25 de abril de 2024

Especial Críticas: La vida de Adèle

La última Palma de Oro llega a los cines y le dedicamos tres reseñas para celebrarlo.

La vida de Adèle - Cinema ad hoc

Por MariFG:

Hay películas que se quedan en la cabeza de quien las ve durante mucho tiempo después de salir de la sala de cine. Muchos vuelven a ellas revisionándolas una y otra vez en la pantalla, pero sobre todo reviviéndolas en su mente y descubriendo en ellas detalles guardados en el subconsciente que de repente reaparecen como si de un recuerdo perdido se tratara, recuerdos que con la distancia del tiempo transcurrido emergen corregidos con respecto a lo que fueron, al igual que esos detalles que se esconden en la pantalla van evolucionando paulatinamente hasta convertir esa película en perfecta. Solamente con dos de las películas que se han estrenado este año en España he sentido cómo crecían en mi interior mientras las veía, y horas e incluso días después de hacerlo, hasta comprender la perfección que encierran en ellas. Una de ellas es La vida de Adèle. Me cuesta mucho expresar todas las sensaciones que esta película me provocó al verla y que me sigue provocando al pensarla, cómo explicar la armonía estética que inunda la pantalla plano a plano, en el que se hace omnipresente el color azul en todos y cada uno de ellos con mayor o menor sutileza. Cómo entender unas escenas de sexo explícito hasta de diez minutos de duración, sin perturbar ni incomodar con una visión cercana a la pornografía, sino a la realidad hermosa de una relación sexual. O precisamente esa sensación de realidad en lo que vemos y oímos sin necesidad de pretender ser improvisada, que consigue una total empatía con los sentimientos de Adèle, con la congoja que siente al no entender sus conflictos internos, con la pasión animal y el amor codependiente que experimenta, con su sentimiento de culpabilidad y el miedo a perder al amor de su vida, y sobre todo con el crecimiento físico y emocional palpable con el que cualquier persona, tenga la edad que tenga, se puede sentir identificado.

La vida de Adèle es un viaje alrededor del desarrollo de una adolescente en plena ebullición de sus hormonas, es una historia de amor al margen de orientaciones sexuales con un principio, un progreso y un fin doloroso y desgarrador que se siente más allá de la pantalla con la desolación que expresa Adèle. Porque La vida de Adèle no podría existir sin ella, Adèle Exarchopoulos, un monstruo interpretativo de tan solo 19 años que es capaz de atravesar el corazón de quien la ve dudar, sentir, gozar, reír y llorar hasta el punto de dudar, sentir, gozar, reír y llorar con ella y por ella.

La vida de Adèle (2) - Cinema ad hoc

Por Sergio de Benito:

Después de todos los comentarios que lleva suscitando desde su exitoso paso por Cannes, uno se planta ante La vida de Adèle pensando que conoce las claves de lo que va a ver, que se vende como una historia de amor lésbico. Y es un craso error. Recuerdo pocas películas que obedezcan a tan escasas etiquetas como la de Abdellatif Kechiche, que capta las pulsiones y temores de su joven protagonista convirtiendo al espectador en partícipe de su trayectoria emocional. Sabemos que Adèle come espaguetis incluso sin hambre, que ha aprendido inglés viendo cine americano sin subtítulos y que se está formando para ser maestra de educación infantil. Conocemos todo esto y así momentos como la descarnada escena de sexo resultan, además de impactantes, un tremendo y bello choque de trenes entre las experiencias y muescas vitales de dos personajes opuestos que ganan y pierden en esa montaña rusa que es crecer. Porque La vida de Adèle habla de muchas cosas pero fundamentalmente supone un estudio certero de la evolución de un personaje, que no obedece a ningún patrón concreto porque no los posee: a veces duele y a veces no, en unas ocasiones es amarga y en otras hasta desenfadada; es, en fin, la captación de un inmenso fragmento de vida sincero y auténtico, incluso palpable.

Su compleja estructura incluye diversos mecanismos circulares y numerosas pistas de lo que va a suceder con la relación entre las dos protagonistas, presagios que se manifiestan visualmente mediante detalles en apariencia nimios, como el azul –omnipresente– del pelo de Emma en sus primeras intervenciones. Pero lo magnífico, lo que hace de ella una obra mayor, es que no necesitaríamos conocer todo lo que sucede para comprender al personaje, para sentir sus tropiezos y euforias en los poros del rostro de la prodigiosa Adèle Exarchopoulos, unas intensas peripecias contempladas como el camino y nunca como el fin.

Resulta inútil encasillar un trabajo que hace de su larga duración su razón de ser, que la convierte en difícil de abarcar en un primer visionado aun sin que sobren siquiera las escenas que se pueden contemplar más accesorias o repetitivas. Su riqueza es tal que no puedo obviar la sensación de haber quedado desbordado, con muchos matices por disfrutar, y ya estoy deseando sumergirme en ella por segunda vez. Ante una película tan excepcional, lo más aconsejable es dejarse seducir por su física y prescindir de empecinadas sinopsis o clasificaciones: pocas veces algo las necesitó menos. Hay que crecer con Adèle para entenderlo.

La vida de Adèle (3) - Cinema ad hoc

Por Daniel Jiménez:

En La Pasión de Juana de Arco (La Passion de Jeanne d’Arc, 1928), Carl Theodor Dreyer ya planteó las verdaderas posibilidades dramáticas y narrativas del primer plano en una exploración y reivindicación de este recurso dentro del lenguaje cinematográfico como nunca antes nadie había hecho. La apuesta del maestro danés, acentuada por un fondo neutro sobre el que reforzar la importancia del rostro, basaba la intensidad y la fuerza dramática de los acontecimientos que narra la película en base a las miradas, la expresividad de los gestos, las arrugas y los poros de la piel de unos rostros convertidos en un espacio en sí mismo. Hasta hoy, hay muy pocos directores que basen su planificación narrativa en base al uso del primer plano con una intencionalidad similar a la planteada por Dreyer. La apuesta de la nueva película de Abdellatif Kechiche, ganadora de la Palma de Oro en la última edición del Festival de Cannes bajo el amparo de la unanimidad de la crítica internacional, sin embargo, parece querer recuperar los postulados dreyerianos formulados en aquella película, si bien de una forma no tan radical como aquella aunque sí con una similar importancia dramática y narrativa.

La vida de Adèle es, en la superficie, una épica (por duración) historia de amor desarrollada a través del tiempo. La de una joven Adèle (Adèle Exarchopoulos) en la encrucijada, recelosa de aceptar una identidad sexual ante el miedo de las normas morales de un puritanismo todavía recalcitrante (como han demostrado las recientemente tristes manifestaciones en Francia), y el de otra joven, Emma (Léa Seydoux), una estudiante de Bellas Artes que ha aceptado sin coartadas su sexualidad. Bajo la superficie, sin embargo, subyace una profunda exploración del deseo y la sexualidad planteada en torno a un trabajo actoral colosal y una planificación que basa gran parte de su visceral fuerza dramática en el primer plano. El recurrente motivo azul dispersado a lo largo de todo el metraje (en ocasiones quizás de modo demasiado evidente) como elemento de anticipación y, posteriormente, reflejo del anhelo del ser amado (azul es el color que luce el pelo de Emma en el primer encuentro furtivo entre ambas jóvenes) acompaña a unos primeros planos que convierten el rostro humano en paisaje del alma desde el cual el gesto y la mirada adquieren una relevancia capital. Solo el rostro de dos actrices en estado de gracia le vale a Kechiche para transmitir toda la duda, la inseguridad, la rabia descontrolada y el deseo de sus personajes.

El progresivo acercamiento de las amantes en la escena que precede al momento cumbre de la película está edificada no solo a través del primer plano sino por un progresivo uso del primerísimo plano o plano detalle de los ojos, de las bocas y de los labios de ambos personajes tumbados en la hierba de un parque. Se apela así a lo primario de los sentidos, sobre el que vehicular la anticipación al acto sexual entre dos personajes que nos importan. A través de este recurso, Kechiche transforma el deseo contenido en carne fílmica y todo el anhelo se desata en una escena de sexo que sea, quizás, una de las mejor rodadas que recuerde un servidor. Si Claire Denis hubiera apostado por una fragmentación del cuerpo, pegando el objetivo de la cámara a la piel de los personajes, Kechiche en cambio se recrea en la totalidad de unos cuerpos fogosos entrelazados, deteniéndose en las manos recorriendo los pechos de las amantes, los besos apasionados y las caricias profesadas en un torrente de pura intensidad, excitación, sensibilidad y una autenticidad pocas veces experimentada. Una combinación de forma y fondo que convierten ese momento (y el resto de encuentros sexuales entre las dos amantes) en el verdadero núcleo dramático del film, su razón de ser, la culminación y justificación de la apuesta formal del film romántico más sincero, auténtico e intenso facturado en mucho tiempo.

La vida de Adèle (4) - Cinema ad hoc

38 comentario en “Especial Críticas: La vida de Adèle

  1. Pues pese a las críticas, recomendaciones e insistencias varias, me niego a ir a ver "La vida de Adèle" sencillamente porque me parece una fantasía pornográfica que nos quieren vender disfrazada de historia de amor profunda y trascendental. No me fío, como tampoco me fío de las reacciones de la gente en la sala de cine ante unas escenas sexuales tan explícitas… y lo siento pero es que me chirría mucho la supuesta necesidad de hacerlas tan realistas… ¿de verdad están justificadas estas escenas? Tiendo a pensar que obedecen más a la apetencia de un director hetero masculino que quiere despertar el morbo de un público hetero masculino…

  2. Yo sí he visto la peli y algunas escenitas son PURA PORNOGRAFÍA, que no me vengan con gilipolleces de que están justificadas determinadas posturas que acaban siendo casi ridículas de puro explícitas. Me crispa mucho que en todas las críticas que leo (escritas por tíos heteros en el 90%) vayan de intelectuales y sensibles y digan que estas escenitas están totalmente justificadas por el guión y son necesarias para entender la evolución de los personajes. Y unas narices. No hace falta recrearse así en el sexo para presentar la atracción física o la pasión. Esto es puro morbo gratuito. Y no me creo que no las hayan visto con una sonrisita babosa en el cine.

  3. En primer lugar, me parece sorprendente que alguien critique con tanta vehemencia una película que no ha visto, esto va por el primer comentario. Y en segundo lugar, sólo quiero decir que soy una de las personas que han escrito estas críticas, que soy mujer, heterosexual, que no he babeado con las escenas de sexo pero sí he disfrutado con ellas al igual que disfruté con las de Weekend (entre dos chicos gays) o las de Shame (entre hombres y mujeres), simplemente por el hecho de estar rodadas, a mi entender por supuesto, con elegancia, buen gusto y cinematográficamente hablando de manera maravillosa.
    Entiendo y respeto los gustos de cada persona, tanto a nivel sexual como cinematográfico, pero por eso mismo pido respeto hacia quienes disfrutan de una película por el simple hecho de gustarles el cine, y no considero justo que se nos tache de "pajilleros", "babosos", "morbosos", etc…
    Gracias por leerlas por cierto.

  4. MariFG, respeto tu opinión pero la verdad es que me resulta corta de miras (y no quiero ofender) precisamente porque compra la moto que nos quiere vender el director, y es la de una historia profunda que necesita del apoyo de unas escenas sexuales hiperrealistas. Yo no creo que estén justificadas en absoluto, al menos hasta ese extremo que a mi entender me resulta pornográfico. Evidentemente estoy de acuerdo con mostrar escenas sexuales en las películas que traten sobre historias de amor y/o pasión, pero de verdad, llegar al punto de la escena de las “tijeras”, además de incomodar, irrita, y mucho, porque más bien parece el sueño de un pajillero que una escena justificable para la evolución de los personajes. Lo siento, es lo que siento y tengo que expresarlo así, me violentó mucho porque me sacó completamente del resto de la película. Por eso, todas las demás razones que me den: que si son escenas necesarias, bellas, poéticas, etc., me parecen cuentos chinos que no ven más allá: puro reclamo morboso para despertar polémica y atraer audiencia.

  5. Yo creo que las escenas de cama son bastante fuertes y además están rodada de manera muy como de peli porno… no sé, yo tengo dudas de que no vayan salidos sólo para ver cómo se lo montan dos lesbianas, y el director eso lo sabía y lo ha explotado, no seamos ingenuos.

  6. Lo que a mí me parece alucinante es esto de asociar el deseo carnal que puedan producir unas imágenes a un sexo en concreto, mantener la retrógrada teoría de que las escenas eróticas (éstas o cualquier otra) sólo provocan excitación a los hombres, conservar, en resumen, el paleolítico tabú de la masturbación femenina… y eso sí me parece la definición exacta del machismo. Y encima acusando de cortedad de miras a quien lo ve de una manera más abierta, en fin, qué lástima.

  7. Del Señor (género masculino singular) que critica la película sin haberla visto prefiero no opinar, un punto de divergencia entre ambos, para variar.

  8. Creo que en una película con tanto poder emocional basado en la cotidianidad de una mujer, que en una historia de amor y madurez tan potente en el que el deseo ocupa un papel fundamental y que en un relato tan naturalista en el que se desnudan por completo las emociones de las protagonistas sería completamente erróneo ocultar, enmascarar, obviar las escenas de sexo que, además, están rodadas de manera, creo, bastante elegante y bella. Comparar dichas escenas con el porno e incluso atribuir su aparición a la intención de Kechiche de contentar al público masculino (?) sí que revelan una cierta cortedad de miras, sin ánimo de ofender.

    Además, negarse a ver las cualidades de LA VIDA DE ADÈLE (Que como su título indica, narra una parte de la vida con todo lo que eso conlleva: risas, amor, lágrimas, discusiones, fiestas, comidas, amistades y sexo, sí) o incluso negarse a ver la propia película por las escenas de sexo confirma, de nuevo, esa cortedad de miras, en tal caso.

    Y más cuando hablamos de una adaptación, libre pero adaptación, de un cómic de culto que tampoco se corta un pelo en mostrar gráficamente el sexo lésbico…

  9. Hola soy Humo, quería dejar aquí este mensaje para pedir disculpas por mi psicótico comportamiento de estos años, hoy debo confesar que todo fue debido a la dolorosa ruptura sentimental con un núbil efebo que dio origen a un trauma que derivó en una infección meningítica de consecuencias indeseadas. Prometo reformarme y abandonar mi insoportable conducta de pervertido acosador, enhorabuena por la web chicos, seguid así.

  10. No estoy hablando en ningún momento de ocultar, enmascarar ni obviar las escenas de sexo, pero sí de no darles un tratamiento tan descaradamente pornográfico que, sigo pensando, obedecen a una clara intención de suscitar morbo y llenar las salas.
    La prueba es la siguiente: en la peli Adele también se acuesta con un chico, y esa experiencia sexual también influye en su evolución y búsqueda de identidad. Bien, ¿entonces por qué en esta ocasión no hay escenas explícitas? Los que defendéis que las escenas de sexo lésbico están justificadas para entender al personaje, por favor respondedme por qué se obvian (o no se hacen tan evidentes) las escenas de sexo hetero.

    1. Si no te parece lo suficientemente explícito un pene erecto debe ser que no entendemos el término de la misma manera. Si te refieres a que las escenas no tienen el mismo apasionamiento parece bastante evidente que se debe a que Adele no encuentra en la heterosexual más satisfacción que la del acto rutinario, algo que influye en su posterior definición sexual. Encuentro fascinante, por cierto, que creas que los hombres (así en general) encuentren más excitante contemplar un acto homosexual femenino que uno heterosexual, no sé de donde viene tanto prejuicio y confusión, la verdad.

      1. ¿cuantos ejemplos quieres de escenas explícitas heterosexuales? Venga va, te pongo unos cuantos: 9 songs, The brown bunny, Anticristo, Baise-moi, Shortbus, Intimidad, Lie with me, Batalla en el cielo, Los idiotas, Lucía y el sexo, Peligro deseo… así a bote pronto y sin hacer demasiada memoria. No sé si folláis así, por lo que conozco de sexo heterosexual no existe una manera de follar, depende de cada persona, momento, experiencia, etc. desconozco eso del sexo standard, de lo cual me alegro me parecería aburrídisimo que existiera sólo una manera de follar.

  11. A mí lo que me parece mal es que se diga "pornográfico" como algo despectivo.

    Ay, el puritanismo rampante… Viva lo pornográfico, que el cine está para mostrar. Rossellini aplaudiría tanto realismo, hasta en lo sexual.

  12. McTeaque, si yo tampoco tengo nada en contra de lo pornográfico, pero entonces que se diga claramente que ES una película con escenas PORNOGRÁFICAS, que parece que hay reparos a llamar las cosas por su nombre y de ahí vienen las confusiones. Que no nos la vendan como otra cosa de manera tan hipócrita.

  13. Yo al ver la película me quedé con la impresión de que esas escenas tan explícitas desvirtúan o desprestigian aquello que considero importante o poseedor de cierta profundidad. Creo que "La vida de Adèle" convierte el sexo en pornografía. Algo que es digno se banaliza y se convierte en mierda. Es indignante que el sexo lésbico haya quedado sólo en puro voyerismo y morbo despreciable de la mano de un director heterosexual sin ningún pudor.

  14. siento mucho herir susceptibilidades…perooo… es una pelicula malisima. SIN ARGUMENTO, SIN UN SCRIPT DECENTE, SIN GUION ADECUADO…Y CON TOMAS MUUY ABURRIDAS DE LA PROTA DURMIENDO. Sin hablar que el paso del tiempo no estaba plasmado en la chica, ERA LA MISMA ADOLESCENTE desde el comienzo al fin. La escena de sexo muy larga, y no representa para nada una relación lesbica, sino que es más el caso de que un director heterosexual se ha puesto a filmar la fantasía de los hombres sin ton, ni son. Asi q para ver sexo real sin argumento ni tomas interesantes,….me veo una porno y listo. VAYA BASURA.

  15. Yo me pregunto, y os pregunto: en una gran historia de amor clásica como por ejemplo, pongamos por caso "Los puentes de Madison" o "Casablanca", ¿habría "necesidad" de mostrar una escena de 10 minutos con Ingrid Bergman a cuatro patas y Humphrey Bogart jadeante encima para "entender" su pasión y su amor? No, ¿verdad? ¿A que no sería necesario ni estaría justificado y nos indignaríamos si nos obligaran a creer lo contrario? ¿Entonces por qué en esta película es así?

    1. 1. La diferencia es que en 1941 no se podían mostrar escenas de sexo ni explícitas ni ligeras, existía algo llamado Código Hayes, si hay quien prefiere la censura allá cada cual.
      2.Personalmente no me indigna el sexo ni entiendo que indigne, debo añadir, ni homosexual ni heterosexual, me indigna el cine mal narrado.
      3.Estamos en 2013, no existe necesidad de comulgar con unos cánones que forman parte de una época determinada, el cine cambia gracias a Dios, como la vida y la sociedad.

  16. La película no me ha enseñado nada; sólo sexo. Las escenas de sexo son largúísimas, demasiado explícitas y no aportan nada, salvo dejar claro que entre ellas la carnalidad les une mucho (¿cuantos orgasmos son necesarios para hacernos entender que se desean y se aman?); pero no es necesario tantos minutos que rozan lo porno, rozan pero no es porno, que quede claro. He leído por ahí a críticos consagrados decir que no, que son preciosas, que son las mejores escenas de cama que se han rodado, blablabla. Indignante. Son pornografía pura y dura y creo que no hay necesidad de que cada una dure 15 minutos porque acaba siendo incómodo. A veces lo sugerido es mucho mas intenso que lo mostrado y me parece que Kechiche se recrea en exceso con la morbidez de sus protagonistas retozando… El monotema de la película era la obsesión de la protagonista por su pareja. Nada más. Por la buena puntuación me había esperado una película con más fondo, más argumentos, no este monotema sexual. Provocación y nada nuevo. Supongo que éxito asegurado, mucho ruido, nada de nueces, insulsez (reconozcamos que la protagonista es una chica aburrida y de lo más vulgar), pero eso sí provocación y sexo, que es lo único que entienden los culturetas modernos… Qué pena.

    1. Todos los comentarios sobre lo perverso de mostrar el sexo en pantalla hace más adecuado aún que se muestre cada vez más. A ver L’inconnu du lac y Nimphomaniac sin pérdida de tiempo

  17. El sexo no es malo ni tiene nada de perverso mostrarlo pero se convierte en algo repugnante, indignante, asqueroso y en puro morbo gratuito cuando lo venden así y lo han hecho así justo para recrearse de manera injustificada. Somos muchas las lesbianas que estamos indignadas con este tema porque de verdad no soportamos que hayan reducido el sexo entre dos mujeres a un descarado espectáculo voyerista que los críticos se empeñan (y muchas también os empeñáis) en calificar de “bello”, “realista”, “artístico”, etc. Es pornografía pura y dura, lo vemos clarísimo, y que traten de venderlo disfrazado de otra cosa y justificarlo de todas las maneras posibles es lo que nos indigna. Por eso me parece muy acertado el comentario de Julia sobre la supuesta “necesidad” de incluir este tipo de escenas sexuales en películas de amor o pasión.

    1. La diferencia entre tú yo en este sentido es que me parece adecuado que a ti te no te gusten las escenas de sexo por las razones que consideres oportunas mientras que tú intentas señalar los motivos por los que los demás las defendemos como un mero pretexto, algo bastante indignante la verdad.

      1. Precisamente estas escenas son un juicio apriorístico sobre cómo supone un hombre heterosexual que follan dos lesbianas, y además recreándose en lo que sólo es su propia fantasía.

        1. Me parece bien que las veas así para, a continuación, copiar el que tu consideras un apriorismo y decir que la crítica (?) la valora por razones X. Caes en la misma generalización que tú denuncias lo cual es, por así decirlo, bastante incoherente.

  18. Creo que estas escenas causan tanta indignación porque en ellas el director está lejos de ser ingenuo o esteta al haberlas rodado, sino morboso. Ni las lesbianas practicamos tan frecuentemente las tijeras (de hecho es una postura poco común y que está más presente en las fantasías heteros que en nuestras prácticas reales) ni desde luego tampoco follamos así la primera vez, como dos actrices porno que ya lo supieran hacer todo. No seamos inocentes, por favor: nuestra indignación radica en el hecho de que la mirada de este director es bastante hipócrita, porque nos quiere vender unas escenas sexuales supuestamente filmadas con realismo, belleza y sensibilidad cuando lo que vemos es pura recreación pornográfica con fines comerciales. El sexo lésbico vende, y eso el director lo sabía y por eso lo ha explotado, por eso todas las justificaciones de estas escenas nos parecen cuentos y engaños bastante perversos. De ahí nuestra indignación. Aunque quizá es difícil de comprender por el colectivo ajeno a las lesbianas… es como si hubieran cogido algo importante o valioso para nosotras y lo hubieran pervertido y convertido en algo barato y ofensivo, algo que sirviera para que el público se excitara y se regodeara vulgarmente. Nuestra indignación viene de que se haya manipulado y ninguneado el sexo lésbico por parte de un director heterosexual, y en esto tengo que darle la razón a la autora del cómic: ¿tanto habría costado contar con la opinión de alguna lesbiana durante el rodaje?

  19. Me parece bien que las escenas no os gusten, el problema viene, insisto, cuando se cataloga a las críticas positivas de la película presumiendo que se hacen desde una postura determinada. Demuestra escaso respeto por el disenso y un juicio generalizador deplorable que si la crítica va de sensible, que si culturetas modernos, etc… cosas que provocan bastante vergüenza ajena.

  20. Pues sinceramente, para que se hagan películas lésbicas como ésta prefiero que no se haga ninguna… Mucho decir que visibilizan y normalizan pero parece que nadie ve que en realidad estamos en lo de siempre: las relaciones entre mujeres se convierten en objetos de morbo masculino y en escenitas degradantes de tetas y coños antes que en cualquier otra cosa, y eso es más un retroceso que un avance. Las propias lesbianas somos tan críticas con esta película precisamente porque nos vemos reducidas a una fantasía absurda de un hombre heterosexual, posturas ridículas y una actitud como de “vosotras tocaos hasta la extenuación que yo filmo”. Teniendo una historia tan maravillosa como la que tenía, con un temazo a desarrollar, un punto de partida estupendo en la obra original para trabajarlo y unas actrices entregadas y convincentes para darle vida, Kechiche ha malgastado sus 180 minutos de película en tijeras cunnilingus. A “La Vida de Adèle” le falta verdad y le sobran erecciones. En su cómic, Julie Maroh quiere dar visibilidad a las dificultades con las que se encuentra un adolescente durante el proceso de aceptación de su diversidad sexual, además de presentar una historia de amor excelente, bien cuidada, respetuosa, estética. Pero la prioridad de Abdellatif Kechiche ha sido ejercer de dictador. Él quería sostener la lupa como un voyeur dándose el lujo de exigir todas sus fantasías desde el lugar más privilegiado. No nos extrañe pues que Maroh haya denominado a esta película “pornografía para mentes masculinas”.
    Y conste que en ningún momento se discute sobre no mostrar sexo en la película, de hecho es necesario y está justificado que se muestre, pero no ASÍ. El problema no es con el sexo explícito siempre que esté justificado y bien presentado, como por ejemplo sucede en el cómic. El problema es cuando se ha decidido mostrar una escena sexual larguísima con el único propósito de crear morbo gratuito y polémica. Podía haber sido una escena de sexo rodada con respeto, buen gusto, erotismo y sensibilidad y no quedarse en el puro morbo de un director tiránico que parece regodearse en las tijeras y el cunnilingus mientras filma para después querer tomar al espectador por tonto, hacerse el ingenuo y pretender venderlo como otra cosa. Eso es lo indignante. Más que una relación sincera y realista entre dos mujeres parece una fantasía pornográfica bastante tópica (e incluso ridícula por determinadas posturas) de un hombre heterosexual y obsesivo.
    Por ejemplo, una película como Nymphomaniac es bastante más honesta que ésta en cuanto a propósitos y objetivos, ya que no miente al presentarse a sí misma: “FORGET LOVE” es su frase de presentación y en ningún momento reniega de sus escenas pornográficas o de sexo explícito. Pero Kechiche hace todo lo contrario, muy hipócritamente: rueda escenas claramente pornográficas y de bastante mal gusto y nos las quiere hacer tragar no sólo como necesarias sino como demostración de la pasión más auténtica. Pues por eso yo no paso, lo siento mucho, no quiero que se me tome por idiota. Lo que ha rodado este hombre es porno, se ha recreado en él y en las actrices y ha querido hacerlo así para llenar más salas, crear más audiencia y alimentar más morbo (sobre todo el masculino).
    Si habéis leído el cómic (que os recomiendo para que veais por vosotras mismas la diferencia), comprobaréis que las escenas de sexo no tienen nada que ver. Son explícitas, sí, pero no se recrean injustificadamente ni ofrecen morbo gratuito no resultan tópicas o insultantes. Son naturales, sugerentes y estéticas. En la película no veo más que tetas bamboleantes y posturas ridículas propias de un vídeo de Youporn.

  21. Soy lesbiana y estoy muy harta de escuchar tantas alabanzas absurdas a esta película que no es más que el desahogo pornográfico de las obsesiones de un director déspota. Fui a verla ilusionadísima porque el cómic me había encantado y tenía las esperanzas de encontrarme con algo igual de bueno o quizá mejor, pero no puedo expresar mi sorpresa al encontrarme tamaña basura… Quince minutos de porno lésbico completamente gratuito e injustificado que ensucian el resto del metraje y actúan a modo de llamada de atención desesperada (así como llamada a la recaudación, a la audiencia y a la crítica masculina) para disculpar tres horas insustanciales, desaprovechadas y vacías, con lo que podía haber dado de sí una temática inicial tan fantástica. El director sólo se preocupó de rodar tijeras y cunnilingus, no hay rastro de la profundidad de la novela gráfica, de su estética cautivante, de su buen gusto, de su sensibilidad, de su despliegue en cuanto a temas y motivos… sólo sexo explícito, poses ridículas y morbo facilón para arrastrar a la gente a verla y convertirla en vouyers.
    Sin esas largas escenas de sexo la película habría ganado en dignidad y fuerza, precisamente es contraproducente a su causa este excesivo regodeo. En lugar de estas escenas (o de gran parte de ellas) se podría haber aprovechado metraje e incluir, por ejemplo, una escena de ataque homófobo de los que están tan tristemente vigentes en Francia u otros países europeos, eso sí contribuiría a una mayor sensibilización del público y no una escena como la de las tijeras con la que la película cae en el ridículo, se descalifica a sí misma y le da la razón a quienes afirman que es pornografía mostrada sólo con el propósito de excitar. ¿Cuál es la intención si no de regodearse de tal manera? ¿Si no vemos ocho orgasmos no entendemos la pasión entre ambas protagonistas? ¿O la “necesidad” de meter estos quince minutos de sexo salvaje era porque si no nadie aguantaría tres horas soporíferas viendo a una actriz con cara de empanada?
    Me pregunto cómo es posible que nadie (o muy pocos) vean lo que es en realidad esta película: una fantasía pornográfica de un director heterosexual, basándose en un juicio apriorístico de cómo follan dos lesbianas que no es más que su propio deseo puesto en imágenes (y además tiránicamente, en plan “vosotras tocaos hasta la extenuación que yo filmo mientras babeo). De haber sido dos hombres los protagonistas (o un hombre y una mujer), el director jamás se habría recreado así en una escena sexual entre ellos y la película no habría sido tan brillante para los críticos. Si la pareja hubiera sido heterosexual y si el sexo, aunque realista, hubiera sido tratado de manera más sutil, de esta película ni se habla. Y mucho menos se la premia. Pero claro, a los críticos heterosexuales les ha gustado mucho y por eso ganó Cannes…
    Por eso, lo que me escama de todo esto (aparte de que me es imposible simpatizar con un señor que ha hecho que sus actrices se sientan poco menos que abusadas…) es que el director ha reducido una historia compleja sobre el amor, la amistad, la intimidad… en una larguísima escena de sexo hecha desde el punto de vista de un observador masculino y heterosexual (qué sorpresa) que reduce a las lesbianas y a las mujeres en general en objetos hipersexualizados cuyas prácticas sexuales son y deben ser aquellas que despiertan los deseos de este público en particular. Como siempre, se reduce a las mujeres (lesbianas o no) a lo mismo. Objetos. Objetos con los que vender, comerciar, excitar… objetos masturbatorios y poco más.
    Esta película no hace ningún favor a la causa homosexual, más bien todo lo contrario.

  22. Una película plagada de tópicos facilones sobre homosexualidad con un guión naïf e inocentón en exceso que camufla sus carencias bajo toneladas de sexo explícito (muy bien rodado, eso sí) y planos de “visión masculina” absolutamente injustificados y que te recuerdan desde las primeras escenas que esta película de lesbianas “huele a polla” por los cuatro costados (lo que viene a decir que se nota a legua que está dirigida por un hombre). No me extraña nada que las actrices esté tan furiosas con el director; el montaje final de esas escenas de sexo roza el ridículo.
    Me acuerdo de Fucking Amal, de Lukas Moodyson, que con una película inocente sobre lesbianas, y que dura la mitad de tiempo, logra transmitir bastante más de lo que logra Adele en tres larguisimas horas.

    1. Efectivamente, así es. Yo creo sinceramente que Kechiche no quiso desarrollar con la misma extensión y profundidad ningún otro tema más que el sexual, disfrazando tal cantidad exagerada de escenas pornográficas bajo tres horas de “cine” y “arte”. El director parece que sólo se dirige a un público específico para que alabe su obra. Podía haber hecho una verdadera maravilla, pero se dejó cegar por el sexo y resulta descarada y ofensiva la intención comercial de esta película. Precisamente creo que el director se vio obligado a incluir esos 10 minutos de sexo lésbico explícito porque si no nadie iría a ver una película de 3 horas, tan lenta, tan densa y tan poco comercial en todos los demás sentidos. De ahí tanta indignación justificada con ella, porque el director se ha aprovechado de algo que sabe que crea morbo como el sexo lésbico y lo ha pervertido hasta niveles pornográficos para luego venderlo como “arte” y hacerse el tonto diciendo que no, que lo importante no es que la relación sea entre dos mujeres cuando precisamente si no estuviera protagonizada por dos chicas la historia habría pasado completamente desapercibida para el público y la crítica…

      Es fácil hacer la prueba: si Kechiche hubiera dirigido “Brokeback Mountain” o una historia de amor con dos hombres como protagonistas, ni de coña se habría recreado tanto. Es por este cúmulo de circunstancias por el que las lesbianas nos sentimos tan ofendidas: se nos reduce siempre a lo mismo, al mismo papel de objetos destinados a dar placer o morbo a la audiencia… Es curioso que las mayores alabanzas procedan, justamente, de hombres heterosexuales; las mujeres, heteros o lesbianas, la ponen bastante peor y son mucho más críticas. Será quizá porque la cosificación sexual de la mujer es algo tan enquistado en nuestra sociedad, en todos los ámbitos, lo tenemos tan admitido, que ni se permite darle la vuelta cuando alguien lo cuestiona (y entonces, de hacerlo, se nos tacha de histéricas, mojigatas o estrechas de mente, como si confundiéramos “abiertos de mente” con “necesidad de mostrar sexo explícito”) y, como siempre, se visibiliza a las lesbianas sólo para la consecución del placer masculino; se las muestra como objetos sexuales en la pantalla con la hipócrita excusa de que es necesario ver esas escenas pornográficas para entender la vida de la protagonista. Y así, la vida de Adèle se queda reducida a “La vida sexual de Adèle”. Una película fácil, vulgar, pornográfica, con todo lo que podía haber dado de sí (no se dedica apenas atención a la lucha interior de la protagonista, a los conflictos con sus padres y amigas ni la solución a los mismos, no se incide en la necesidad de una mayor visibilización y normalización, etc.)… Es verdaderamente una lástima.

      En relación con esto, mi principal motivo de queja y frustración con esta película es la escena suprimida en el montaje final de los padres de Adèle echándola de casa cuando la pillan en la cama con Emma, que en el cómic marca un punto de inflexión importantísimo en la vida de la protagonista y así debería haber sido igualmente en la película para entender mejor su desamparo y su soledad. Esta escena sí que es vital para la trama y no la de las tijeras, por ejemplo, a la que se dedica una atención que roza el ridículo. ¿Por qué se suprimió entonces? ¿Para darle más minutos al sexo? ¿Es que no eran suficientes? Resulta incomprensible. Si alguien sabe darme una explicación a esto se lo agradecería, porque yo no la encuentro y me da mucha rabia que se haya eliminado una escena tan importante.

  23. "La vida de Adele" es la película más machista que he visto en mi vida, además de perversa, tanto ella como sus intenciones, porque me parece repugnante cómo se abusó de estas dos actrices jóvenes por parte de un director ávido de morbo. Creo que no hacía ninguna falta mostrar tantísimo sexo y que si se hizo así fue únicamente para buscar polémica y audiencia, que se cargaron una novela original extraordinaria en función solo de la búsqueda de esta fantasía masculina heterosexual, que si hubieran sido dos hombres los protagonistas no habrían ido tan lejos las escenas de cama y tampoco la película habría sido tan alabada ni tan premiada y que de hecho si fue así fue porque los críticos (hombres heterosexuales, recordemos, en su mayoría) la valoraron más con los genitales que con el cerebro, ya que objetivamente es una historia bastante mediocre que no aporta nada.

  24. Estoy en general de acuerdo en todo lo que plantean las lesbianas indignadas con esta película y también me rebelo contra la hipocresía y la imbecilidad de los críticos y festivales correspondientes. El sexo en el cine me parece un tema de lo más interesante porque muchas veces actúa como un reclamo morboso en si mismo que se desconecta del relato en el que está inserto. Desde luego la película que nos ocupa es un ejemplo claro de este efecto, y entiendo por ello la ira que ha provocado.

    La cuestión es: ¿es lícito mostrar sexo actuado en un relato? Yo pienso que sí, claro. Pero también es cierto que el carácter claramente perturbador de la visión de personas, aunque sea fingido, practicando sexo muchas veces no complementa la narración sino que ejerce como elemento distorsionante. Y, por supuesto, en “La vida de Adele” esto está llevado al extremo porque realmente las actrices están representando su sexo de una forma tan expícita que cuesta trabajo decantarse por si es sexo fingido o real. Para un espectador masculino heterosexual este momento claramente se desconecta del relato porque la excitación de ver esta fantasía es lo único que importa en ese momento. Y es normal que sea así. Lo lamentable es que el director y los críticos alabadores sean tan cínicos e hipócritas para hacer pasar este elemento determinante de la película como un hermoso complemento y no como un reclamo morboso, y por ende, comercial.

    Si quiero ver sexo, veo porno. Pero no me vendas cine con algo demasiado parecido al porno porque somos todos mayores y me estás tomando por tonto.

  25. ¿Por qué tantas lesbianas estamos en contra de esta película? Aquí enumeramos las razones:
    – Fomenta tópicos machistas y morbo gratuito.
    – Vulgariza impunemente la maravillosa obra original, #Elazuleselcolormascalido, de #JulieMaroh, y la sexualiza convirtiéndola en basura.
    – Reduce la imagen de las lesbianas a mera pornografía para hombres y la relación entre ellas a una frívola fantasía machista.
    – Cosifica y explota a las actrices, #LeaSeydoux y #AdeleExarchopoulos, para hacer de ellas simples objetos masturbatorios.
    – Ningunea todos los temas profundos del cómic original, así como su buen gusto y sensibilidad, sacrificando su importancia para centrarse únicamente en la explicitud de unas larguísimas escenas sexuales totalmente innecesarias para la trama.
    – Intenta convencer al espectador de que estas escenas son imprescindibles para entender la vida de la protagonista, y en cambio no se regodea ni la décima parte con las escenas de cama heterosexuales (también supuestamente importantes para entender la vida de la protagonista y su evolución).
    – Convierte la visibilización y normalización lésbica en puro morbo para voyeurs y pajilleros.
    – #AbdelatifKechiche demuestra una total falta de respeto hacia la idea original concebida por la autora.
    – Es una película mediocre premiada y alabada injustamente sólo por su reclamo sexual, sin el cual la historia no destaca por nada y habría pasado completamente desapercibida.
    – Es ofensiva para las lesbianas, utilizadas una vez más para lo mismo de siempre: la consecución del placer masculino.
    – Toma por idiota al espectador queriendo venderle una supuesta gran historia de amor que no es más que vulgar pornografía.
    – Desaprovecha un fantástico material original y lo que podía haber sido una valiosa y memorable obra de referencia queda reducida al reclamo fácil y comercial.
    – Todo lo anterior se corrobora también con las eróticas fotos promocionales y la sexualizada campaña de publicidad.

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