La cobertura de una tarta inglesa
Que a una niña de ocho años se le caiga un trozo de tarta al suelo
nunca es motivo de alegría, y por supuesto no le toma cariño
al niño culpable de la caída que se ríe a carcajadas. Unos enormes lagrimones
aparecieron en los ojos de lady Miranda Hawthorne
al contemplar la tarta abandonada en el suelo”
Por fin en Marshington Abbey, Kristi Ann Hunter, 2017.
La primera película de la cineasta francesa Laura Piani, Jane Austen arruinó mi vida, se cincela como unas pequeñas rosas que decoran una tarta de trufa blanca. Unas pequeñas rosas que se esculpen en la cobertura de un pastel en un desayuno inglés, en una cucharita de postre, en una tacita de dulce chocolate.
Rosas que cosen el título y las páginas de una novela que una joven llamada Agathe lee en el alféizar de una ventana una tarde en una casita de campo inglesa. Esas mismas pequeñas rosas que salpican la hiedra que cubre la fachada y los jardines de la Residencia de Escritores Jane Austen, a la que acude tras recibir una invitación Agathe, una joven francesa enamorada de las novelas de época de Jane Austen que anhela convertirse en una escritora de novelas románticas y vivir un amor de tinta de la Regencia inglesa.
Unas pequeñas rosas que adornan entonces el papel que envuelve las paredes de las habitaciones de la casita inglesa, unas copas en un baile otoñal, el cristal de unos frascos que componen un refinado tocador femenino, un ramo que descansa en el jarrón de una esquina. Adornos que aparecen ante la pantalla en planos fijos, congelados, bordando encuadres elegantes por los que se cuelan unos tintes que saben a Regencia inglesa.
Los sabores de la Regencia inglesa quedan prendidos en el congelado de esta forma cinematográfica, cristalizando en los tirabuzones de un triángulo amoroso compuesto entre Agathe, su mejor amigo Felix, y el inglés Oliver, que se trenza entre las estanterías de la librería parisina Skakespeare & Company, en la que trabajan Agathe y Felix, y las estancias de la residencia de escritores de Inglaterra, mezclándose, finalmente, con las aguas del arte de escribir.
Dichos sabores quedan cincelados, finalmente, entre las notas de la deliciosa pieza el piano de Schubert Fantasía en fa menor D940 para cuatro manos, que acaba esculpiendo las formas del triángulo amoroso en las cuatro manos que se necesitan para tocarla.
Jane Austen arruinó mi vida compone una historia en la que se mezclan ingredientes de una comedia romántica contemporánea y el sabor endulzado de las novelas de época de la Inglaterra de principios del siglo XIX, cincelando un homenaje del arte de escribir y las novelas románticas de época de Jane Austen que devoramos y en las que llegamos a habitar durante la lectura de sus páginas.
