26 de abril de 2024

Críticas: Los amores cobardes

Un verano para encarar la vida.

Esta opera prima de Carmen Blanco ha tenido la mala suerte de estrenarse solo justo una semana después de Les distàncies que es muy superior. Con la cinta de Elena Trapé comparte un espíritu generacional y una descripción certera del desencanto e inmadurez de la juventud lastrada por los estragos de la crisis. A nivel formal distan mucho la una a la otra, aunque ambas directoras buscan enclaustrar a sus protagonistas en un entorno hostil que debería ser todo lo contrario. En última instancia, la mayor diferencia es el sentido jovial y con cierto halo esperanzador de Los amores cobardes.

La protagonista es Eva, una joven que regresa a su ciudad natal años después de irse a forjar una carrera profesional lejos de su familia y amistades. Al volver, solo tiene el respaldo de Gema, su mejor amiga, pero rápidamente se reencuentra con Rubén, su compañero del alma que la apartó de su vida en cuanto encontró pareja. Eva se resiste a retomar el contacto, pero su frustración con el trabajo y su distinta relación con el grupo de toda la vida, la arropan hacia él. Entre ambos hay una relación puramente de amistad y se establece una estructura de dramedia que rompe el tópico sobre la absurda premisa de la imposibilidad de que un chico y una chica heterosexuales sean amigos y nada más.

La directora Carmen Blanco firma un notable guion que abarca un verano de transformación para Eva, una especie de cruce entre un Breve encuentro (sin escarceo amoroso) y una coming of age tipo Todo en un día con jóvenes peterpanescos. También son obvias las reminiscencias de Linklater. Aún así, la película tiene suficiente entereza por sí sola, aunque en su búsqueda por la naturalidad peca en algunas situaciones y diálogos, en ocasiones por culpa de alguna impostada y declamada interpretación de los secundarios. No así por parte de Blanca Parés (vista como hija de Emma Suárez en Julieta) que lleva consigo el peso de la película y está fantástica en el papel de Eva. Ella es el rostro de toda una generación y también de las contradicciones del corazón.

Los amores cobardes alberga luz al final de ese verano, Eva tiene un interesante arco argumental a lo largo de esos meses, entiende su presente y encara su futuro reforzada con mayor seguridad y energía. Es capaz de superar sus propios baches, sobre todo, porque los entiende y gestiona. La película de Carmen Blanco cobardes es un buen debut, con sus aciertos y sus fallos y, sobre todo, con una interesante historia de amistades reencontradas, tabúes derribados y ansias de cambio que deberían aferrarse a nuevos retos y no reiteración de errores pasados.

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