Nos adentramos en esta fantástica película protagonizada por Jack Lemmon y Shirley MacLaine.
On November first, 1959, the population of New York City was 8,042,783. if you laid all these people end to end, figuring anaverage height of five feet six and a half inches, they would reach from Times Square to the outskirts of Karachi, Pakistan. I know facts like this because I work for an insurance company.
The Apartment (Billy Wilder, 1960) comienza con este sencillo y eficaz monologo. En pocas frases se nos introduce el espacio general (Nueva York), el particular (el edificio de oficinas) y a nuestro protagonista C.C Baxter, al que vemos por primera vez trabajando en aquella enorme oficina de perspectiva infinita creada por el director artisco Alexander Trauner, y que le valió un Oscar de la Academia.
Baxter se nos presenta como un cerebro para los números, un buen trabajador y un buen tipo. Alguien que bien podría ascender en la empresa por méritos propios. El tipo hace horas extras, pero no por gusto «(…) it’s just a way of killing time, until it’s all right for me to go home. You see, I have this little problem with my apartment». Y así acaba el monologo, presentándonos el incidente de la pelicula. Dos minutos iniciales de puro cine
The Apartment es, muy probablemente, la comedia más ácida de Billy Wilder. Una historia marca de su colaboración con I. A. L. Diamond, con el que compartió sus mayores éxitos de critica y publico. El guión, cuenta el propio Wilder, se le ocurrió viendo la magnifica película de David Lean, Brief Encounter (1945). En ella un tipo tiene una aventura con una mujer casada y un amigo suyo les presta el piso para mantener relaciones sexuales. Al acabar de ver la cinta, Wilder escribió una frase en su cuaderno de apuntes ¿Qué pasa con ese hombre que presta su apartamento y después se mete en esa cama tibia? De aquí saldría más tarde el personaje de Baxter, paradigma de aquella celebre frase dicha por Wilder «mis comedias son el drama de mis personajes»
Pues bien, esta comedia nos acerca el drama de un hombre que, no sabemos si por cobardía o por ambición profesional (yo siempre he defendido la primera opción) presta prácticamente cada noche su apartamento a alguno de sus jefes para que mantengan relaciones con sus amantes. Hasta que un buen día se encuentra allí a la chica de la que esta enamorado… y se arma el lío.
Bud, interpretado por un magnifico Jack Lemmon, representa al mediocre tipo que intenta ser optimista ante la vida a pesar de todas las calamidades que le puedan pasar. Baxter es capaz de contar que una vez intentó suicidarse pegándose un tiro y acabó disparándose sin querer a la rodilla (¿hay algo más triste que eso?). Es ninguneado por sus jefes. No tiene amigos en una ciudad de ocho millones de habitantes. Presta su apartamento para que se cepillen a la chica a la que ama. En definitiva su vida es un gran y completo desastre. Bud tiene más motivos que nadie para quejarse, pero no lo hace, sencillamente porque no puede permitírselo. Su optimismo es lo único que le queda, es lo que le da fuerzas para continuar. Sin ese positivismo, más que probablemente nuestro querido Buddy estaría muerto.
En el otro lado del cuadrilátero tenemos a la señorita Fran Kubelik (Shirley MacLaine) y su antagónica manera de ver la vida. A diferencia de Baxter, Fran no ha superado aún un pasado doloroso y sigue presa de los vagos recuerdos de un verano feliz a la orilla de un estanque enamorada del hombre equivocado. El destino la ha unido siempre a la gente menos conveniente, Fran sufre durante la película su redención a través de Baxter. Siente una rara atracción por el, le fascina su bondad, su gentileza, la manera que tiene de hacerla sentir especial, lo distinto que es de Sheldrake, el jefazo (casado por supuesto) con el que sale. Pero nunca podría enamorarse de él, y ella lo sabe. Durante el metraje, la señorita Kubelik evoluciona gracias a sus conversaciones con Baxter, a las historias del pasado de este. Le cuesta comprender como alguien, habiendo pasado lo que él, puede convivir con su infelicidad poniendo buena cara.
Pero Fran no es la única que aprende algo. Baxter esta harto de ser el pringado de la empresa, y la entrada dramática de la señorita Kubelik en su apartamento le hace pensar en la vida que lleva en esa gran ciudad que le hace sentir tan miserable, tan pobre, tan solo. Kubelik le abre los ojos y le da el empujón que necesitaba para dejar ese horrible nido de ratas que es su oficina y convertirse en el verdadero mensh que siempre fue. Fran le hace sentirse útil, le hace volver a creer en las relaciones sociales (recordemos la forma acelerada que tiene Baxter de hablar, como si no lo hubiera echo en años). En defintiva, Fran también salva a Baxter de su debacle personal.
Y cuando ambos se dan cuenta que deben dejar atrás su vida para comenzar de nuevo en otra parte, el uno empaca sus cosas mientras la otra corre por las calles de Nueva York, feliz, hacia el apartamento de su salvador, pues aún tienen una partida de gyn que terminar. Y por fín son felices, no sabemos si para siempre.
En definitiva, The Apartment es un canto a la vida tan inmenso como podría serlo el más optimista de los musicales. A través de sus protagonistas nos damos cuenta que, hasta en los peores momentos, siempre es posible agarrarse a algo. Es curioso ver como los poderosos de la empresa son crueles, falsos y mezquinos. La vida les ha ido bien y nunca han necesitado plantearse nada más allá de su propia felicidad. En contraposición, la mala suerte es lo que ha hecho que Baxter sea generoso y humilde, creyente de un código ético que a veces no le ha ocasionado más que desgracias.
Todos estos temas (la redención, la esperanza de vivir) son cocinados a fuego lento en un guión que roza la perfección. El texto es como una gran tela de araña en la que nada se dice por casualidad. Hasta el más mínimo detalle tiene una razón de ser y descubrirlos todos es lo que hace que revisarla periódicamente suponga un auténtico gozo. No importa cuantas veces la hayas visto, siempre encontraras algo nuevo que no habías visto antes. La película perfecta para entrar de lleno en el universo Wilder.