25 de abril de 2024

Críticas: Toy Story 4

La constatación del paso del tiempo.

Hasta el infinito y más allá es el nuevo Siempre tendremos París. Una frase que resuena en la mente de varias generaciones desde 1995 y que ahora, en una sorprendente cuarta entrega, trae consigo un dardo punzante directo al corazón. Un cierre magistral que nunca pensamos que fuese a ser necesario ni mucho menos que fuese a tener un nivel que podría codearse tan dignamente con las tres soberbias entregas anteriores de Toy Story. Un lema de vida que ahora emerge como despedida definitiva, el punto y aparte en toda relación de amor, amistad o compromiso. Fruto de la nostalgia de quiénes hemos crecido con la saga o cómo parte fundamental del componente emocional de toda película de PIXAR, Hasta el infinito y más allá es la enésima ocasión en que la sonrisa y la lágrima se compenetran en el rostro del espectador del mismo modo que una niña perdida en una feria afronta su soledad al encontrar amparo en una muñeca abandonada.

El anuncio de una cuarta entrega responde, en primera instancia, al suculento y potencial exitazo en taquilla. El temor al regreso de Woody y compañía era general ante el perfecto y circular desenlace de Toy Story 3. El ciclo de la vida narrado en tres actos. Uno podría esperarse un largometraje divertido al estilo de los especiales televisivos Toy Story of Terror o Toy Story: El tiempo perdido, pero afortunadamente esta cuarta parte evoluciona mucho más el universo de los juguetes cobrando vida y ahonda en las vicisitudes de sus protagonistas. Así pues, en última instancia, si Toy Story 3 cerró la historia de Andy con sus juguetes, Toy Story 4 es un estupendo epílogo que cierra la historia de la pandilla de juguetes.

Desde sus celos ante la llegada de un potente rival (Buzz Lightyear) amenazando su privilegiado lugar (Toy Story), pasando por el descubrimiento de sus orígenes y el olvido ante el crecimiento de los niños (Toy Story 2) hasta la constatación de tu propio final de ciclo y la persistente lucha por mantener a flote y unidos a tu grupo de amigos (Toy Story 3), Woody ha sido la columna vertebral de la franquicia. Ahora, Woody, ese inquebrantable sheriff empeñado en complacer a sus amigos y hacer feliz a Andy y a Bonnie, se hace mayor y se adentra en una aventura trascendental que lo catapulta al Olimpo de los grandes personajes de la Historia del Cine. Su arco narrativo en estos cuatro capítulos es sumamente evocador y repleto de cuantiosos hallazgos que emocionan desde la cercanía, tan disfrutable para los más pequeños como conmovedora para los mayores.

En Toy Story 4, Woody afronta el inevitable paso del tiempo que pone en jaque su esquema racional de comportamiento y descoloca su particular brújula de la lealtad, el liderazgo y el amor. La última gran aventura con su grupo de amigos le reporta nuevos retos como enseñar a un nuevo juguete (Forky) a ser consciente de su identidad, reencontrarse con el amor perdido años atrás (Bo Peep), replantearse su cometido para con los demás, resituar sus prioridades y renunciar a una parte esencial de su propio ser. La película arranca con un prólogo, flashback en la niñez de Andy, tan amargo y sobrecogedor como el de Up, donde se advierten todos estos futuros cometidos, resultando así demasiado previsible, aunque solventado con una carga emocional bien dosificada y nunca exprimida de más y con una clara apuesta por la comedia inteligente.
En este último aspecto tiene mucho que ver la presentación de la galería de nuevos personajes, todos ellos añaden ráfagas de frescura: desde el dicharachero Forky, a los robaescenas Bunny y Ducky, pasando por el traumatizado héroe Duque Kaboom y terminando con la muñeca Gabby Gabby, deseosa por dejar de ser defectuosa teniendo un terrorífico ejército de ventrílocuos a su servicio. La nueva demostración del enorme talento y la infinita originalidad de los responsables de Toy Story. Rizan el rizo y reciclan los temas de la saga, pero siempre con acierto, más incluso, con genialidad. No es tanto una vuelta de tuerca como un paso más en la evolución lógica del porvenir de Woody, Buzz, Jessie y compañía. ¿Era necesario comprobarlo? No ¿El resultado es disfrutable? ¡Mucho más!

Toy Story 4 sí parece ser el cierre definitivo y es uno muy significativo. Ha logrado sacudir incluso a los más acólitos mostrándose como un notabilísimo epílogo que aúna comedia y aventuras para concluir en un desenlace todavía más redondo para Woody, Bo Peep y la relación con el resto de la tropa. Servidor ha crecido con esta saga desde su niñez, se emocionó en su prolongada adolescencia con Toy Story 3 y, ahora en su madurez, la cuarta entrega lo ha zarandeado desde la nostalgia y la constatación de que su niño interior también ha crecido. Son películas fundamentales en mi cinefilia, colecciono los personajes a escala real y quizás la inexistente objetividad sea mucho menos palmaria en esta reseña. He llorado a mares. Muchos lo haréis. Pero os lo aseguro, Toy Story 4 es una gran película. Una vez la película es una realidad, el equipo de guionistas y animadores (¡qué genios en PIXAR!) lo han hecho lo mejor posible. Hasta el infinito… y más allá.

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