28 de marzo de 2024

Cannes 2014: Día 4

Saint Laurent

Los guapos protagonistas de Saint Laurent en el photocall de la jornada.

Ya sabemos todos que Cannes es muchas cosas pero quizás la faceta que preferimos es la que reivindica nuevas voces. Renovar nuestra confianza en autores consagrados está bien (también ha sido hoy el caso) pero descubrir otros justifica, creemos la existencia de estos Festivales, de Cannes y de cualquier otro.

A ritmo de música disco de los 70 y de arias de Maria Callas, más crónica de una época que biopic individual, Saint Laurent, la película de Bertrand Bonello encargada de abrir la competición en la jornada de hoy, juega la baza de la estilización extrema, del refinamiento, de la sensualidad. Colores cálidos, doseles lacados, oro, Marrakech iluminado por la luna… parece claro que para hablar de alguien tan sometido a los placeres urbanos, al hedonismo, etc. como era el modisto francés, el artista que lo retrate debe sentir la misma fascinación por la belleza de las cosas, algo que Bonello ya había demostrado en su anterior película L’apollonide. Aquí volvemos a esa textura como de sueño de opio que consigue que plano y objetos tengan cierta textura cuasi difusa, de sfumato, colaborando a que nunca terminemos de saber quién era realmente YSL y es que, como en el caso de cualquier otro gran hombre, sabemos más de él por sus hechos que por sus palabras… y los hechos son tres décadas de colecciones pret-a-porter que revolucionaron el mundo de la moda, lo demás poco importa, no hay velo de amabilidad ni sátira hiriente, sólo un hombre con una gran virtud y muchos defectos y una cámara estilizada y dividida como un cuadro de Mondrian. Por si no ha quedado claro: hemos amado Saint Laurent.

Saint Laurent
Saint Laurent

Ya que hemos empezado hablando de las películas que más nos gustan de lo que llevamos de Festival es obligado mencionar el Amour fou de Jessica Haussner. Revisión paródico-biográfica (que no biopic) del suicidio del literato romántico alemán Heinrich Von Kleist. Si los lectores de esta crónica se preguntan acerca de los porqués de dicha disgresión genérica, nos permitimos explicarles que la directora de Lourdes pretende tomar la vía la revisión de clichés, de la mirada desmitificadora a la historia y al arte, creando unos personajes en los que la locura de lo romántico no es más que impostura y mediocridad, mero disfraz ocultador de patetismos hongsangsoonianos (perdonen el palabro). No sabemos si es divertido, o si al menos es sano, burlarse de las ínfulas de wertherismo (perdón otra vez) de ayer, hoy y siempre pero la mirada crítica sobre ciertos mitos quizá injustificados nos parece plenamente necesaria, más cuando viene respaldada por una minuciosa labor de composición de encuadres y de iluminación que también rompen con la forma tradicional de narrar el drama histórico: Un sobresaliente para la austriaca que esperamos se vaya con premio de Un certain regard.

Amour fou
Amour fou

Si ayer comentábamos, al respecto de la película de Atom Egoyan The captive, las virtudes que deben adornar a un thriller, centrándonos en la solvencia de la propuesta dramática y en la resolución in crescendo, podríamos pensar que el Festival hubiera querido  ejemplificar nuestro discurso con una cinta que exhibiera dichas virtudes, si además ese trabajo es la ópera prima de un director y no aparece en las secciones principales sino en la paralela Quincena de los realizadores resulta obligado hacer mención del mismo. Catch me daddy es, como decimos, el primer film de Daniel Wolfe, una historia clásica (una pareja que huye, unos villanos que los persiguen) pero que deja ver el dominio del joven autor tanto en los códigos genéricos del relato como en la realización formal del asunto. Si la asistencia a los festivales se justifica encontrando nuevos nombres que renueven el panorama cinematográfico, el de Daniel Wolfe ya lo ha conseguido con este Cannes 2014. No será la última vez que lo escuchemos, al tiempo.

Catch me daddy
Catch me daddy

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