La conquista de Chartague.
Chartague, o Cartago si se traduce al español, es una pequeña ciudad ubicada en el estado de Texas. Hasta ese lugar se desplaza Bernie Tiede para trabajar en una funeraria. Una vez instalado allí es conocido por toda la comunidad y consigue hacer lo que mejor sabe. Esto es, agradar y ganarse la confianza de casi todo el mundo, sobre todo de las mujeres mayores. Marjorie, una viuda muy arisca a la que ha conocido en el funeral de su marido, comienza una amistad y después una tormentosa relación de convivencia con Bernie.
La llegada tardía de Bernie, largometraje producido en el año 2011, estrenado en Estados Unidos en 2012 y rescatado -por fortuna- para su distribución actual en nuestro país, se beneficia de dos factores imprevistos. El primero es la fama e interés logrados por Richard Linklater tras las nominaciones de Boyhood en la última entrega de premios de la Academia de Hollywood. El segundo factor es que Bernie puede resultar más favorecida con este retraso involuntario ya que es un film que no remite, temática ni formalmente, a la última película del realizador tejano ni a la anterior, Antes del anochecer. Esta vez no nos hallamos ante retratos generacionales del crecimiento ni tampoco en la vorágine dubitativa de una pareja de enamorados. No, porque en el caso de Bernie, enumerando a la mayor parte de sus personajes, el cómputo vital se inclina hacia la tercera edad. Este hecho no significa que nos encontremos ante una historia decadente o depresiva. Todo lo contrario, porque la película es un retrato vitalista y amable, aunque se trate de una sociedad conservadora y limitada por un entorno poco cosmopolita.
Bernie es un largometraje protagonizado por Jack Black, actor que cumple bien su papel de hombre altruista, empático, encantador y algo afeminado que se gana el respeto, admiración y amistad de gran parte de los habitantes de Chartague. Richard Linklater nos plantea de forma irónica la trama como si fuera un cuento, a pesar de señalar por unos carteles ilustrados que veremos una película basada en hechos reales. Después de una secuencia en la que Bernie demuestra sus dotes como tanato práctico, mejorando el aspecto de un cadáver ante un auditorio compuesto por varios alumnos. Su personalidad cautivadora y carácter agradable se reflejan en esta magistral presentación del protagonista.
El desarrollo da paso a una mezcla de ficción, apoyada con numerosas intervenciones testimoniales de muchos habitantes auténticos de Chartague, que transforman con suavidad el tono fabuloso inicial del film en un documental. Durante esta parte, Bernie se convierte en un reportaje dinámico que se centra tanto en los personajes principales, encarnados por el ya mencionado Black y la enorme Shirley MacLaine, en un papel antipático en apariencia pero interpretado con toda la fuerza e integridad de las que una actriz como ella es capaz de dotar al personaje. Linklater equilibra los elementos con toda su experiencia narrativa y la ayuda de un trabajo de montaje extraordinario, acometido por su editora habitual, Sandra Adair. Los dos juntos manejan la combinación de tonos que transitan desde el humor hasta el drama, pasando por los documentos testimoniales de numerosos personajes, en un retrato colectivo que nunca dispersa la atención sobre lo que le sucede al omnipresente Bernie, ya sea en escena, declaraciones o diálogos.
El clima del largometraje viene marcado por una fotografía de tonos ocres, dorados y otros colores suaves, matizados por la luz de un sol siempre presente y la ausencia de secuencias nocturnas. El ambiente lo encuadran esas cabezas de venados y otras especies animales colgadas en cualquier pared de los decorados, incluso en bares y otros lugares públicos. Una decoración amenazadora y tal vez algo opresiva, que choca con la calidez lumínica de los interiores y exteriores. Si tuviéramos que buscar referentes cinematográficos para dar algún dato más acerca de Bernie, quizás serían temáticos, con Harold y Maude (de Hal Ashby) en cuanto al romance intergeneracional de un hombre de cuarenta años y una mujer que le dobla la edad. También en el universo de los Coen, sobre todo en Fargo. Aunque en este caso la diferencia sea que mientras en la película de los dos hermanos, el público llega a la fría localidad de Fargo como si hubiera aterrizado desde otro planeta. En cambio en Chartague, el escenario de Bernie, los espectadores se encuentran como en su propia casa. Pero la referencia más caprichosa la sitúo en El extraño viaje de Fernando Fernán Gómez, referencia que se me ocurre por varios sucesos del argumento y ese ambiente que transpira de los fotogramas del film, largo que, probablemente, desconozca el realizador norteamericano.
La historia se cierra con una parte final de ritmo más acorde al de un melodrama en el que se produce un duelo artístico entre Jack Black y Mathew McConaghuey, en uno de esos papeles que se superan en cada nuevo plano.
Bernie supone una sorpresa enriquecedora en la filmografía de todos sus responsables por el buen uso de diferentes géneros sin que chirríen en sus cruces y tonos distintos. También porque es un material que parecía destinado únicamente al lucimiento y la búsqueda de premios de sus intérpretes. Sin embargo, todos los encargados desde la fotografía, dirección artística, montaje, banda sonora y el reparto, demuestran su profesionalidad e implicación al conseguir una joya vestida con la apariencia de película menor que, sin embargo, se enriquece y aguanta nuevos visionados.
En esta coyuntura del cine norteamericano actual que implica la búsqueda de espectáculos más propios de una feria o de un parque de atracciones para llenar las salas de cine, Bernie tiene un guión por el que quizás se hubieran peleado para dirigirlo, varios directores del cine clásico como Frank Capra, Otto Preminger o Howard Hawks por citar algunos. Seguramente esto hubiera sucedido en otra época, porque a día de hoy el estreno de Bernie es un milagro.