Mabrouk El Mechri dirige al próximo Superman, a la Teniente Ripley, a John McClane y a la Juani en territorio español. ¡Que tiemble Madrid!
Existen películas víctimas de la localización regional y de la mirada sibilina del espectador. Esa que conoce al dedillo el envoltorio de lo que está viendo y está versado en detalles invisibles para otros espectadores. No es que esos sujetos vayan de listillos o ‘tolosas’ (to-lo-saben), simplemente su realidad colisiona con la ficción que se proyecta delante de sus ojos. La fría luz del día, la nueva cinta de Mabrouk El Mechri, se desarrolla en Jávea, Altea, Alicante pero sobre todo en Madrid. En ese punto para ese ‘espectador expectante’ que sobrevivió a anteriores representaciones castizas para el recuerdo como Misión imposible 2 o Noche y día se sujetará fuertemente para caerse de espaldas en estos precisos instantes. Otros se agarrarán a la sencilla premisa de que al igual que nosotros no conocemos todas las costumbres, celebridades, estados y ciudades norteamericanas ellos no deberían saber nada de nuestro país. Nada de nada. Pero que nada de nada, aunque si nosotros hiciéramos lo mismo… otra ojiva nuclear cantaría por Arroyomolinos. No creo que sea el caso de La fría luz del día. Sus‘fails’serán expuestos a continuación como un acto de supervivencia cerebral para el que escribe y sin acritud para el que lea.
El principal error de una cinta como La fría luz del día es que se titule como ‘La fría luz del día’. Un filme de acción, construido sobre un thriller de un joven asesor financiero que tiene que salvar a su familia en una turbia conspiración internacional focalizada en el pasado oscuro de su padre, con un título tan litúrgico da la impresión que es la nueva película de Bela Tarr en vez de una protagonizada por Bruce Willis. No es un inconveniente mortal (cerebralmente hablando) aunque sí su ubicación. El productor Trevor Macy sentenció sus intenciones en la siguiente declaración:
«El público (internacional) no ha visto tanto de Madrid ni de España en el cine como de, por ejemplo, Francia, Inglaterra o Italia, así que nos pareció un lugar diferente en el que ambientar la película».
No es que rodar una película en Madrid sea un inconveniente aunque para el madrileño de pie siempre es curioso transitar por el centro comercial donde se rodó Torrente 4: Lethal Crisis o que debajo de tu casa graben un episodio de Mi Gitana. Lo que es interesante es ubicar todas esas localizaciones en el argumento y en nuestra realidad. Por ejemplo, el protagonista huye en el amanecer de Madrid y atraviesa la Plaza Mayor… pero la atraviesa solo. ¿Solo? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Ni siquiera está el Spiderman gordo? Lo raro es que luego va al Rastro de Madrid a robar de todo e inmediatamente uno piensa que la acción se desarrolla en un fin de semana, aunque anteriormente daba la impresión que era lunes. Luego va al Retiro donde le persigue un policía montado a caballo pero consigue huir… a unos baños públicos en los que al salir hay unos perroflautas de fondo (¿homenaje al 15M antes del 15M?). No importa, son pequeños detalles minúsculos y sin importancia. El problema real es todo lo ocurre con la aparición del personaje que interpreta Verónica Echegui. La chica aparece y tiene que llevar a su compañero de aventuras y conspiraciones herido a la Fabrik de Madrid. ¿Por qué? Porque allí trabaja su amiga gogó que estudia medicina… aunque cuando el héroe va a entrar empieza a decir: «A un hospital no, a un hospital no…». No sé cómo serán los hospitales en EEUU. Si, al menos, dijera que la entrada de la Fabrik se parece al Ikea… Allí le curan y Óscar Jaenada es el dueño del mega-garito. Al parecer cuando rodaron la película estaba preparando su papel de la inefable Piratas porque los parecidos (ridículos) son más que obvios.
Ahora llega lo mejor. No es queLa fría luz del día sea una película desechable por ciertas licencias admisibles, sino que es víctima del product placement de dichas licencias en sus escenarios. A Henry Cavill le dan, al tener su ropa hecha trizas, una camiseta… ¿Sí? ¿Y qué camiseta le dan? ¡Qué suenen los redobles! ¡Qué suenen! Nuestro héroe va a llevar hasta que finalice la película una camiseta negra de la Fabrik de Madrid. Simplemente desopilante. En los pósters oficiales y promocionales la camiseta era… simplemente ‘dark’. Pero llega lo mejor: la imagen de la película. Pasamos de la Fabrik a la estación de Metro de Pitis con Henry Cavill (y su camiseta publicitaria) sentado junto a Verónica Echegui mientras esperan… ¡Brutal! ¡Sobrecogedora hasta las entrañas! ¡Memorable! ¡La secuencia más cómica del año! Hay que recordar que la Fabrik de Madrid está ubicada en Humanes y le separan más de 40 kilómetros hasta la Estación de Metro de Pitis. El protagonista quiere ir a la Puerta del Sol. De Pitis a Sol, según la página de metromadrid.es, hay 36 minutos de trayecto. Lo más misterioso es que se despiden en el Jardín Invernadero de la Estación de Atocha. Tampoco importa, porque a partir de ese momento uno solo puede leer las letras de la camiseta del héroe juvenil: F-A-B-R-I-K. No se fija ni en las balas ni en las explosiones, solamente tiene ojos para ese F-A-B-R-I-K. Imposible tomarle en serio. Sería como ponerle a Superman una camiseta del Mercadona. Lo dicho, imposible. No quiero seguir porque recordar el retrato de las comisarías de la costa levantina como tascas y la visión de España como una República Bananera sí sería ciertamente insultante. Que acaben haciendo trompos en el exterior de la Plaza de Toros de Las Ventas es sencilla y sinceramente lo de menos.
Los problemas reales son otros para La fría luz del día: es un predecible y previsible thriller de acción que ya hemos visto tantas veces que cualquier ‘perecido’ con la triste realidad es por pura conveniencia. Se podría resumir en un gran currículum del protagonista para ser ‘asesor financiero’ y dejar de serlo en una empresa en plena quiebra. Mabrouk El Mechri se ganó el respeto de propios y extraños con JCVD, al realizar una de esas pocas películas de acción reivindicables por todo tipo de públicos. Con La fría luz del día dudo que lo recupere.
Pues es una pena, tenía esperanzas puestas en este director (no sólo por JCVD, sino también por la anterior Virgil, que tenía muchos detalles buenos de dirección). También es mala pata confiarle un papel a Óscar Jaenada, sabiendo como sabemos que no hace más que atraer proyectos ridículos y fallidos. En fin, otro descalabro más en una filmografía que empieza a dar mucho miedo…
Pues me están entrando unas ganas tremendas de verla ¡Arriba Fabrik!
La aparición de la camiseta de la Fabrik supuso un carrusel de carcajadas en el pase de prensa.
Bueno, no creo que nadie mire este comentario 4 años después, pero tengo ganas de decirlo. No sé si somos conscientes de que todo lo que vemos en las pelis americanas tampoco es así a poco que uno se vaya a visitar esas ciudades. Es imposible encontrarse vacío el memorial Liconln en Whashington a pesar de lo que muchas películas de espionaje político nos hagan creer con misteriosos intercambios de documentos en mitad de la noche. Ni es posible reunirse en lo alto del Empire State en una velada romántica para los dos solos. Ni tampoco los coches van regularmente posicionados en las carreteras americanas esperando dejar huecos para posibles persecuciones…
Es ficción. Mientras nos dejen en buen lugar no deberíamos preocuparnos de si es real o no.
Te he leído 4 años después. Sobretodo por que ahora mismo estan haciendo la peli en Tv y quería saber si debía perder parte de mi sueño en verla…te doy la razón. Las pelis son pelis. Si quieres ver realidad mira un documental de animales de la 2.
Pues casi un año después, la estoy viendo en la tele y.. bueno… tampoco hay que buscarle los cinco pies a un gato que no los tiene… incongruencias que sabemos que están porque las hemos pateado, pero bueno, las mismas patadas las pegan en USA (o en cualquier otro sito sin miramientos) y no nos damos cuenta.. en ésta sí… en un producto de entretenimiento total.. tampoco merece la pena… la gracia es verla y situarte en el entorno…
Como decía aquel ‘it’s only a dream’…