25 de abril de 2024

El proyector: la secuencia de Dean Moriarty

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Dean Moriarty nos habla de una secuencia de la reciente Un profeta (Jacques Audiard, 2009).

Un Profeta cuenta la historia del viaje de Malik El Djebena. Un viaje vital y muy personal que a su vez encierra muchos otros. Un camino que inicia en el infierno, en la más profunda soledad, y que acaba en el cielo, rodeado de unos ángeles muy particulares. En su transcurso, serán muchos los obstáculos y los rivales a los que se enfrente, y Malik irá creciendo ante nosotros, aprendiendo de todo lo que le rodea y haciéndose más duro, aunque sin perder nunca su lado más sensible y humano. Es una película con escenas despiadadas y que se ubica en un ambiente muy oscuro, pero que también tiene un trasfondo esperanzador y un mensaje que parece gritarnos que siempre hay una segunda oportunidad, que hay un más allá tras lo que vemos y tras la muerte.

La secuencia elegida es la antepenúltima del film, que describe perfectamente la relación de poder entre dos personajes y es la que trata por revertir el arco dramático entre sus dos protagonistas (Malik y César) unidos por una relación de negocios, pero a su vez con claros tintes paternofiliales. El ocaso del antiguo jefe, frente al auge del nuevo. Se inicia con un plano general de César que camina solo hasta un banco del patio de la prisión, el que era su banco donde se sentaba con quien decidiese y que sin embargo ahora tiene que compartirlo con dos árabes (las rivalidades étnicas son fundamentales a lo largo de la película y César es de los corsos) que ni siquiera le dirigen la mirada. Recibido el primer golpe moral, César se sienta y, en un plano mucho más cerrado, podemos apreciar su decrepitud debido a la fuerte luz que le da en la cara; su mirada se dirige hacia el lado contrario del patio, donde un grupo de presos saluda y rodea a Malik. Primer punto de giro de la secuencia: la soledad de uno contraria a la popularidad del otro.

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El único momento en el que el valor de planos se equilibra será en un corte: situado cada uno en un lado opuesto, se cruzarán las miradas por una vez de manera ecuánime en la secuencia; sin embargo, el objetivo es justo el contario, es decir, reforzar las enormes diferencias entre un gesto y otro: Malik transmite un sentimiento de seguridad y frialdad, su mayor mueca es encenderse un cigarrillo; mientras, César está realmente inquieto. Entramos en un momento de impasse personal de César, gesticulando ostensiblemente a Malik para que se acerque, ve que no le presta ni la más mínima atención. No hay más reacción de Malik ante estos gestos, vemos tres planos seguidos de César sintiendo una enorme frustración hasta que decide levantarse e ir él mismo.

Y es en este momento donde no puede estar mejor contada visualmente la humillación que ejerce Malik sobre César: un plano general en el que la figura entera del antiguo jefe andando hacia Malik, ocupa muchísimo menos en imagen que el escorzo de la cabeza de éste. Pero aún va más allá, ya que el nuevo poderoso al susurrar algo al tipo que tiene a su lado, se interpone en el plano de César y le cubre por completo. El cambio en la relación de poder se materializa. Malik vuelve a su posición mientras que el tipo con el que ha hablado se dirige hacia César, que detiene su paso. Y se corta a un plano medio de Malik, saltándose el eje y ligeramente contrapicado, con el que consigue una sensación muchísimo más fuerte de superioridad y de distanciamiento entre ambos personajes. No se renuncia a esta idea ni siquiera cuando el personaje de César ha sido golpeado por el tipo mandado por Malik, y se ha levantado, y está mirando a lo lejos al que era su mano derecha; se sigue usando ese plano general que le humilla y le ridiculiza, hasta que se gira y camina de nuevo hacia el banco. Entonces, corta al primer plano de Malik, para acabar la secuencia con él, con el que es el personaje poderoso. La imagen funde a negro, y sobre el negro, se ha dejado el sonido de la zapatilla de Malik aplastando el cigarrillo que se estaba fumando; que hace el último juego metafórico de la escena, sobre cómo ha pisado a su antiguo jefe como si fuese un simple cigarrillo.

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