24 de abril de 2024

Críticas: Blue Lips

Blue lips

A Pamplona hemos de ir.

El escritor Ernest Hemingway fue el mejor publicista de los Sanfermines que pudo tener la popular celebración. Su deslumbramiento quedó patente en varios textos, aunque quizá el más conocido sea Fiesta (The sun also rises), novela que se desarrollaba principalmente en la capital navarra durante los días grandes del patrón de los pamploneses. El libro tuvo incluso su particular adaptación cinematográfica, a cargo de Henry King, donde participaron algunas de las estrellas del Hollywood clásico como Errol Flynn, Ava Gardner o Tyrone Power.

Blue lips reúne a un grupo de personajes que son, en cierta medida, consecuencia de la fascinación por la celebración que el escritor estadounidense logró despertar internacionalmente. A excepción de una de los protagonistas, todos provienen de fuera de España, al igual que los realizadores del filme que, a excepción de Nacho Ruipérez, son oriundos de diversas partes del globo. El resultado de esta mezcla de distintas sensibilidades es una cinta simpática y amena que nos muestra a un grupo de personas que se encuentran en una particular crisis y darán los primeros pasos para salir del bache durante su estancia en la población del norte de la Península Ibérica.

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Una antigua estrella brasileña de fútbol que es contratado para grabar un spot de televisión, una chica hawaiana a la que roban su equipaje, una joven argentina que acude a la ciudad navarra para someterse al tratamiento de su enfermedad, un periodista estadounidense que cubre los festejos y un fotógrafo que vive una situación familiar complicada se encuentran y relacionan en una población entregada al más puro gozo, representado en esos labios azulados por la ingesta de vino a los que hace referencia el título inglés del filme.

Llama la atención cómo Daniela De Carlo, Julieta Lima, Gustavo Lipsztein, Antonello Novellino, Nobu Shima o el citado Nacho Ruipérez, directores de diferentes procedencias, aunque unidos por su amistad y su formación cinematográfica en Los Ángeles, hayan logrado que la película se vea como un largometraje de un único realizador. Por otra parte, el guion de Amaya Muruzabal y Daniel Mediavilla acierta al presentarnos a los personajes en su lugar de origen, mostrarnos sus problemas y enseñarnos cómo su experiencia durante los festejos les ayudará a seguir adelante. Todo ello en unas tramas donde conviven la alegría de vivir y la muerte en sus más diversas formas.

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Igualmente destacable es la habilidad de los responsables del largometraje para combinar elementos de drama, comedia o documental sin que el conjunto resulte artificioso. No obstante, cabe reprocharle a Blue Lips, como a parte de las películas de vidas cruzadas, que algunos de los personajes tengan un interés desigual. Así la historia Kalani, la chica hawaiana que acude a los sanfermines en busca de nuevas experiencias, resulta demasiado inconsistente en relación con el resto, mientras que la de Sagrario, una mujer que vive un mal momento al reencontrarse con su pasado, pedía más tiempo en pantalla. La estupenda labor de Mariana Cordero, la actriz española encargada de encarnar al personaje, exigía más protagonismo.

En definitiva, Blue Lips pone de manifiesto que sus seis realizadores son más que promesas. Esperemos que sus próximos proyectos en solitario confirmen su talento todavía en desarrollo.

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