28 de marzo de 2024

Críticas: Hermosa juventud

Hermosa juventud - Cinema ad hoc

Crisis y jóvenes en la última (y brillante) película de Jaime Rosales.

Cuando La soledad (2007) obtuvo el Goya a Mejor Película en un reconocimiento al riesgo por parte de la Academia que no ha vuelto a producirse, la marcada polarización entre los que repudiaban el cine de Jaime Rosales y los que veían en él a una especie de mesías provocó que su obra inmediatamente posterior fuese escrutada con ansia por algunos, como si en el momento de alzar el galardón hubiese contraído una deuda únicamente canjeable por rechazo. Lo cierto es que ni Tiro en la cabeza (2008) ni Sueño y silencio (2012) obtuvieron más que una acogida nada unánime y un recorrido fugaz por las salas españolas. En dicha tesitura, no daba vergüenza asegurar que Rosales iba a ser incapaz de retratar los problemas de la juventud española, aduciendo que había cineastas más capacitados para ello por su condición –ojalá en referencia a David Menkes–. Pues bien: el catalán ha firmado con Hermosa juventud, por fin, la gran película que muchos parecían exigirle.

Hermosa juventud (2) - Cinema ad hoc

Hermosa juventud retrata a una pareja de veinteañeros de extracción humilde, sin formación académica ni una panorámica vital que vaya más allá de la supervivencia en el día a día, de superar juntos las limitaciones impuestas por sus respectivos entornos familiares, por la sociedad y también por ellos mismos. Rosales parte de los hogares de los protagonistas para ir ahondando la mirada en esa incomunicación que ha gobernado las cuitas de todos sus personajes hasta la fecha, a través de una paternidad no deseada que introduce en sus vidas una problemática ya latente pero no desarrollada. Ambos se hallan en esa franja de edad en la que la terrible y cómoda inconsciencia de la adolescencia –rotundo el personaje del hermano de Natalia– empieza a abandonarse, pero en la que paralelamente la realidad parece arrancar de cuajo cualquier posibilidad de vuelo independiente, edificada aquí en el sueño alemán que parece instalarse como la panacea en la mentalidad de la juventud del país.

La lúcida radiografía asombra desde el primer momento por su descarada naturalidad, que no cede un milímetro a la impostura en personajes tan complicados de asimilar en jerga y gestualidad como los jóvenes de barrio. El alto grado de improvisación que se supone en las conversaciones de casi todos los secundarios provoca que la pareja protagonista, un doble descubrimiento impresionante que carga con el peso de la película –complicado que este año surja en España una revelación mayor que Ingrid García-Jonsson–, no vea descompensado su esfuerzo por transpirar autenticidad. Cada ser que aparece en Hermosa juventud resulta totalmente creíble, hasta el punto de llegar a quedar difuminada para el espectador la frontera entre actor y personaje.

Hermosa juventud (3) - Cinema ad hoc

Pero Rosales no se limita a aportar la veracidad de su relato, sino que vuelve a proporcionar hallazgos narrativos sorprendentes. Si en la celebrada polivisión de La soledad encontró un recurso que tal vez se adueñó del fondo, las desgarradoras elipsis de Hermosa juventud son el modo de descubrirnos sucesos difíciles de plasmar y encajar en el sobrio tono de su obra, además de reflejar los días de inacción del protagonista mediante la actividad de la pantalla de su móvil. Un escarceo con las nuevas comunicaciones en el que, de nuevo con la ausencia total de música marca de la casa, la impostura queda desterrada. Por no hablar de la violencia que inunda algunas reacciones, también fuera de campo pero instalada hasta la tensa crudeza de sus últimos instantes, en los que la distancia impuesta por el lenguaje –otra vez la incomunicación– no es obstáculo para el reconocimiento de la misma desilusión que recorre el resto de las secuencias. El aparente pesimismo rotundo del discurso de Rosales no está reñido con una cálida belleza y tampoco con el enorme grado de lecturas que deja al espectador, varias de ellas relacionadas con la incursión en la pornografía añadida como clave en la sinopsis, un escarceo que el abrumador mapa deja prácticamente en anécdota hasta la secuencia de cierre.

Hermosa juventud sirve como testimonio de muchos de los problemas que asolan nuestra sociedad, pero también es una cuidada historia contada ejemplarmente, en la que la técnica logra brillar con la misma intensidad que el resto de un conjunto notable. Quizá el mejor trabajo de Rosales hasta la fecha sea una de las películas españolas más importantes de los últimos años, una obra de la que únicamente cabe desear que encuentre una repercusión acorde a su calidad. A priori se antoja una misión complicada, no sabemos decir si fruto de los mismos impedimentos estructurales que asolan a sus criaturas o de otros con un remedio más mundano.

2 comentario en “Críticas: Hermosa juventud

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