23 de abril de 2024

En otro país: Desde el infierno

Desde el infierno

From hell

Un proyecto como Desde el infierno tiene, por su propia naturaleza, defectos, fallos, escaseces. Cosas no obstante que, tomando una cierta distancia, podríamos decir de (casi) cualquier producción con un presupuesto mucho más holgado. Es por ello que, aún reconociendo ciertos aspectos como la sensación de tener un producto cuya factura tiene ciertos aires televisivos y cuyas interpretaciones no acaban siempre de funcionar, pasando todo ello factura a la credibilidad terrorífica del conjunto, entendemos que es mejor centrarnos en los aciertos, que son muchos. Sobre todo teniendo en cuenta los mimbres, como se forjó este proyecto.

Luís Endera, director y padre absoluto de esta producción, entendió rápidamente que estamos en la era de las redes sociales, y lo más importante su uso no sólo como herramienta de comunicación sino incluso de trabajo. Con una dosis extraordinaria de ilusión y de trabajo comunicativo Endera consigue llevar a cabo esta adaptación de la novela de Enrique Laso mediante crowdfunding, algo que puede parecer poco relevante de cara al contenido de la película, pero que nos habla de la capacidad (y de la realidad) de cómo sacar agua del pozo con un presupuesto tan ajustado como exiguo.

Desde el infierno 2

Lo de internet puede parecer una anécdota, cierto pero hay algo en la película que nos permite captar ese aire de ilusión proyectado en tantas horas y horas de esfuerzo en la red. Algo así como la idea de la convicción que transmite cada uno de los planos y de los gritos angustiados de sus protagonistas. La sensación de que todo lo que rodea al film tiene un halo de implicación terrible, de cariño y mimo en lo que se está rodando.

El resultado de ello es una cinta de terror psicológico angosta, claustrofóbica y compacta. Que sabe sacar rendimiento de cada minuto de su metraje para introducirnos lenta pero decididamente en un universo de pesadilla espeso, con múltiples capas de realidad que poco a poco van cayendo en pos de la negrura más absoluta. En cierto modo esto resulta de un trabajo de diseño donde los espacios abiertos rurales contrastan con la cerrazón de una casa gris, impersonal que se va aproximando hasta el plano abrasivo de un Fran Martinez al que no se le deja ni respirar, ni descansar tranquilo.

Desde el infierno 3

Se llama atmósfera, y este es el pilar donde esta  historia de posesiones, quizás no del todo original, resulta más efectiva. La idea de la no salida, del descenso imparable hacia ese infierno al que hace referencia el título es lo que atrapa, lo que mantiene en vilo al espectador. Para ello también resulta efectiva un sonido minimalista, casi bordeando los silencios densos,  solo rotos por estallidos ocasionales que nada tiene que ver con el viejo truco del golpe de sonido sino más bien con la liberación de la olla express de la angustia.

Naturalmente en Desde el infierno Endera lidia fundalmente con el problema de la calidad de los fx, y precisamente por eso estos son reducidos a lo mínimo, a lo estrictamente necesario, dejando vía libre a la imaginación, al fuera de campo de nuestra imaginación. En resumen estamos ante una película sencilla en su estructura, que conoce sus limitaciones y por ello no se anda con digresiones ni subtramas para ir directamente a la raiz del miedo. Un film que demuestra que Luís Endera es un valor a seguir no solo por la ilusión mostrada sino por sus buenas maneras en la planificación y uso de los recursos. Una película que vale la pena para ser disfrutada o sufrida. En todo caso un debut remarcable del director murciano al que valdrá la pena seguirle la pista.

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