24 de abril de 2024

Críticas: Historias de Shanghai

El aclamado director Jia Zhang Ke consigue volver a nuestras carteleras con un documental con la metrópolis de Shanghai como telón de fondo.

Una vez que Jia Zhang Ke quedara confirmado claramente en el panorama internacional con Shijie (The World) y Naturaleza muerta no ha vuelto a dirigir un largometraje de ficción salvo 24 City, con la que está hermanada Historias de Shanghai. Tal vez la mirada de uno de los cineastas más notables del Siglo XXI quiera investigar en los propios resortes de su propio cine para enfocar el presente de su país. La elección de Shanghai es establecer ese contrapunto entre historia, política y economía de ese gran gigante con pies de barro que sigue creciendo y que en anteriores ocasiones el cineasta ha plasmado impecablemente. La puesta en escena inicial, muy a lo Atlantic City de Louis Malle, consiste en mostrarnos una ciudad de contrastes entre obras, edificios demolidos y grandes rascacielos desde cuyos techos rascando los cielos parecen dirigirse el resto del mundo. El pasado construye al futuro, aunque nunca debemos derrumbarlo del todo.

El delta del río Yangtsé es un perfecto y natural conductor de barcos, personas y rostros. Al igual que las incondicionales vías del tren. La condición de Zhang Ke es mostrar caminos y recorrerlos. El cineasta parece hacer hincapié en sus entrevistas iniciales en la ocupación japonesa pero sobre todo en la Revolución Cultural y la difícil elección de aquellos que tuvieron que optar por quedarse y perecer o emigrar a Hong Kong y Taiwán. Uno de los subtextos de los filmes del desaparecido Edward Yang, nacido en Shanghai y que creció en Taiwán. Seguramente el director de A Brighter Summer Day figuraría entre los protagonistas de este documental si siguiera con vida. Los cambios, el pasado y el presente son las bases de Historias de Shanghai en diferentes entrevistas de espectadores y secundarios de la historia de China enfocados a la ciudad que retrata. Cambios que representa la arquitectura sobre los individuos. Tao Zhao ejerce de fantasma que vaga entre esos paisajes en construcción y le otorga su única concesión narrativa y ficcional. Un fantasma reincidente que figura en la filmografía del autor.

Jia Zhang Ke ha optado por la filmación de las entrevistas en multi-cámara para alterar el punto de vista desde un montaje natural y, así, evitar la demasía de ‘jump cuts’ y ese aire de manipulación implícito. Puede que esos planos largos demarquen la obra a aquello que cuentan sus implicados protagonistas. No todas esas ‘historias de Shanghai’ contienen el mismo potencial o interés. Parece incluir alguna descripción y relato colateral para que no se escape nada, aunque en fondo quede como simple complemento. La elección de ese viaje, iniciado en un barco como representación del tal vez el mayor puerto del mundo, pasando por un tren hasta desembocar en los preparativos de la Exposición Universal de 2010, es un destino previsto. Realmente Historias de Shanghai es un encargo gubernamental a uno de sus directores internacionales para potenciar la imagen de la ciudad de Shanghai antes del arranque de la Expo. Pero, al contrario de lo que pueda parecer, se trata de un recorrido visual de testimonios a modo de mosaico que otorga un prisma global al conjunto y al espectador. Tal vez no alcance la belleza, nostalgia y poesía de Of Time and the City pero resulta interesante e inspiradora.

Los personajes se convierten en reflejos cinematográficos. En mentiras de una verdad pasada y el director de Platform es consciente de tal condición. Decide buscar en los recovecos de Flores de Shanghai de Hsiao-hsien Hou (que entrevista en un tren como guiño a su Café Lumière) y en esa China cambiante. También a nivel social, en la que la poligamia, los matrimonios de conveniencia y sus reductos de la China Imperial quedaron borrados. Recordar como los actores de Spring in a Small Town vivieron un romance real o la polémica filmación de Chung Kuo – Cina de Michelangelo Antonioni son añadidos siempre interesantes, como la nostalgia que ofrece Days of Being Wild de Wong Kar-Wai a través de una de sus protagonistas. O mentar La banda de las cuatro de Jacques Rivette como película que atacaba Zhou Enlai, como anécdota y crítica a los censores. Posiblemente todas esas referencias fílmicas agraden a un espectador y seguidor del cine asiático, aunque Historias de Shanghai es claramente un viaje personal e introspectivo de su autor que comparte con los agraciados espectadores que entiendan su cariz, intenciones y devoción por filmar la vida, desde su pasado hasta su presente y futuro.

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