Nominados al Goya al mejor corto de animación

La animación en España está en auge. No hay más que ver la heterogeneidad de las nominadas este año al premio de la academia.

Birdboy (Alberto Vázquez y Pedro Rivero) por Favio Rossini

Dinki y Birdboy son dos adolescentes que viven en una isla. Dinki es feliz con su familia, en especial con su padre, de la que es su ojito derecho. Birdboy es un chico callado y asustadizo, cuyas adicciones y miedos le impiden volar como cualquier otro chico pájaro. Un día un terrible accidente industrial cambiará para siempre la isla en la que habitan, siendo Birdboy y sus alas la única vía de escape.

Basado en la novela gráfica Psiconautas, Birdboy es un cortometraje dirigido por Alberto Vázquez y Pedro Rivero. El primero es un experimentado ilustrador gallego. El segundo, un guionista curtido en la animación, en la que destacó con Goomer (2009) premio Goya al mejor largometraje de animación. La mezcla no ha podido ser mejor, ofreciéndonos en Birdboy un juego metafórico de la adolescencia a través de de una serie de animales antropomórficos, utilizando una animación en Flash que claramente bebe de la novela gráfica y que a veces es pura poesía visual.

Birdboy comienza siendo un típico cuento de hadas para acabar derivando en una sórdida fábula negra ambientada en una isla devastada por la contaminación y de la que no hay escapatoria. Esta isla se convierte en el escaparate perfecto para hacer una analogía con la mente adolescente en la que sus dos protagonistas tendrán que hacer frente a sus miedos para poder escapar.

Ella (Juan Montes de Oca) por Favio Rossini

Ella cuenta la historia de una pareja de palmenses que se enamoran en Nueva York y que acaban separándose a causa de una infidelidad, Cuarenta años después, en plena vejez, el destino les vuelve a unir a través de un nño de la isla.

La historia descarta el sentimiento para atacar a la emoción corta a través del tema tan pegadizo como melancólico My Girl de The Temptations, adaptado especialmente para la película por John Tirado. Ella acaba convirtiéndose en un número musical entretenido a pesar de su simpleza, con una animación en 3D trabajada que tiene sus mejores cartas en la impresionante dirección de fotografía, muy apreciable desde las localizaciones más intimistas como el bar donde se desarrolla la primera interpretación de la canción como en los cuidadísimos grandes planos generales de la ciudad de Nueva York.

El cortometraje está producido por la Unidad de Animación y Tecnologías Audiovisuales (LADAT) de la UIB, dirigida por el propio realizador de la película Juan Montes de Oca.

ROSA (Jesús Orellana) por Favio Rossini

En un futuro cercano, la humanidad ha desaparecido dejando tras de sí una enorme megalópolis desprovista de vida natural. De entre la destrucción despierta ROSA, un robot parte del proyecto Kernel, el último intento de la raza humana de restaurar el ecosistema terrestre recuperando especies de plantas ya extintas. Vagando entre las ruinas de la ciudad sin vida, ROSA pronto descubrirá que no es el único proyecto de Kernel que ha despertado.

ROSA ha sido el proyecto personal de Jesús Orellana, que portátil en mano y tras un año de trabajo ha logrado dar a luz este corto que luce un acabado más que profesional y que ha logrado una justa nominación a los Goya de este año.

La estética cercana al videojuego (bien podría ser esto la introducción a la batalla final de cualquier juego de última generación) nos adentra en un ambiente futurista que si bien impacta en la forma no logra hacerlo en el fondo, quedando una historia algo tibia. De todas formas, el espectáculo visual está servido.

Zeinek gehiago iraun (Quién aguanta más, Gregorio Muro) por Caith Sith

Prácticamente todos los años en los Goya se cuela alguna pieza audiovisual realizada en el País Vasco y a tenor de lo visto, casi parece que sea por «compensar» a todo el mundo que por sus méritos reales. Zeinek Gehiago Iraun (Quién aguanta más) ocupa este año el lugar en la categoría de Mejor cortometraje de animación y aunque es un trabajo digno se aleja en demasía de lo que podríamos esperar de un trabajo que se codea con los -en teoría- mejores productos realizados en España en 2011.

Y la cosa empieza fantásticamente, dando esperanzas de que el trabajo de Gregorio Muro Arriet despunte sobre sus competidoras, con la historia de unos niños que juegan en las vías del tren. Pero rápidamente sucede una tragedia y la libertad narrativa de Arriet se acaba amoldando al enésimo trabajo social que termina por ser innecesariamente emocional, buscando la lágrima del respetable en lugar de saber cómo conducirle hacia una conclusión más loable. Sin ser un bodrio desde luego no está a la altura del premio al que aspira (aunque en España, ¿qué lo está?) y al menos dos de sus competidores tienen un nivel bastante superior.