19 de abril de 2024

Críticas: Llenar el vacío

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Jane Austen en el siglo XXI.

La neoyorquina Rama Bursthein había desarrollado hasta el momento su carrera como directora de películas destinadas exclusivamente a las mujeres de la comunidad ultraortodoxa yasídica que se exhibían fuera del circuito de salas de proyección convencionales. La realizadora, criada en Estados Unidos, no perteneció al grupo religioso hasta que comenzó sus estudios en la Escuela de Cine y Televisión de Jerusalén.

La particular trayectoria personal y profesional de la realizadora quizá nos ayude a acercarnos de una manera adecuada a Llenar el vacío, ópera prima para el cine de Bursthein y la primera cinta realizada para un público amplio por una mujer judía ultraortodoxa.

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En su debut para la pantalla grande, la cineasta norteamericana se adentra en el particular mundo femenino de la comunidad yasídica. Lo hace sin juzgar muchos de los aspectos controvertidos de sus formas de vida, aunque sin ocultar sus peculiaridades. La directora sigue los pasos de una joven que se siente atraída por el candidato a esposo que su familia ha elegido para ella. Sin embargo, la trágica muerte de su hermana en el tramo final de su embarazo dará un vuelco a su vida. Será entonces cuando su madre, afectada por el fallecimiento de su hija mayor y temerosa de perder el contacto con su nieto recién nacido, tratará de convencerla para que se case con su cuñado.

Bursthein nos muestra que las mujeres que pertenecen a esta particular creencia tienen la última palabra a la hora de elegir esposo, aunque sus padres y su familia sean importantes a la hora de dar el último paso. Quizá sorprenda al espectador occidental que el amor sólo sea un elemento más que sopesar cuando ellas deciden casarse, aunque haya que tener en cuenta que nos encontramos ante un grupo donde quedarse soltera supone un verdadero estigma

También puede extrañar en cierta medida que los encuentros románticos sean más propios de una novela de Jane Austen que de una película ambientada en el siglo XXI, aunque la autora del filme se limite a ser fiel a la manera comportarse socialmente de un grupo que tiende a controlar la exhibición de sentimientos en público y donde existe la segregación por sexos. Resulta curioso a este respecto que la relación entre la protagonista y su cuñado se reduzca a palabras y miradas sin que en ningún momento se produzca el más mínimo contacto físico entre ambos. No obstante, gracias al estupendo trabajo de Hadas Yaron, ganadora de la Copa Volpi a la Mejor Actriz del Festival de Venecia por su trabajo en este filme, y Yiftach Klein, el espectador es consciente del estado de ánimo de ambos sin que ninguno de los intérpretes necesite acudir al histrionismo.

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El largometraje de Bursthein permite, además, que conozcamos más acerca de las tradiciones yasídicas, poco mostradas en el cine. A este respecto, resulta verdaderamente curiosa la celebración del Purim, donde diversos hombres le solicitan apoyo económico al rabino. El particular ceremonial recuerda a las peticiones que tenía que recibir Don Vito Corleone durante la boda de su hija en la primera parte de El Padrino.

Semejanzas cinéfilas aparte, Llenar el vacío es una sensible cinta que refleja la vida de las mujeres ultraortodoxas judías a través de una mirada comprensiva sobre su particular realidad social. Puede que su tono pausado pueda disgustar al espectador medio, aunque contentará a todos aquellos que sepan valorar las historias contadas con sentido y sensibilidad.

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