25 de abril de 2024

Críticas: La cazarrecompensas

Katherine Heigl protagoniza a la heroína de la serie de libros de Janet Evanovich. ¿Cazará también nuestros corazones?

Los fans de la serie de libros de Janet Evanovich están de enhorabuena, aunque no sé si alguno/a se llevaría las manos a la cabeza cuando se enteró de ‘la índole’ del proyecto: una cinta para lucimiento de Katherine Heigl. La realidad es que La cazarrecompensas (One for the Money en su título original) ha recibido las peores críticas al otro lado del charco en lo que llevábamos de año. No se ha salvado nadie de los dardos envenados. Ni Katherine Heigl, ni Jason O’Mara ni mucho menos su directora Julie Anne Robinson. Ninguno ha salido bien parado de un aluvión de insultantes comentarios. Por el contrario y en mi opinión, la película me parece más inocua y plana que dañina y mediocre. ¿Me estaré enamorando de la Heigl? ¿Será ella mi musa dentro de los bodrios, inconsecuentemente comerciales, que nos llegan del otro lado del Atlántico? ¿Es La cazarrecompensas uno de esos bodrios? ¿De verdad?

Sus títulos de crédito pueden ser lo mejor de la función y lo poco que tenga crédito. Vemos un collage de tacones y pintalabios que actúan como balas. No he tenido la oportunidad de leer los libros de Janet Evanovich pero creo que esta película funcionaría mejor con Paris Hilton o una Caroline de Dos chicas sin blanca, que por cuestiones del destino (y venganza personal) tiene que convertirse en una cazarrecompensas como agente de fianzas. Me explico, el contraste me parece más efectivo sobre personajes allenianos como Linda Ash en Poderosa Afrodita o Charmaine en Conocerás al hombre de tus sueñospor ejemplo. Prostitutas y fashion victims de pocas luces que tienen que sobrevivir poniendo su actividad cerebral en marcha. Por el contrario, el filme de Julie Anne Robinson nos sumerge en la historia de una vendedora de lencería que se queda sin trabajo y acaba metida en el peligroso mundo de los agentes de fianzas con un firme propósito: entregar a un policía corrupto que rompió su corazón y pastelito en su adolescencia. La cazarrecompensas busca el esquema clásico de un thriller en el que todo no es lo que parece mientras la protagonista tiene que tantear con los sentimientos de amor / odio hacia su objetivo.

No falta una amiga telefónica siempre a disposición, informantes prostitutas, familia y un experto colaborador con nombre de geyperman. No es lo mismo ser Melissa McCarthy que Katherine Heigl, claro. Por supuesto los enemigos y los peligros surgen a discreción pero el enfoque, más que sobre una posible serie, parece querer cerrar todas las tramas narrativas, sentimentales y dramáticas cuando aparecen los títulos de crédito finales. Precisamente La cazarrecompensas parece ir enfocada a ese ‘cine de marujas’ más que a los fans masculinos de Katherine Heigl. No nos encontramos con un thriller de acción violento hormonado de virilidad sino con una especie de comedia de investigación en la que lo serio, lo trágico y lo ridículo conviven y conjuntos como bragas, liguero y sujetador. No sólo no lo consigue aunque lo intenta como película ‘marujil’: un provecto nudista con un culo de pieles caídas, un redneck pecho-lobo, un psicópata maltratador y violador musculado y, por supuesto, los primeros planos de cuello para arriba (y para abajo) de Jason O’Mara. El target marujil queda encuadrado desde milfs hasta abuelas con permiso en el geriátrico… el problema, creo yo, es el metabolismo del personaje que interpreta Katherine Heigl. Es una adicta a la comida basura, tiene kilos de bolitas de queso, se mete entre pecho y espalda patatas fritas con ketchup a espuertas y…¡no engorda! ¡No engorda! Ella dice que es su metabolismo pero al otro lado de la pantalla la envidia se convierte en odio… y, precisamente, de su entregado público de marujas. Ese detalle manda al traste la propuesta junto el momento ‘cena sana’ que le prepara Jason O’Mara con dos huevos y la comida de su hámster. Es una tortilla francesa cutre y de toda la vida pero parece que el personaje que encarna Jason es un chef venido de París con tanta preparación… ¡Y encima Katherine Heigl no se come ni la puntita! Esta niña lo que necesita es un cocido.

Pero lo que me llama soberanamente la atención son los 40 millones de su presupuesto. No sé si me equivoco o mi obnubilamiento por la Heigl hizo que no me fijara correctamente… pero La cazarrecompensas tiene un acabado de telefilme de toda la vida. Cutre. Muy cutre. Tremendamente cutre. Teniendo en cuenta que The Artist costó 15 millones de dólares, que El discurso del Rey tuvo un presupuesto similar y que, llevando mi dedo de ruta hacia terreno americano, el sleeper del 2011 titulado Criadas y señoras se engendró con 25 millones no me queda nada claro… ¿seguro que esta película ha costado 40 millones? Las tres anteriores son películas de época, tienen ambientación y se gastaron dinero en vestuario pero la película de Julie Anne Robinson está rodada en la poca glamurosa periferia de Pittsburgh y el look de la Heigl parece sacado de las rebajas del Bershka. ¡Y no se cambia mucho de ropa! Teniendo en cuenta que casi todo el reparto masculino va con el torso desnudo o con uniformes de policía del venta al por mayor… no entiendo nada. ¿De verdad que La cazarrecompensas ha costado 40 millones? ¿De verdad?

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