4 de octubre de 2024

Críticas: Rocketman

Expiación de errores y traumas con música.

Disparado al estrellato con la misma velocidad que un cohete cuando despega hacia el espacio; de un barrio humilde de Londres a ser el artista nº1 en Estados Unidos. La fulgurante carrera de Elton John en sus primeros años es el objeto de estudio de Rocketman, donde afortunadamente para todos y para alegría de los fans del género, este biopic sí es un musical con todas las letras (léase como hay números musicales, no recreación de actuaciones de hits). Dexter Fletcher se inmiscuye en los temores y rencores del artista usando las propias canciones que lo llevaron a la fama y evita en todo momento caer en la hagiografía más condescendiente y blanca.

Rocketman no aprovecha el tirón de la estimable Bohemian Rhapsody, porque obviamente si llega ahora a la cartelera, significa que el proyecto ya llevaba produciéndose meses antes del estreno de la película sobre Queen. Por cierto, si lo peor en el acercamiento a la figura de Freddie Mercury eran sus pinceladas de brocha gorda por los recovecos más oscuros y peliagudos de su vida personal, para contentar al gran público de masas; por el contrario, el retrato de Elton John no escatima en nada y despliega todo su arsenal en la parte más controvertida de su vida: su caída en el alcoholismo y la drogodependencia es la caída profunda a lo más hondo de la piscina que sirve como leitmotiv de la película y como salvación espiritual ante la purgación de los pecados, pero sobre todo de sus más recónditos traumas.

El biopic de Elton John no esconde la fórmula tan manida de este tipo de películas: de los modestos inicios del protagonista de turno, pasando por la camaradería con sus compañeros, la rápida subida en su prometedora carrera, la irrupción de la egolatría con la conquista del éxito, la posterior caída ante las frágiles relaciones hasta llegar a la culminante redención. No obstante, todo es mucho más interesante y vigoroso gracias a la apuesta de Dexter Fletcher de cimentar el archiconocido relato sobre un ejercicio de auto exorcismo (Elton John produce, luego comparte todo al cien por cien) en que los números musicales emergen como monólogos del protagonista a partir de algunos de sus éxitos más populares. La reunión de alcohólicos anónimos emerge como escenario improvisado y purgatorio de sus errores en la cúspide, replanteamiento de sus sentimientos y superación de traumas que acarrea desde la infancia con su padre y su madre.

Fletcher ya había mostrado grandes dotes como director del género en la muy estimable Amanece en Edimburgo, un musical conformado por las canciones del grupo The Proclaimers. En Rocketman parece guiarse por el faro del maestro Bob Fosse y articula la vida íntima y profesional de John del mismo modo que el oscarizado director reflejó la suya propia en la ficción autobiográfica que es la excelente All That Jazz. Las confesiones en la reunión de A.A. es la apertura en canal de Elton John a través de unas secuencias musicales que, mediante un prodigioso montaje, gozan de una cohesión narrativa con el resto del metraje muy deudora de otro título clave de Fosse, la magistral Cabaret.

Rocketman es el el primer biopic sobre uno de los músicos más relevantes de las últimas cuatro décadas. Un artista que aún vive y se codea con la industria hollywoodiense, sus fiestas post la gala de los Oscar son una cita ineludible para muchas estrellas. Por tanto resulta más estimulante todavía esta aproximación, sin prejuicios ni coartadas de emblanquecimiento, y apostar por un retrato profundamente honesto y, en consecuencia, sumamente emotivo. Ahora bien, el mayor reto era encontrar al actor idóneo para abordar la transformación en Elton John. En este sentido, Taron Egerton obtiene un cum laude, porque se adueña del personaje desde el minuto uno, evita toda caricatura y brilla especialmente en las escenas más íntimas, en las que no es necesario recurrir a la mimetización absoluta con la figura del artista. Su interpretación es soberbia tanto en la obvia imitación como en la creación del personaje más cercano.

El tirón que sí debería aprovechar Rocketman de Bohemian Rhapsody es el de la taquilla, porque es un mejor biopic, más incisivo y menos amable y con un mejor cineasta detrás de la cámara; de hecho, curiosamente Dexter Fletcher terminó la producción de la película de Queen tras el despido de Bryan Singer. Más allá de los aspectos extra cinematográficos, la película sobre Elton John es un formidable musical y un notable relato sobre la creación de un gran artista y la expiación de sus temores y rencores con unos números musicales asombrosos.

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