25 de abril de 2024

Juego de Tronos: ¡por fin hacen la serie del Risk!

Cinco casas, siete reinos, un trono: hablamos cual fans histéricas de la mejor serie del 2011.

La saga literaria conocida como Canción de Fuego y Hielo no era más que un nombre que empezaba a sonar en los mentideros roleros hace años, cuando un amigo me recomendó la lectura del primer tomo de la serie (por entonces, sólo había dos libros publicados). En aquel momento, no podía sospechar que aquel préstamo carente de segundas intenciones sería el inicio de una larga, larguísima espera. Pues no contento el autor con enganchar al fandom con innumerables tramas telenovelescas, sorprendentes golpes de efectos y cliffhangers a go-gó, se lo tomaba con calma para emitir los cada vez más abultados tomos de la saga, que a día de hoy con sus cinco publicaciones va de camino de ocupar más sitio en la estantería que la enciclopedia por fascículos de Espasa. Y ya es decir.

Era imposible imaginar el camino que iría desde aquella primeriza lectura de la saga hasta el anuncio de que HBO se iba a hacer cargo de adaptarla para televisión. El furor tronero comenzó mucho antes del rodaje: en los foros se desató una fiebre por adivinar cuál sería el reparto, con propuestas para todos los gustos y con la preocupación añadida de los efectos especiales. A todo el mundo le parecía idóneo el formato televisivo (por la densidad de la historia resultaba inconcebible trasladarla al cine), pero por otro lado, se temían las limitaciones del medio para convertir en realidad los parajes, castillos y criaturas que sin límites de presupuesto ya visualizábamos en nuestra imaginación.

Llegó la primavera del 2011 y con ella, una extraña frase iba cobrando fuerza por twitters, facebooks y demás medios sociales. «Se acerca el invierno»…empezaba a transmitirse como un eco misterioso por la world wide web mientras que la gente que no estaba al quite pensaba: «¡Pero si hace un calor de cojones!».

Empezaba la intriga tras los fantásticos títulos de crédito. ¿Serían capaces? Lo eran. La primera visión del Muro, convenció a los fieles. Se erguía enorme, helado, implacable, tal y como lo habíamos concebido en nuestras mejores pesadillas. El explosivo cliffhanger del primer capítulo, convertió a los paganos a pesar del jaleo de nombres, casas, relaciones y personajes. El tablero de juego se estaba levantando poco a poco. Sin prisa pero sin pausa.

Poco a poco, nos permitimos relajarnos. Los dos principales castillos son magníficos: Invernalia, una mole de piedra fría castigada por el tiempo; Desembarco del Rey, un palacio grande y majestuoso, lleno de amplias estancias por las que deambulan nobles y cortesanos tejiendo su inagotable red de intrigas. El castillo de los Stark, una casa noble, pero sin dinero; y los aposentos de los Lannister, ricos y despiadados. Se entrevé una clásica lucha entre los lobos (los buenos) y los leones (los malos). Pero poco a poco, lo que parece maniqueo resulta que ya no es tanto. ¿Cómo es posible que el «héroe» oficial anteponga su honor a su familia y sin embargo los «malos» de la película estén dispuestos a cualquier cosa por proteger a los suyos?.

En otra parte del mundo, separada de los Siete Reinos por un océano, también se narra otra historia diferente. Los Targaryen, últimos descendientes de una dinastía que gobernó la tierra a fuego y sangre, viven en el exilio obsesionados por regresar a casa y recuperar aquello que les fue arrebatado. Hasta bien avanzada la serie, no logra esta parte sacudirse de su aire un poco kitsch (esas pelucas de la Barbie, ese Conan follarín…), pero finalmente coge tono para ponerse a la altura del resto de la serie, brindando unos momentos de atavismo e histeria dramática completamente memorables.

Pero retornemos a los Siete Reinos y recorramos su fantástica geografía, donde pueden encontrarse castillos, sí, pero también justas medievales, paisajes desangelados, árboles tallados y lugares aterradores donde las celdas no necesitan tener paredes. Si a estas alturas alguien todavía piensa que estamos ante un Señor de los Anillos de bajo standing, entonces es mejor que lo deje y se dedique a empalmarse con películas de Nolan. Juego de Tronos es algo así como la perfecta mezcla entre el Risk y Falcon Crest y su fuerte es excavar en la inagotable mina de las miserias humanas, no en ponderar la épica de las grandes batallas y de los ampulosos discursos. Aunque, ojo, también están aquí. El juramento de la Guardia de la Noche, los dothrakis jaleando a Daenerys mientras devora el corazón de un caballo, la muerte de un personaje en particular o la reIvindicación del Rey en el Norte, nos sacan nuestras emociones más primarias y sanguinarias, algo así como cuando las fans de Crepúsculo ven a Taylor Lautner sin camiseta, pero en plan que da menos vergüenza reconocerlo.

Tras la secuencia final del último capítulo, atravesada por ese chillido infernal de un pequeño dragón, chillido que es como música a nuestros oídos, la espera se antoja inmisericordemente larga. Pero sin duda los dioses (sean cuales sean) se muestran favorables: si el nivel no decae y mejoran ciertos aspectos relacionados con la cantidad de extras que salen en las batallas, Juego de Tronos es y va a ser, algo muy grande.

Y recuerden, que otra vez en abril… se acerca el invierno.

Un pensamiento en “Juego de Tronos: ¡por fin hacen la serie del Risk!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *