16 de abril de 2024

Cara o cruz: Arrugas


Aprovechando el estreno de Arrugas, os traemos un Cara o cruz sobre el debut en largo animado de Ignacio Ferreras.

Cara por Grandine:

Una escena le basta a Ferreras para sorprender a propios y extraños, y es que su maravilloso arranque (uno de los mejores que servidor ha tenido ocasión de ver en muchísimo tiempo en terreno animado, incluso superando al de Toy Story 3) hace predecir que con Arrugas podríamos encontrarnos con esa obra maestra que tanto tiempo llevamos buscando dentro de ese terreno que ha costado que despegase en el cine español. Probablemente, porque la expectativa que crea ese momento anterior a los créditos y porque tiene precedentes en terreno de ficción verdaderamente potentes (recordemos Dejad paso al mañana de Leo McCarey, por ejemplo), los siguientes minutos de presentación sin alardes de unos personajes que al final terminan poseyendo más intencionalidad de la presumida en un principio, parecen encogerse entre los mimbres de un trabajo que había nacido con una fuerza tremenda. Sin embargo, Ferreras sabe como seguir otorgando virtudes al material que maneja entre manos: desde la reiteración de ese tan logrado recurso inicial, hasta la disección de un personaje a través del que vamos observando los pormenores de su condición y su posterior enfermedad. Aquí, como sucedía en la ya citada Dejad paso al mañana, no es necesario abrir una brecha entre familia y abuelo constantemente, puesto que esa brecha ya existía desde su genial arranque, y el cineasta español decide concentrar todos sus esfuerzos en un discurso llano y honesto, que huye de la sensiblería y que nos habla sin tapujos y con un tacto digno de mención de los temas que trata.


No piensen, sin embargo, que por estar ante una película sobre la vejez su director olvida esos pequeños detalles que a uno le hacen más llevadera una historia que podría ser tan terrible, pero que en manos de Ferreras obtiene el tono necesario, dándole así el contrapunto necesario a Arrugas, y empapándola de tintes que van desde lo romántico hasta lo cómico sin necesidad de que uno piense que esos elementos resultan innecesarios en la obra de este debutante. Es más, en alguna ocasión saben conmover tanto por su sencillez, como por su lucidez en la exposición de ideas que nos ofrecen un discurso donde ser viejo no equivale a tener que estar pensando en una situación que se antoja de todo menos idílica, y es que se quiera ver o no, nuestros mayores también sonríen de tanto en tanto y dan muestras de una vitalidad de la que el espectador termina saliendo impregnado al termino de la proyección. Además, esa seña parece abanderar un trabajo que en su tramo final decide dedicarnos unos últimos minutos exquisitos, donde no sólo florece una de esas historias de amistad tan conmovedoras y hermosas, sino también germina en el espectador la sensación de estar ante una película de esas que no se conforman con lo prometido, y equilibran la balanza de una forma más que notable, dejando sensaciones positivas que van mucho más allá de la simple emoción, lo cual no es decir poco viendo la empresa que Ferreras tenía por delante tratando una temática tan controvertida y en la que, con tan poco, uno puede salir mal parado.

No es de extrañar que al concluir la sala rompiera en aplausos ante un trabajo que después de films de calidad como Nocturna o Chico y Rita a servidor sólo se le puede antojar sobresaliente y esperanzador. Tan esperanzador, como la perspectiva que arroja ante una propuesta con la que debería ser difícil lidiar, pero donde Ferreras sale airoso y demuestra que nuevos caminos se pueden seguir abriendo para el cine de animación español.


Cruz por Maldito Bastardo:

Las nominaciones a los Oscar de La dama y la muerte y Chico & Rita, el asalto al boxoffice por parte de Planet 51, el fichaje norteamericano de Jesús Orellana por su corto de animación nominado al Goya, ROSA, y la continuidad de una animación patria para adultos surgida desde Un perro llamado Dolor a De profundis hasta llegar a Arrugas de Ignacio Ferreras suponen buenos síntomas de renovación. El cómic de Paco Roca tuvo un reconocimiento inmediato y su adaptación a la gran pantalla debe considerarse como una celebración. Hay más vida aparte de Nocturna, en el lado positivo, y el casi total resto de las películas infantiles de animación españolas en el (lo) negativo: El sueño de una noche de San Juan, El lince perdido o Copito de nieve…

Tal vez esa posición madura, adulta y seria relegue la propuesta a una posición extremadamente dramática. Me es difícil ubicar cinematográficamente el conjunto de material adaptado de Paco Roca relegando a los documentales aparte. Dejad paso al mañana de Leo McCarey y Cuentos de Tokio de Yasujiro Ozu siempre han sido los grandes referentes sobre los caminos de la vejez pero basaban su encanto en la perfecta narración y explotación de los conflictos paterno-filiales. Arrugas contiene una pequeña dosis de los mismos pero su material trágico juega en otros derroteros. Lo normal es que se utilice la enfermedad de Alzheimer con fines dramáticos generando dramas románticos (El diario de Noa  o Lejos de ella) o recursos conmovedores y tremendamente sentimentales vistos con El hijo de la novia como máximo y exitoso exponente. Pero Arrugas trata el tema del alzheimer desde la honestidad y un protagonista que es trasladado a una residencia al no poder ocuparse su hijo de él debido a los avances visibles y palpables de su enfermedad. Desde su arranque presenciamos cómo somos partícipes del mal que sufre su personaje principal. Estamos dentro de su mente para pasar a ser los espectadores de su descenso al infierno que le toca por vivir: dejar de ser la persona que fue para convertirse en juguete roto e inservible para la sociedad y también para sí mismo. Tampoco hay historia romántica salvo una trama secundaria de otros personajes que sí cede al sentimentalismo de los recuerdos vividos y comunes de una pareja. No hay exaltación de la enfermedad con desfase sentimental aunque algunas secuencias conmuevan hasta las entrañas. Arrugas, en resumen, quiere explorar otros terrenos aunque conlleve dotar de negrura al conjunto. Se trata de vivir el día a día mientras que los recuerdos se evaporan pero el temor no es retenerlos sino no acabar siendo uno mismo, perderse y convertirse en ese objeto abandonado por otros, apartado totalmente de la familia y relegado por la humanidad a un cuarto oculto e invisible a la misma. El pánico de subir al final de las escalares que delimitan el cementerio viviente al exilio y al prácticamente abandono de sus seres queridos. El paso a la muerte en vida.


No es que Arrugas quiera proponer un debate sobre la eutanasia o las residencias geriátricas y el papel que desempeñamos nosotros, como hijos, en ese destierro y expulsión al que sometemos a nuestros mayores una vez que somos incapaces de cuidarlos, quebrando nuestro modo de vida o por la imposibilidad de conciliar esa vida laboral con la personal. La historia, eso sí, es tan dura que el formato, estilismo y la animación acolcha el dramatismo. También sus incursiones cómicas y nostálgicas pretenden abrir otras vías a la evocación de los recuerdos. Puede que ahí estuviera parte de la película perdida que ablandase el conjunto antes que algunos mordiésemos el hueso duro. El filme de Ignacio Ferreras podría equilibrar la balanza entre esa gran historia de amistad que cuenta con esas introspecciones de los secundarios y montarnos más tiempo en el Orient Express o seguir las neuras de los inquilinos del geriátrico. Tal vez, ya sea ante tanta sobredosis dramática y terminal o por remordimientos emocionales, se permita concedernos saber qué ocurre con sus personajes principales cuando debería correr el velo del misterio. O también incluir un epílogo con destellos cómicos para continuar esa amortiguación de la tragedia y desolación que inunda los huecos de la historia.

 

 

6 comentario en “Cara o cruz: Arrugas

      1. Hombre, yo es que no sé si has leído el cómic, pero tiene un final impresionante, que te deja destrozado. Y a estos les ha faltado huevos para rematarlo así, y como bien dices acaba por contradecir todo lo que habían expuesto a lo largo de la película.

        1. Joder, pues sinceramente yo me quedo con el final que tiene. Creo que un poco de optimismo con respecto a estos temas de vez en cuando tampoco viene mal.

  1. Hay que tener cojones para hacer esta película, por mucho que se acolche (en cierto modo) lo que cuenta. Ideal para espantar al gran público: española, de animación y que habla sobre el final de la vida. Pero, si se superan los prejuicios, no hay muchas que ofrezcan más. Hacía falta algo así, entre otras cosas precisamente para empezar a romperlos.

    Estoy más del lado de Grandine, aunque la crítica de Bastardo también es positiva hasta unas últimas líneas que no comparto totalmente. Respecto a la última escena: es simpática, pero a todas luces sobraba. Debía haber terminado con la dedicatoria, aunque me deja el mismo buen sabor de boca.

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