo fue el proceso de montaje?, ¿Qué cambió respecto al guión?

S.A: El documental no tenía un guión muy cerrado. Sabíamos que íbamos a Bolivia, sabíamos que teníamos que cumplir con el encargo en un tiempo concreto y sabíamos quiénes iban a ser los personajes. Yo pensaba que íbamos a filmar tres operaciones de vista y terminamos filmando una. Hubo otros personajes que hemos grabado que al final no han quedado en la edición. Por ejemplo, yo pensaba que una de las mejores escenas iba a ser esa en la Gabor iba a venir conmigo a hacer la ceremonia de la Pachamama y, sin embargo, él dijo que en esas cosas no creía y se fue. Yo tenía algunas ideas preconcebidas pero nunca un guión escrito de antemano, aunque sí una estructura.

Sabíamos que había determinados puntos por los que teníamos que pasar. Al final, casi todas nuestras ideas cambiaron en el proceso de montaje que duró un año. Sobre todo pasó esto porque yo al principio pensaba que iba a ser una película mucho más técnica, más dedicada a los aspectos de la técnica cinematográfica. Pensaba que iba a ser mucho más interesante el cómo hicimos, el cómo Gabor iba a trabajar. Después, en la sala de montaje, nos dimos cuenta de que era mucho más interesante la historia de dos personas que están unidas por una circunstancia y que tienen un objetivo en común. Dos personas muy distintas que no son amigos en ese momento pero que a lo largo del viaje se hacen amigos.

De una manera natural íbamos dejando de lado todo lo que fuera más cinéfilo para pasar a una historia más de emociones, de humor.

G.B: Por ejemplo, en una versión más amplia de montaje había al menos 4 ó 5 películas de referencia de las que habíamos hablado, también había varias cosas mías que había rodado en preproducción y con el mismo argumento decidimos que esto no nos interesaba. No hemos utilizado películas de referencia de lo que queríamos hacer, las proyecciones eran más bien para conocernos el uno al otro a través de las películas que nos íbamos recomendando.

En una secuencia se plantea un problema ético que va muy unido a la realización de documentales. Se puede ver una discusión entre ustedes a raíz de rodar o no un final feliz (inventado). ¿Es cierta esta discusión o es parte de una manipulación para crear un conflicto?

G.B: La discusión ocurrió de verdad aunque no sé si fue tan grave como parecía. El rodaje tiene un nivel de tensión que no es como un día normal por lo que es muy difícil pensar ahora si eso era tan grave. En ese instante sí era tan grave como parece. Pero en realidad no creo que hubiéramos parado de rodar. Había algo de ser justo con los criterios de uno mismo, no es tanto chantaje como pensar donde están los límites de cada uno.

S.A: En realidad todo lo que se ve, pasó. El proceso de edición consistió más en seleccionar las cosas más interesantes, es decir, si en el mismo día se corta la luz y nos juntamos a tomar café con leche con la gente del lugar, yo voy a elegir el corte de luz. En ese sentido hay un trabajo de edición y de guión. Los conflictos son verdaderos y los obstáculos son verdaderos.

Eso sí, ya desde el momento en que decidimos ir a Bolivia fue porque fuimos buscando esos conflictos. Cuando Gabor planteó filmar en una casa en el altiplano perdida en la mitad de la nada yo pensé “genial, van a pasar cosas”. En ese sentido hay una especie de propuesta mía.

G.B: Es casi como imaginar cada uno por su cuenta pero luego uniendo los puntos. Cada uno ha imaginado un cortometraje para lo que queríamos contar. De esta manera hemos buscado una casa en medio de la nada, una señora mayor con una nieta, un árbol. También ha habido sorpresas que no buscábamos sino que estaban ahí, como por ejemplo el lago, magnífico regalo. Cuando iban llegando las propuestas de sitios ya sabíamos qué elegir.

Luego vienen problemas gordos que te hacen cambiar la propuestas original y se plantea la duda de hasta que punto puedes cambiarla sin cambiar el rumbo. Por ejemplo, en el conflicto de final feliz o no, el otro día pensé el porqué argumenté que no se puede fingir una situación que no existe. Llegué a la conclusión de que no es tanto por mentir o no mentir, es más bien porque la única cosa que pertenece al ciego es su ceguera y esto no se puede quitar. Quitarle la ceguera es como quitar a una madre el cuerpo de su bebé muerto en la guerra.

S.A: Es un conflicto interesante porque permite hablar sobre qué es cierto y qué es falso en el cine documental. Tenemos que tener en cuenta que el cine documental no es periodístico, por lo que hay una fina frontera con la que es lícito jugar.

Gabor 3

En cuanto al personaje de su madre (Sebastián), que apoya y sostiene en cierta manera la historia, ¿es casualidad que ésta trabaje con invidentes y así usted pueda involucrarlo en el guión?

S.A: Yo creo que es al revés. Como yo de pequeño iba con mi madre al trabajo y estaba en contacto con los ciegos y para mí no tenían nada de especial, en el buen sentido, cuando me llegó este encargo y cuando conocí a Gabor, yo creo que por eso me sentí atraído por el tema. Pienso que es algo que uno lo tiene desde pequeño y las antenas propias te van llevando hacia los territorios que son más naturales para ti.

G.B: En realidad esta era la idea inocente, pero Sebas se encontró con un ciego especial que desafiaba las reglas.

Gabor, usted tenía un doble papel en el rodaje. Por un lado, era un personaje de un documental y por otro lado estaba haciendo su trabajo como director de fotografía para un cortometraje. ¿Qué se sentía más, filmado o filmador?

G.B: No me sentía filmado para nada, primero porque no veía la cámara, sabía que estaba ahí pero yo estaba suficientemente ocupado con mi trabajo. Además, no podemos ser hipócritas, yo estaba manipulando todo el entorno para mi cámara, entonces, hasta qué punto puedo protestar si hacen lo mismo conmigo con otra cámara. A veces sí era incómodo, porque el compañero que hizo la dirección de fotografía del documental, Ángel Amorós, es muy buen profesional y a veces pedía la repetición de alguna toma. Entonces se puede decir que es falso, pero por el mismo criterio ¿qué es falso?,  ¿repetir la misma escena que la verdadera es falso? En el contexto no. El cine no es un mundo democrático, es una dictadura. El fin justifica el camino.

S.A: El film justifica los medios.

G.B: Exactamente, aunque no nos dan medios.

¿Cómo fue el resultado del cortometraje que le encargó la fundación “Ojos del Mundo”?

S.A: Fue muy bien. Lo usan habitualmente en sus presentaciones y para mostrar el trabajo de la fundación. De hecho ayer estuve con ellos y dijeron que nos querían fichar.

G.B: ¿Cómo?, como voluntarios…

Y con la película Gabor, ¿cómo ha ido la ruta de festivales?

S.A: Muy bien y sorprendidos. Hemos ganado en el Festival de Málaga, hemos ganado en Documenta Madrid y hemos estado en Argentina, Polonia…etc. Además, ahora vamos a Islandia y a EEUU.

¿Tienen futuros proyectos juntos o por separado?

S.A: Yo desde que terminé el docu tengo a Gabor como un colaborador. Muchas veces lo llamo para hacerle consultas, no sólo técnicas si no creativas porque es una persona con mucha creatividad.

Por otro lado, en estos momentos estoy escribiendo una película de ficción y ahora estoy buscando financiación.

G.B: Yo estoy haciendo talleres con chicos en un programa social de una ONG de Barcelona. Estoy planteando con pequeñas figuras filmar escenas de calle con ellos participando cinematográficamente. Planos y contraplanos, todo planificado con fachadas miniaturas de fondo, es decir, como un estudio en miniatura. Estoy organizando mis sueños. Soñar es fácil, el trabajo está en organizar esos sueños.

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